La niebla sigue causando estragos en el tramo de la Autovía del Cantábrico (A-8) entre las localidades lucenses de Mondoñedo y Careira, por donde la traza discurre a una altitud que roza los 700 metros en el alto del Fiouco. La escasa visibilidad ocasionada por este fenómeno atmosférico obligó a cerrar este trayecto de 16 kilómetros de longitud poco antes de las once de la mañana del pasado sábado y el tráfico seguía desviado por la antigua carretera N-634 a última hora de ayer.

Los problemas con la niebla en esta parte de la Transcantábrica son constantes desde que la ministra de Fomento, Ana Pastor, cortó la cinta inaugural en febrero de 2014. La baja visibilidad provocó el pasado verano un accidente múltiple en el que falleció una persona y resultaron heridas varias más.

Las mejoras de señalización introducidas en los últimos meses en el tramo no han surtido efecto. Tampoco las balizas luminosas ni un radar de tramo. El Ministerio de Fomento tiene previsto lanzar en breve un concurso de ideas para dar con una solución definitiva que evite los que ya son habituales cortes de tráfico. Hasta el momento, la única alternativa que se ha puesto sobre la mesa consiste en cubrir con dovelas la parte del trazado en la que se concentran los bancos de niebla, como si se tratara de un falso túnel. El problema es que supone una inversión importante en una vía en cuya construcción se emplearon 192 millones de euros. Además, esta opción obligaría a desviar todo el tráfico por la N-634 durante la ejecución de las obras.

Las complicaciones técnicas ya produjeron un considerable retraso en la apertura del tramo, donde se levantaron dos grandes viaductos que no estaban previstos en el proyecto original, y también encarecieron de forma notable el coste de la actuación. Este trazado de Mondoñedo fue el último de la Transcantábrica en entrar en servicio en el itinerario gallego de la autovía.