Oviedo, Marcos PALICIO

Hace tiempo que el poderoso aparato mitificador del imaginario colectivo estadounidense venera a Virginia Dare, una niña que la iconografía folclórica representa con la piel muy blanca, el pelo muy rubio y los ojos muy azules y que Estados Unidos tiene adoptada como el primer bebé de padres europeos nacido en suelo norteamericano. Hija de colonos ingleses, la historia oficial sitúa su nacimiento el 18 de agosto de 1587 en la efímera colonia de la isla Roanoke, en lo que hoy es el estado de Carolina del Norte. Eso era lo que les habían contado, pero hay registro de un antecesor de raíces asturianas que, según los datos recién revelados por el aventurero y escritor Miquel Silvestre, habría venido al mundo en 1566 en San Agustín (Florida), en la ciudad más antigua, fundada en 1565 por el almirante asturiano Pedro Menéndez de Avilés.

El fruto del alumbramiento se llamó Martín de Argüelles y era hijo de asturianos, de los pobladores originales del asentamiento instituido por Menéndez. Silvestre sustenta el relato en un documento oficial español que, según cuenta, se custodia en la biblioteca del Congreso de Estados Unidos. Sería el primer hombre blanco nacido en EEUU, 21 años mayor que Virginia Dare.

Del giro histórico da fe Silvestre, escritor, aventurero y motero, que recorre el país en moto de costa a costa, que se propuso viajar de San Agustín a San Diego (California) por la vieja ruta comercial de la "Old Spanish Trail" -el "viejo sendero español"-, y que cuenta su experiencia por entregas cada semana en LA NUEVA ESPAÑA. La expedición le ha servido para reencontrar, cuatro siglos y medio después, a Martín de Argüelles. Según desvela en su blog de viaje, el documento que atestigua su origen y el de sus padres lo escribió el propio Argüelles, "siendo adulto, para reclamar unos haberes que le eran debidos como sargento mayor en el virreinato de Nueva España", la entidad territorial establecida durante la expansión del Imperio Español por Norteamérica. En su escrito, sigue el relato de Silvestre, Argüelles "afirmaba haber nacido en 1566 en San Agustín y aportaba unos testigos que certificaban el hecho, así como los servicios prestados a la Corona. Sus padres habían acudido a poblar el asentamiento fundado sólo un año antes por Menéndez de Avilés, marino español de enormes méritos que había sido enviado a Florida para combatir una colonia de hugonotes franceses".

Silvestre llama la atención sobre la evidencia de certeza que supone que haya un documento oficial que certifique el origen y el linaje de Argüelles, mientras que la existencia de Virginia Dare se certifica únicamente, precisa el aventurero, por el testimonio de un colono, porque "su abuelo -según otras fuentes habría sido el padre- regresó a Inglaterra a buscar suministros, pero cuando retornó a América tanto Virginia como el resto de la colonia habían desaparecido".

Sea como fuere, el rescate de la peripecia de Martín de Argüelles remite a otros relatos históricos que constatan la influencia asturiana en la colonización de Norteamérica. Enlaza, por ejemplo, con la teoría que sitúa en San Agustín de la Florida y bajo la presidencia de Pedro Menéndez de Avilés el origen de la fiesta más tradicional del calendario estadounidense, el "Día de Acción de Gracias". Según la tesis que defendió el historiador Michael Gannon, profesor emérito de la Universidad de Florida, el festejo nació el 8 de septiembre de 1565. El primer banquete habría corrido de la cuenta de ochocientos colonos españoles al mando de un asturiano y no, como cuenta la tradición estadounidense, de una idea de los colonos británicos del "Mayflower" instalados en Plymouth (Massachusetts) en 1621.

Por aquella revelación, dirigida directamente al corazón del sagrado acervo norteamericano, el profesor Gannon empezó a ser conocido como "El duende que robó el Día de Acción de Gracias".

Lea la crónica viajera de Silvestre en el Siglo XXI