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Instrucciones para manejar a un oso

Los expertos aconsejan dar marcha atrás y actuar con calma en el caso de encontrar un plantígrado para evitar un ataque como el sufrido por un joven en Cantabria

Instrucciones para manejar a un oso

Quien piense todavía que los osos son tan amorosos, como los que protagonizaban aquella famosa serie televisiva de los años ochenta, está muy equivocado. Esta imagen a veces hace olvidar que los plantígrados son animales salvajes, que aunque por lo general rehuyen del contacto humano, en ocasiones reaccionan de forma agresiva si se sienten amenazados. Prueba de ello, es el ataque que sufrió este miércoles un joven de 35 años en la localidad cántabra de Villaescusa. La víctima, que caminaba por un bosque del monte de El Bardal, estaba haciendo fotos cuando un oso le sorprendió, rompiéndole un brazo y causándole desgarros en la extremidad. Aunque todavía se desconocen las causas del suceso, la hipótesis que se maneja es que el joven podría haberse acercado demasiado a una cría y eso desató la furia de la madre. Lo que está claro, reconocen los expertos, es que un plantígrado no ataca "así porque sí". De hecho, lo normal es que huyan en el momento en el que detectan alguna presencia humana a su alrededor. "Es la mala actitud del hombre hacia la naturaleza la que genera siempre problemas", opina el presidente del Fondo para la Protección de Animales Salvajes (Fapas), Roberto Hartasánchez.

Con el incidente de Cantabria, ya son cinco los casos de ataque que han tenido lugar en la Cordillera Cantábrica en las últimas dos décadas, según datos de la Fundación Oso Pardo. Su responsable, Guillermo Palomero, precisa que todos se produjeron en la subpoblación oriental y responden al mismo patrón de acción: la carga rápida de un oso que se siente amenazado por la proximidad de personas. "No hay ensañamiento; sólo derriban el obstáculo y se van", matiza Palomero. No obstante, el ataque más dramático sucedió en cautividad en el parque recreativo de Sobrón, en Ávila. Dos machos acabaron con la vida de su criador, José Ignacio Aresti, en abril de 2001, tras intentar reintroducir a uno de ellos en la jaula.

Aunque la posibilidad de que un oso se comporte de forma agresiva es realmente pequeña, según los expertos, mejor estar prevenidos. Y más ahora que la población osera parece estar repuntando en la región: hay cerca de 250 ejemplares, el triple que hace veinte años. Partiendo de estos datos, ya no parece raro encontrar a un oso en el interior de una cabaña como sucedió en Belmonte de Miranda con "Balbina" -la hembra falleció tres días después de que fuese rescatada por múltiples tumores que afectaron al hígado- o ver a un plantígrado correr a toda velocidad por una carretera de Grado, como ayer difundió la edición digital de LA NUEVA ESPAÑA. Pero hay ocasiones en las que el encuentro se produce cara a cara. Para salir sanos y salvos de él, hay que saber cómo actuar.

Lo principal, según Hartasánchez, es respetar al animal. "Si nos ve, lo normal es que el oso salga corriendo. Ahora bien, si nos acercamos a él o a sus crías, pues posiblemente nos ataque", comenta. El responsable del Fapas critica las carreras que se organizan por la noche en zonas montañosas de Asturias, como Somiedo, a las que se opone rotundamente. En condiciones normales, afirma Guillermo Palomero, lo aconsejable es "hacerse notar, pero sin brusquedades" para que el animal perciba con suficiente antelación la presencia del turista y cambie de rumbo. Para ello, hay alzar la voz (sin gritos) y mover los brazos.

"Los osos tienen un olfato y un oído finísimo, sin embargo, su vista no es tan buena. Por eso, es conveniente moverse para que nos vea", destaca Palomero. Si aún siguiendo estos consejos, el plantígrado se interpone en nuestro camino, hay que evitar el exceso de confianza y no mostrar pánico. Es decir, uno nunca debe de acercarse más de la cuenta al oso ni gritar de forma alocada. Tampoco sirve de nada alzar los brazos para aparentar ser más grande ni echar a correr de forma desesperada. Lo ideal es mantener la calma y apartarse de su ruta con normalidad y sin perder de vista al ejemplar. En el supuesto de encontrarse con una hembra y sus crías, la respuesta del turista debe ser mucho más rápida, ya que la situación de riesgo es mayor. En estas situaciones, la Fundación Oso Pardo recomienda alejarse despacio del lugar y disfrutar de los osos a la mayor distancia posible.

Si no se siguen estos pasos, el visitante está poniendo en peligro su vida, ya que el oso puede actuar de forma agresiva. Esto sucede cuando el animal fija la mirada en una persona de forma ininterrumpida durante unos minutos, mueve los labios y la mandíbula de manera reiterada, hace vocalizaciones (ruidos) constantes y realiza pisoteos con las patas delanteras. Así que mejor no enfurecerlo. No, no son tan amorosos.

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