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ÁNGEL JIMÉNEZ LACAVE | Oncólogo

"Si una persona quiere morir, a mí, como médico, no me puede obligar a matarla"

"La sedación puede convertirse en una eutanasia involuntaria cuando no se tienen en cuenta el protocolo de actuación y los requisitos éticos"

El doctor Jiménez Lacave, durante su conferencia en el Ateneo Jovellanos. ÁNGEL GONZÁLEZ

El doctor Ángel Jiménez Lacave, quien fuera jefe del servicio de oncología médica del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) hasta su jubilación el 7 de mayo 2011, impartió ayer una conferencia en el Ateneo Jovellanos sobre "Eutanasia: interrogantes que plantea". Jiménez Lacave es presidente de la Fundación para el Desarrollo de la Oncología, una entidad que él mismo fundó y que en los últimos años ha desplegado una intensa actividad científica, social y divulgativa. Nacido en La Rioja en 1946, el doctor Lacave se especializó inicialmente en medicina interna, pero luego optó por formarse en Oncología y asumió la jefatura de este servicio en el HUCA en 1981. Es miembro, entre otras instituciones, de la Organización Europea para la Investigación y el Tratamiento del Cáncer y de la Real Academia de Medicina del Principado. Actualmente dirige el servicio de oncología médica del Sanatorio Covadonga.

-Habla de los interrogantes en torno a la eutanasia. ¿Cuáles son?

-Trato de contestar a cuatro conceptos fundamentales. Primero, del propio concepto de eutanasia porque cuando te hablan de eutanasia y no estás muy introducido en un ambiente médico, intelectual o filosófico se asocia a una buena muerte que es la primera acepción del Diccionario, morir bien. Sobre esa idea, si haces una encuesta, igual sale una mayoría a favor. Sin embargo, la definición de eutanasia desde el punto de vista médico es que se trata de un acto intencional y deliberado, es decir, que se hace con intención y libremente, que causa la muerte inmediata a una persona con una enfermedad incurable y dolorosa.

-Los defensores de la eutanasia utilizan en su defensa el concepto de muerte digna.

-Uno de los argumentos más utilizados para justificar la eutanasia es precisamente ése, equipararlo a una muerte digna. Es cierto que hay un denominador común en todos los seres humanos con respecto a la muerte, y es que a nadie le gustaría morir sufriendo. En ese sentido apenas hay discrepancias. Donde sí las hay es en el concepto de vida digna y calidad de vida.

-¿Y dónde queda la calidad de vida?

-Ahí existen dos grandes tendencias: la primera justificaría la eutanasia para evitar una mala calidad de vida. La otra tendencia es la que considera que la dignidad del hombre no está en la medición de la calidad de vida ni en otras valoraciones que dependan de influencias culturales del momento, sino que radica en la valoración del enfermo en lo que es y del médico en base a lo que hace: todos con igual dignidad, independientemente de sus circunstancias, y desde el inicio hasta el final de sus vidas. Los que defienden la eutanasia en relación con la calidad de vida se podrían incluir, por resumirlo, en las llamadas filosofías inmanentistas, como el materialismo histórico o marxismo (pasado de moda), el positivismo científico, y sobre todo, y últimamente, el laicismo defiende también esta línea. Otro de los argumentos que se utilizan para la práctica de la eutanasia es el de la libertad de conciencia para tomar esa decisión.

-¿En qué se sustenta la argumentación contraria a la eutanasia?

-La ideología que considera que no es correcto practicar la eutanasia aunque lo desee un enfermo procede de la misma ética médica, ya que la misión del médico es curar y, si no es posible curar, aumentar la supervivencia y, si no es posible aumentarla, al menos aliviar. La ética médica no defiende la eutanasia, porque la medicina se basa en mejorar la supervivencia siempre que no empeore la calidad de vida. Ése es el objetivo siempre de una investigación clínica: que sin perder vida, el fármaco mejore el malestar del enfermo, pero no a costa de toxicidad. En este sentido, el papel del médico en cuanto a los límites éticos en el control del sufrimiento tiene algunos aspectos delicados, entre ellos la sedación, que es un terreno muy resbaladizo ya que si no se tiene en cuenta el protocolo de actuación y los requisitos éticos puede convertirse en una eutanasia involuntaria.

