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Adiós a uno de los grandes de la empresa española

Grado llora a un profeta en su tierra

Vecinos y conocidos moscones destacan el carácter "solidario y receptivo" de Isidoro Álvarez y elogian los buenos gestos que tuvo con el municipio desde su posición en la cima empresarial

Grado llora a un profeta en su tierra

"¿No lo has oído? Se ha muerto Isidoro". Ésa fue una de las frases más recurridas y más conmovedoras durante la jornada de ayer en la villa de Grado. El gran empresario, el genio de la distribución comercial y el, sobre todo, gran mecenas y colaborador en los intereses del concejo pasaba ayer de figura terrenal a la eternidad de la historia más ilustre del municipio, dejando un legado que muchos reconocen.

A pesar de que desde los 18 años su residencia habitual radicaba en Madrid, Álvarez nunca dejó de lado su pueblo de Borondes, ni tampoco la capital de su municipio. En ésta recibió las primeras lecciones de distribución comercial cuando acompañaba a su abuelo a visitar el mercado semanal, recorriendo los 12 kilómetros de distancia que separan ambos puntos cuando todavía ni siquiera había carreteras.

Son recuerdos como éste los que el empresario siempre tuvo presentes y le llevaron, además de a conservar la casa familiar, a adquirir otras dos más, de las cuales una está actualmente arrendada a unos inquilinos.

Sin embargo, el hecho de poseer tres viviendas en la zona no evitó que su agitada agenda le impidiese venir todo lo que él quisiera. "Desde que se llevó a la madre a Madrid y ésta falleciese en 2010 sus visitas eran mucho menos habituales", cuenta un allegado de la familia que prefiere el anonimato, y que asegura que el presidente de El Corte Inglés no pasaba por Grado desde hace casi un año, aunque sí lo han hecho algunos de sus familiares. "Su hermana vino hace un par de semanas y su sobrina hace mes y pico", relata el mismo hombre, sin ocultar su sorpresa por la noticia del fallecimiento. "Decían que estaba un poco pachucho, pero que no era grave", indica.

Consternados se mostraron también los miembros del colectivo "Amigos de Grado", que aseguran tener recuerdos formidables de los encuentros que tuvieron con Álvarez, que en el año 2006 recibió el premio "Moscón de oro" que otorga el colectivo en reconocimiento a su trayectoria profesional. "Fue todo un referente no sólo en el concejo, sino a nivel personal, pues era una de esas personas emprendedoras que ahora escasean", aseguró ayer el presidente de la asociación, Claudio Menéndez.

De todos modos, el principal legado que dejó para los vecinos de la villa moscona fue su papel fundamental para la rehabilitación del edificio que actualmente alberga la Escuela Municipal de Música. La propia asociación solicitó una reunión con el empresario, que la recibió para atender su propuesta de acometer una actuación que incluye una segunda fase pendiente de crear, un teatro auditorio. "No sólo nos recibió, sino que participó, aportando 50.000 euros para la redacción del proyecto de las obras", recuerda el secretario de "Amigos de Grado", Elías Fernández, con respecto a una persona que los componentes de la asociación describen como "receptiva, solidaria, seria y recta".

Entre las anécdotas que quedan ya para la memoria colectiva de sus paisanos está la pista que delataba sus discretas visitas a tierras mosconas. Cuando pasaba a saludar a alguno de sus familiares la gente lo averiguaba al ver que su Rolls-Royce aparecía estacionado en la conocida plaza de la Blanca. De esas visitas, una de las obligadas era a su prima Marta, la cual declinó ayer hacer declaraciones, pues se confesó "sorprendida" por un desenlace que no se esperaba, pese a conocer el deterioro de salud de su primo.

Muy agradable fue también el recuerdo que dejó durante sus visitas cuando recibió distinciones en el concejo. Muchos recuerdan que durante una comida en Grado se lo estaba pasando en grande charlando y recordando viejos tiempos en territorio moscón. Sus asesores y guardaespaldas no paraban de decirle que tenía que irse para seguir su agenda, pero él intentó alargar lo máximo su estancia. "Poco más y tienen que llevárselo a la fuerza", cuenta emocionado un testigo.

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