El castaño asturiano ya puede presumir de ser universal. La madera de este árbol, que ocupa una mancha en Asturias de 80.000 hectáreas, casi el doble de la extensión del parque natural de Somiedo, tiene ya el permiso europeo para utilizarse en las grandes obras de construcción y, por extensión, poder comercializarse por todo el mundo. La Unión Europea ha admitido la regulación aprobada el pasado mes junio (UNE 56.546), en la que se normalizaba la clasificación de este material, se recogían sus garantías y se validaba su utilización para proyectos estructurales.

De esta forma, cualquier arquitecto, ingeniero o profesional cualificado del sector podrá prescribir este tipo de madera para desarrollar las obras que estén dirigiendo o diseñando. Hasta ahora eso no ocurría porque no había un sello de calidad reconocido a nivel europeo que certificara que la madera de este árbol es un material con las suficientes garantías y características técnicas como para ser empleado en grandes construcciones. Una especie de "ITV" de esta madera que acredite sus propiedades esenciales: desde su capacidad de resistencia a la humedad hasta su límite de presión o su tracción.

La madera de castaño asturiano está ya, pues, certificada a todos los efectos para competir a nivel mundial porque ha sido aceptada en la normativa europea (EN 1912) y eso tiene un impacto "muy importante" para esta industria en la región. Se trata del árbol más extendido por toda Asturias, por encima de las hayas y de los eucaliptos, con bosques densos y puros que se distribuyen, principalmente, por el interior de la comunidad. De hecho, la región es la comunidad española con más superficie de castaños puros, por delante de Galicia, Cataluña, Extremadura y Andalucía. "Esto, con el tiempo, va a suponer que el castaño deje de tener una producción marginal para que pueda pasar a ser un porcentaje de la producción industrial de Asturias", señalan fuentes del Principado, que lleva trabajando desde 2009 en el impulso de esta especie a través de un plan estratégico para mejorar su gestión y promoción y combatir sus debilidades, como el chancro y la tinta. "El castaño ha ido perdiendo peso en su utilización industrial en pro del eucalipto. Ahora se abre un mercado muy grande para este material, más allá de lo local, mercados en los que hay mucho más valor añadido", aseguran desde el Principado.

Hasta la fecha, la ausencia de esta certificación reducía el consumo de madera de castaño al ámbito artesanal, en pequeñas dosis y casi siempre bajo pedido. Se vendía al barrio, en el ámbito local. Se hacían sillas, mesas o elementos decorativos con esta madera, pero no se proyectaban grandes estructuras porque al no tener normalizadas sus propiedades y al no tener un sello que respaldase su fiabilidad ningún profesional la recomendaba, y tampoco se podía exportar porque no se conocían sus características. "La madera de castaño es excelente, pero al no tener los requisitos no se usaba", añaden. "Si no ofreces un producto normalizado, con garantías estructurales, dadas por un organismo homologado y con garantías de sostenibilidad no compites", afirma uno de los expertos que colaboran con la Administración.

El sello de calidad del castaño fue otorgado en junio por la Asociación Española de Normalización y Certificación (Aenor). La consejera de Agroganadería, María Jesús Álvarez, aseguró entonces que se ponía "fin a la limitación que existía del uso de castaño, principalmente en obra nueva", y confió en que con la nueva situación este material llegue a nuevos proyectos.