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Los mayores problemas son la falta de espacio, la humedad y las ratas

Humedades en uno de los servicios públicos del TSJA. MIKI LÓPEZ

El TSJA. Veneno para las ratas en las esquinas de muchas de las dependencias; manchas de humedad recorriendo las paredes del edificio; goteras; cables a la vista por los suelos de los despachos... Estas son algunas de las deficiencias que sufren los magistrados y el personal del TSJA, el máximo órgano de la judicatura asturiana, cuya ubicación física se reparte entre los palacios de Valdecarzana y Camposagrado. Ambos inmuebles están separados entre sí por una calle peatonal, lo que obliga a que los funcionarios trasladen a diario cantidad de documentos en un carrito de un edificio a otro. Además, la distribución interior en ambas sedes no está adaptada a las necesidades, lo que obliga a que los magistrados tengan que compartir despachos, lo que provoca graves trastornos y disfunciones. La Sala de lo Contencioso no tiene un espacio en el que los jueces se puedan reunir para deliberar.

Los Juzgados de lo Penal de Oviedo. Pese a su reciente construcción, incumple todas las pautas racionales de distribución y de accesibilidad para personas con movilidad reducida, además de ser un laberinto de pasillos y de plantas que hace que lo más fácil sea perderse. El servicio para minusválidos está ubicado en la planta baja, pero encontrarlo ya es un reto. Y una vez que se llega a él, si se va a en silla de ruedas es imposible acceder por la estrechez de la puerta. Si entra, sentarse en el inodoro es un éxito por la falta de espacio. Otro desafío es la visita al médico forense, al que muchas personas acuden en silla de ruedas normalmente tras haber sufrido un accidente. Pues para acceder al despacho donde se pasa consulta, ubicado en la planta 0, hay que bajar tres escalones. Algo imposible. Hay que coger un ascensor para subir a la primera planta y allí hay que buscar otro ascensor que accede directamente al hall donde se ubica la oficina. Pero una vez allí, el médico tiene que salir a atender al paciente a la sala de espera, porque el ancho de la puerta de la consulta no permite el paso de la silla de ruedas.

Además, la oficina del Decanato, que realiza las funciones de Registro y Reparto de asuntos está en la tercera planta y al final de un pasillo laberíntico. Y en la planta baja no hay oficina de atención al público, con lo que el personal de vigilancia de acceso al edificio se ve obligado a realizar esta función.

El Juzgado de Cangas de Onís. La justicia se la tragan los ratones y se la comen las termitas. Los documentos guardados en los tres archivos-penal, civil y mixto- se encuentran al borde de la desaparición como consecuencia de la acción de estos animales y de la humedad. La solución para acabar con los roedores es visible en cada esquina, donde se han instalado las ratoneras. En cuanto a las termitas, que se detectaron en septiembre, de momento sólo hubo un registro para localizar el foco de las mismas y un proyecto de fumigación sin fecha para acabar con ellas. En la sala de vistas no funciona el único radiador existente, y en el verano no se pueden abrir las ventanas, cuyos cristales resquebrajados aparecen remendados con celo. Varios trozos de cartón ejercen la función de contraventanas y faltan trozos del marco, según denunció la juez Emma Fernández Lemus, que ocupa la plaza desde hace más de un año. Las termitas también hicieron mella en los armarios de la oficina de lo Penal, donde cuentan con un solo fax multifunción para todos. "Cuando lo trajeron ya era de segunda mano; cada poco se estropea", explicó la juez, que califica la situación de grave al tratarse de un juzgado que atiende casos de violencia de género que exigen una pronta notificación. Fernández lamentó la falta de personal -hay nueve personas más la juez y el secretario- en un juzgado que tramita 700 expedientes civiles al año, además de 300 ejecuciones y 200 de registro civil. "Tenemos una carga superior al 150% de trabajo", explicó Fernández.

El Juzgado de Infiesto. Las instalaciones se inauguraron a finales de los ochenta y no se han vuelto a tocar, con lo que se han quedado pequeñas y están llenas de humedades. El pasillo utilizado como sala de espera lo comparten desde los padres que van a registrar a sus hijos hasta detenidos que esperan para declarar, además de abogados y procuradores, que tienen que leer los expedientes en una mesa habilitada en medio del pasillo y guardarlos en un viejo armario compartido. "Es lamentable porque en casos como los de violencia de género mandamos a la víctima a esperar fuera de las dependencias para que no esté con su agresor", apuntan respecto a la ausencia de salas diferenciadas. Los archivos pueblan casi todos los rincones del edificio y las humedades se pueden ver en multitud de paredes, especialmente en la sala del médico forense. Allí el olor es casi insoportable. Tampoco hay sala de espera. El servicio destinado al público está repleto de material de limpieza, y el del personal tiene que tener la puerta abierta porque es donde está el servidor del sistema informático, que necesita refrigeración.

El Juzgado de Luarca. Ubicado en el entresuelo de un bloque, la principal deficiencia es que no tiene ascensor para evitar los 50 empinados escalones que separan la calle del piso. El secretario, Dimas Juan Arechaga, asegura que las instalaciones, con más de 40 años de vida y pocas reformas, "no dan para más". La falta de ascensor obliga a tomar declaraciones en el portal, e incluso se han emitido autos para hacerlo en el juzgado de paz de Navia porque el interesado estaba en silla de ruedas. Una vez dentro, las deficiencias son notorias. A la gotera que adorna el pasillo se suma que algunas ventanas de la sección Penal no se pueden abrir y otras tienen cinta para evitar el paso de frío en invierno; en el aseo de la jueza no hay agua y los públicos se encuentran en dudosa situación de higiene, según los trabajadores. En el despacho del secretario no caben dos personas y cuando se celebran juicios (y especialmente en los casos de violencia), las cosas se complican. "Tenemos que hacer esperar al acusado a la entrada, y a la víctima la movemos de un lugar para otro en función de las circunstancias", detalla Juan Arechaga. El Juzgado carece de seguridad y de salida de emergencia. De momento, no hay propuesta de cambio de sede, si bien los gobiernos municipales del pasado mandato apuntaron la posibilidad de trasladar el juzgado de Luarca al antiguo colegio menor o a la sede de Hacienda, ambos en Villar de Luarca.

Los juzgados de Langreo y Laviana. En el caso de Langreo están dispersos, son pequeños y el del Penal se ubica en un piso bajo, de alquiler, con una reducida sala de vistas fría, húmeda y a nivel inferior de la calle. En el edificio que alberga los de Laviana se hicieron obras en la quinta planta para ubicar una sala de vistas. Los trabajos quedaron a medias. En el vestíbulo del edificio se habilitó una recepción que está sin uso y sin personal. Y la oficina de lo Penal tiene como única ventilación unas ventanas tipo tronera que sólo se abren por arriba.

El Juzgado de Llanes. Se ha inundado ya en dos ocasiones, afectando a ordenadores, sistema eléctrico y archivos.

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