Alcedo es un pueblo del concejo de Belmonte donde viví mi niñez y juventud hasta que, en la década de los ochenta, mi familia, como tantas otras del ámbito rural asturiano deprimido por una explotación poco rentable de subsistencia y el abandono institucional al que eran sometidas, se vio obligada a buscar nuevas expectativas en las zonas más industrializadas de la comunidad. No obstante, el arraigo y el cariño hacia el pueblo no se desvanece con el tiempo, ni el interés por conservar en condiciones óptimas las viviendas y poder volver a ellas siempre que la ocasión lo facilite. Este deseo, en mi caso, lo dificulta el abandono en que se encuentra el camino vecinal que comunica la casa con el resto de viviendas, hasta el punto de que es casi imposible acceder en coche.

Puestos en contacto con los responsables del Ayuntamiento, para comunicar dichos desperfectos y requerir una actuación que por normativa es competencia municipal, no obtuvimos más que una negativa, interesándose tan sólo por la habitabilidad permanente de la casa y las personas censadas en la misma.

De esta respuesta se podría deducir que sólo se opta por conservar los caminos públicos que comunican viviendas habitadas de continuo. Sin embargo, considerando las más de veinte casas que hay en el pueblo, donde apenas en cinco de ellas se vive de manera permanente y observando los arreglos realizados en los últimos tiempos, se ve claramente que tampoco esa opción se respeta.

Por tanto, quiero mostrar desde este medio mi desacuerdo con los responsables municipales del Ayuntamiento de Belmonte, pues creo que no disponen de criterios establecidos y conocidos por todos para la realización de las pequeñas obras de acondicionamiento de los pueblos, principalmente las que se refieren al mantenimiento de los caminos vecinales como es su competencia, por lo que su actuación parece responder más a motivos electoralistas que a prestar unos servicios vecinales no discriminatorios.