Convencido de que la unión hace la fuerza y tras detectar una gran resistencia interna, Francisco Sosa Wagner, eurodiputado de UPyD, decidió actuar como Lutero y clavar su propuesta de pacto con Ciudadanos en un lugar público: las páginas de un diario nacional. La marejada que ocasionó ha tenido dos consecuencias: las dos formaciones están explorando un pacto y Sosa Wagner está de retirada a su cátedra de la Universidad de León, tras renunciar al escaño. Lo hizo después de que la dirección de su partido le destituyera como jefe de la delegación en el Parlamento Europeo.

-¿Qué balance hace?

-Me voy por un lado satisfecho, porque se está explorando un pacto entre las dos formaciones y por otro lado con una sensación amarga. Propuse un pacto públicamente porque detectaba mucha resistencia en la cúpula, pese a que las dos formaciones unidas habrían obtenido en las europeas más de un millón y medio de votos, lo que podría aumentar mucho en las elecciones españolas. Me parecía que era bueno para el país que existiera una opción moderada, democrática y alternativa a los dos grandes partidos que han gestionado hasta ahora la democracia española. Me encontré con una reacción muy agresiva. Los afiliados de UPyD, profesionales que trabajan mucho de una forma generosa, no se merecen esta cúpula directiva. Así UPyD nunca dejará de ser el partido de Rosa Díez.

-Fue ella la que consiguió darle proyección nacional, ya que era una líder conocida.

-Sin duda, Rosa Díez demostró mucho arrojo al crear esta organización, pero una vez que las cosas se ponen en marcha y crecen, se objetivan, o al menos así debería ser. Hemos pasado de ser una pyme a ser una multinacional, con cuatro diputados en el Parlamento Europeo encuadrados dentro del grupo de los liberales, que están presentes en nada menos que en 16 gobiernos, y en cinco ostentan la presidencia. Es un paso enorme que la cúpula del partido no parece ver.

-Parece seguir creyendo en el proyecto. ¿Porqué lo abandona?

-Rosa Díez, a la que no conocía personalmente, me ofreció en 2008 encabezar la lista al parlamento europeo. Acepté, y salí elegido, yo solo. Entré como un paleto, y salí de allí, cinco años después, formando parte de la Conferencia de Presidentes de los grupos del europarlamento. Voté nominalmente 6.333 veces, y participé en 22.000 votaciones, lo que supone un enorme trabajo. En las siguientes elecciones, encabecé el cartel electoral y sacamos cuatro diputados. El balance no es malo, y me parece muy injusto que me quiten la jefatura de la delegación acusándome de negligencia. Por eso decidí renunciar, volver a mi trabajo en la Universidad, y a ser un hombre libre, como siempre he sido.

-La división interna parecía haberse cerrado en el consejo político de septiembre.

-El 6 de septiembre fue uno de los días más amargos de mi vida. Más de 40 personas pidieron hablar en la reunión, y salvo cinco o seis, entre ellos los representantes asturianos, todos salieron a insultarme. A partir de ahí, las relaciones quedaron muy tocadas.

-Su destitución se justifica por falta de colaboración.

-Siempre colaboré con la dirección, aunque en los últimos tiempos por escrito. No acudí a las últimas reuniones a las que estuve citado porque pedí, previamente, que me pidieran disculpas por los insultos, y que volvieran a colocarme en la página web, de donde me habían borrado. No recibí respuesta, más que el comunicado de mi destitución, que considero además ilegal, porque fui elegido en primarias.