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La sidra de marca "ta pistonuda"

La bebida con denominación de origen cumple una década batiendo récords de ventas, con 1,6 millones de botellas, y prepara ahora su gran salto internacional

Gabino Diego, "embajador de la sidra" de 2014, echando un culete.

El camino no ha sido fácil, pero la denominación de origen ha dejado de ser considerada una extravagancia en las sidrerías y en los establecimientos hosteleros de la región, históricamente poco receptivos, al igual que sus clientes, a cualquier innovación procedente del llagar. Una década después de que salieran al mercado las primeras botellas acogidas a la marca, y tras un complicado proceso de modernización del sector en el que fue necesario vencer numantinas resistencias internas hasta para implantar el etiquetado, la sidra acogida a la denominación rompió el año pasado, y con amplitud, la barrera del millón y medio de botellas vendidas. El récord se ha batido gracias a los altos niveles de producción de manzana y de elaboración conseguidos en la cosecha de 2013, así como al creciente favor del público por una bebida de alta calidad que garantiza una materia prima cien por cien asturiana. Además, también ha tenido que ver el que algunas de las principales marcas asturianas sacaran al mercado nuevos productos, como, por ejemplo, la sidra espumosa de denominación de El Gaitero.

En 2014 se comercializaron 1.677.000 envases con contraetiqueta del consejo regulador de la denominación, lo que supuso un 21% más que en 2013 y todo un récord que la sidra asturiana de alta calidad bate pese a que, con la complicada situación económica actual, el precio medio de la botella es de tres euros, cincuenta céntimos más de lo que cuesta una "normal". No es ésta una cuestión baladí, si se tiene en cuenta que el consumidor habitual de esta bebida siempre se mostró especialmente refractario a cualquier incremento en el precio, hasta el punto de que durante la segunda mitad del siglo XX una subida mínima era noticia de primera página en los diarios regionales y animaba encendidos debates que no consta que se produjesen en el caso del vino o del refresco de cola.

Mirando al futuro, las previsiones que maneja el consejo regulador para el año que viene apuntan a un nuevo incremento de las ventas, hasta rondar los 1,9 millones de botellas. La barrera de los dos millones caerá sin problemas si surte efecto el programa de internacionalización del producto que se llevará a cabo de 2016 a 2019 y en el que se incluye una intensa promoción exterior de la sidra con denominación en sus tres variedades: natural, de mesa y espumosa.

El mercado foráneo, disputado por británicos, galos y vascos, sigue siendo uno de los grandes retos pendientes del sector asturiano, pese a los avances de los últimos años. Las nuevas generaciones de llagareros ya no se escudan en aquello de que la sidra, vaya usted a saber porqué, se estropea al pasar el puerto de Pajares y han llegado a los cinco continentes. Sin embargo, son conscientes de que el futuro está fuera, que hay mucho camino por recorrer y que resulta muy complicado crecer más en un mercado local que consume la mayor parte de una producción que se va a los 40 millones de litros anuales con buenas cosechas. A casi cuarenta litros de media por asturiano, incluyendo bebés y bisabuelos.

La sidra con denominación se hace en su integridad con manzana asturiana de las 25 variedades seleccionadas por el consejo regulador. En estos momentos, hay 26 llagares elaboradores. La materia prima proviene de las 573 hectáreas de pomaradas en las que 274 productores apuntados a la marca cultivan las manzanas con las que se elabora esta sidra. En la última cosecha, que se desarrolló entre el 29 de septiembre y el 4 de diciembre de 2014, se recogieron 2,1 millones de kilos de manzana seleccionada, lo que supuso casi 400.000 kilos menos que en la campaña precedente. Y es que el año pasado fue "veceru". Es decir, se vio afectado negativamente por esa alternancia bianual de cosechas, que, afortunadamente, cada vez se nota menos en las pomaradas asturianas gracias a las mejoras introducidas en las técnicas de manejo de los frutales. Hace una década, la diferencia de años pares a impares estaba por encima del millón de kilos en las variedades de denominación. La diferencia no llega hoy ni a la mitad.

La inmensa mayoría de las 1,6 millones de contraetiquetas que facilitó en 2014 el consejo regulador fueron para botellas de sidra natural. Las variedades espumosas y de mesa, las más novedosas, van más lentas, pero, según fuentes del sector, también están avanzando de la mano de las grandes firmas sidreras.

Cuando la sidra de marca llegó al chigre, en 2004, el número de botellas superó ligeramente las 300.000 y la barrera del medio millón no se batió hasta 2007. Dos años después, en 2009, el consejo superó el millón de envases. Entre 2010 y 2013, las ventas se estabilizaron en el entorno de los 1,3 millones, hasta que el pasado año dieron el gran salto hasta los 1,6 millones para cerrar con brillantez la primera década de historia de la denominación. En este periodo, el número de llagares adscritos a la marca pasó de los 16 de 2006 a los 26 de la actualidad, y el de cosecheros subió de 232 a los 274 que cultivan hoy la materia prima de una sidra de alta calidad que "taría pistonuda" para Manuel Fernández Avello, periodista de LA NUEVA ESPAÑA, Cronista Oficial de Oviedo y autor del imprescindible vocabulario del lagar publicado en 1964.

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