-Cuando un enfermo plantea directamente: "Tengo derecho a morir dignamente", ¿qué debe hacer el médico?

-Hay dos cosas en las que estamos de acuerdo todo el mundo: somos libres, todo ser humano tiene libertad de conciencia, y en segundo lugar la crisis económica y financiera que estamos viviendo está basada precisamente en que hay una crisis moral. Ésa es la primera pregunta de Sócrates: ¿lo útil o lo honesto? Pues eso es lo que la gente está viendo, que hay una falta de moral. Ahí está la raíz del asunto.

-¿Cuál debe ser la norma que rija en este sentido?

-La honestidad, tener un criterio ético. Hay un fallo en el aspecto moral en todo el mundo occidental. La clave está en cómo orientar la ética. Como médicos se nos pide que viendo enfermos seamos humanos y profesionalmente correctos, ofreciéndoles lo mejor para que no tengan sufrimiento. En la práctica la gente lo que no quiere es sufrir. Pero que te planteen la eutanasia para quitar sufrimiento, ese debate es como hace quince años el separatismo de Cataluña, que lo decían cuatro extremistas, egoístas, marginales políticos y hoy en día es casi media Cataluña. Luego no voy a caer en esa ingenuidad de que, como es poco frecuente, no tiene importancia. La ética médica te dice que tu misión es seguir un código deontológico, unos criterios de actuación, que es curar o aumentar la supervivencia siempre que no entres en ensañamiento terapéutico, porque eso sería falta de sentido común.

-¿Cómo se debe actuar cuando hay que llegar al proceso de sedación?

-Cuando se hace como corresponde, con la dosis adecuada, avisando a la familia, porque siempre puede haber riesgos, y lo haces con una pericia profesional, que procures administrar la dosis adecuada que es la mínima del fármaco y que consiga el efecto que tú quieres, eso no es matar, sino sedar o aliviar. Ésa es la visión del médico.

-¿En qué lugar queda la libertad o el derecho a decidir?

-Cuando alguien dice que quiere morir lo que se observa es que la libertad de los demás termina cuando te quitan la libertad a ti como médico. Éste es el criterio profesional: si una persona quiere morir, a mí no me puede obligar a matarle.

-Y si se hace debe ser fuera del hospital o el centro sanitario correspondiente...

-Exactamente. Pero eso será mientras los médicos unánimemente piensen como yo porque como nos dejemos embaucar por cuatro marginales que piensan otra cosa te van cambiando la mente. La bioética laica está yendo por esos derroteros.

-¿Qué diferencia a la ética médica de la bioética laica?

-En la bioética laica se defiende la autonomía del enfermo y lo que dice el enfermo está por encima de todo. Pero una cosa es tener la libertad de decidir y otra convertir la ética, que es una filosofía que se encarga de los actos del hombre en tanto en cuanto son buenos o malos, en actuar libremente. No por actuar libremente se vincula que lo que tú haces es correcto.

-¿Qué opina sobre el caso de las sedaciones de Leganés?

-Ahí hubo un médico denunciado porque familiares y personas advirtieron que se ponían dosis exageradas. Pero no fue penalizado ni condenado. Sin embargo, gracias a esa polémica se ha reflexionado bastante sobre los peligros de la eutanasia y hoy se hace con más cuidado ante los riesgos que presenta.

-¿Qué opina sobre la objeción de conciencia?

-Lo correcto sería objeción de ciencia porque si yo me niego a hacer la eutanasia es porque me baso en la profesión, no en ideas, mientras que otros se basan en unos principios que crearon, que son filosóficos, no científicos ni profesionales.

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