El poeta Antonio Gamoneda (Oviedo, 1931) y el músico Joaquín Pixán (Cangas del Narcea, 1950) llevan más de un año trabajando en un proyecto singular: restaurar la fortaleza lírica de la tonada, devolverla al camino perdido a causa de la incorporación "de aspectos estéticamente poco aceptables", confirman los dos artistas al unísono. Gamoneda y Pixán se reúnen estos días en la casa de veraneo del literato y premio "Miguel de Cervantes", en la costa del concejo de Valdés, mirando al mar que muere en Canero. "Lo que pretendemos es poner en vigor unas letras para que sean, por decirlo de alguna manera, poéticamente coherentes", asumen los dos restauradores.

"La poesía popular me hipnotiza", apostilla Gamoneda, el encargado de la reparación de las letras perdidas. "Sobre su trabajo compongo una música para voz cantada, aunque en algunos casos compondré también el acompañamiento de la gaita", señala Pixán, que es el alma de la fiesta, el demiurgo de un proyecto musical que tomará forma, probablemente, a finales de este año. "No será un disco-libro; haremos un libro-disco, que es algo distinto", promete Pixán. "Nuestro fundamento es la canción popular. Desde ella intentamos combatir amablemente, eso sí, estos añadidos que consideramos erróneos", explica Gamoneda.

Desde hace "seis o siete años" Gamoneda pasa el mes de agosto en la aldea de Mouruso, explica el autor del "Libro del frío". "He visto corzos y algún tejón. Mi familia va a la playa, pero yo ya no estoy para ir a la playa", sonríe. "Me quedo trabajando en la casa", añade. "Hace un año, Pixán y yo empezamos a hablar, pero ha sido este verano cuando empezamos a ver más clara la tarea y también las necesidades y posibilidades que comporta el proyecto en el que nos hemos embarcado", explica el poeta ovetense, clásico vivo, influencia presente de una parte significada de los escritores actuales.

"A bastantes cosas mías les han puesto música: desde flamenco a música de cámara, pero yo no intervine para nada en aquellos procesos. No fue hasta la 'Cantata de Jovellanos', de Pixán, en que me puse a escribir versos directamente para ser cantados", comenta Gamoneda. "Vengo aquí, a este merendero, con el ordenador y con un café solo. Le pongo unas gotas de aguardiente y dejo que se enfríe. Hoy llevo seis. Entonces es cuando escribo", reconoce.

Loquillo fue uno de los que eligieron sus poemas para musicarlos. Concretamente, "Blues del amo", que salió en el álbum "La vida por delante". Gamoneda hace un gesto de desprecio. "Me pidieron permiso. Me cuesta trabajo decir que no. Me mandaron el disco. Lo puse y no aguanté más allá de treinta segundos... Quedé horrorizado", confiesa el poeta asturiano. Y, sin embargo, el trabajo que lleva a cabo junto a Pixán no tiene nada que ver con dejar a un músico intervenir sobre una obra poética. "Veo a Antonio muy ilusionado con este proyecto", reconoce.

Lo que tanto Pixán como Gamoneda se han propuesto hacer es "una renovación profunda" de la canción asturiana. "Nuestro criterio no es ley, no es vinculante. Se trata de una propuesta razonada y abierta para dar nuevos aires a este modo de entender la música", señala Gamoneda. "Cuantos más personas se incorporen a este proyecto, mejor para la tonada", se justifica el poeta. "Si consiguiésemos que los asturianos se identificasen con su propia música, seríamos mejores. Si esa música está servida con un buen texto, pues mejor que mejor", añade Pixán. Tanto el cantante como el poeta tienen en mente el histórico Concurso de Cante Jondo que promovieron Manuel de Falla y Federico García Lorca en 1922. "Aquel concurso elevó el nivel del flamenco", reconoce Gamoneda. El flamenco, a partir de ahí, pudo pasar a manos de poetas como Félix Grande o José Manuel Caballero Bonald. "La música popular asturiana debería estar en el gusto de todos. Se puede ir a la ópera, pero también a un concurso de tonada", asegura Pixán.

¿Y cómo se materializa esta propuesta? "Hemos elegido las tonadas más emblemáticas del repertorio asturiano", dice Pixán. Antonio Gamoneda pone un ejemplo: la tonada "Arrimadín a aquel roble". Esta canción la recogió Baldomero Fernández hace ahora un siglo. "La versión que nos ha llegado es singular", asegura Gamoneda: "Arrimadín a aquel roble / di palabra a una morena / el roble será testigo / y ella será mi cadena". El poeta entonces señala: "Luego viene el estribillo: 'Torna la gocha Antona'". "Así pierdes a la morena y todo los demás", bromea Pixán. Lo que Gamoneda ha cambiado ha sido el estribillo: "Tiemble, tiemble / con aire serenu / tiemblen de mucho temblar / tiemblen les fueyines del roble".

Los dos restauradores coinciden en que "Arrimadín a aquel roble" es una canción de autor: "Otra cosa es que éste sea conocido". Dicen que el estribillo "Torna la gocha Antona" seguramente fue "un añadido posterior". Y lamentan que rompe el decoro poético, es decir, la línea lírica marcada en los primeros versos.

Pixán y Gamoneda han trabajado sobre "ocho o diez tonadas". "Queremos llegar a veinte", promete Pixán. Gamoneda sonríe mientras se niega a desvelar más intervenciones suyas sobre otras tonadas. "Están en período de creación", se justifica. "Nuestro proyecto no sólo se va a quedar en las letras y en las músicas. Queremos también alcanzar a la actitud de los cantantes sobre el escenario", comenta Pixán, que se refiere a la afinación temperada. "La canción popular no tiene esta afinación porque se mueve por el autodidactismo. Los cantantes de tonada guardan una afinación espontánea. La capacidad de acierto es discrecional de cada cantante", señala Pixán.

Gamoneda y Pixán se dejan fotografiar bajo una palmera. Después se quedan trabajando en la casa de Mouruso. "A finales de año, o así, estará todo listo", prometen.