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Tras la investidura del presidente del Principado

Pistas para una legislatura compleja

Los seis grupos políticos de la Junta afrontan cuatro años en los que tendrán que ceder en parte de sus postulados si dan prioridad a los intereses de los asturianos

Reunión entre las delegaciones de IU (a la izquierda) y el PSOE. MIKI LÓPEZ

Los asturianos eligieron el 24 de mayo pasado el parlamento más plural de la historia democrática de Asturias, con seis partidos. El mensaje de los ciudadanos fue claro: negociar para afrontar el futuro de Asturias y dar puerta a las mayorías absolutas o amplias que, a la vista de los resultados, no se tradujeron en una Asturias con un modelo productivo sólido y fuerte para soportar los embates de la crisis y, en cambio, fueron caldo de cultivo para los casos de corrupción a los que el mapa político asturiano no ha podido sustraerse.

Los partidos tienen ante sí el reto de ceder en parte de sus postulados y señas de identidad para ser capaces de negociar más sobre las coincidencias, orillando las discrepancias, si es que dan prioridad a los intereses de los asturianos. La mayor responsabilidad, una vez confirmada la investidura de Javier Fernández, corresponde al PSOE, que finalmente tuvo que mojarse con compromisos concretos con IU cuando, a la vista de las conversaciones del primer mes, parecía más interesado en repetir la estrategia de la geometría política variable de la legislatura precedente. Un objetivo a medio camino entre la ingenuidad y la soberbia, dado que los socialistas salieron del 24-M con 14 escaños, tres menos de los que tuvieron en el anterior mandato en el que ya habían perdido un centenar largo de votaciones en el parlamento.

El PP anduvo tan sobrado de ilusión, justificada en parte tras cuatro años como "segundones" del centro derecha, como corto de realismo y pragmatismo, al pensar que podía sacar adelante, con el recién estrenado apoyo de Foro, algo más que estériles empates, que abocaban a la repetición de elecciones autonómicos. Ni siquiera un hipotético respaldo de Ciudadanos hubiera bastado a los populares una vez que IU se comprometió a cerrar el paso a la derecha y, de paso, a no repetir la experiencia traumática de 1995. Podemos, amagos aparte, nunca osó en dar paso en Asturias a un gobierno "made in Rajoy"; como mucho, jugó la baza de "un uso variable y parcial de los votos" para bloquear o sembrar la incertidumbre sobre la investidura de Javier Fernández.

Izquierda Unida de Asturias se la ha jugado en un momento crítico para la organización más allá de Pajares y el Negrón. Gaspar Llamazares representa la mayor fortaleza de una formación barrida por Podemos en el resto del país. De ahí que no sea extraño que los dardos más envenenados del partido de Pablo Iglesias compartan diana en Gaspar Llamazares y el PSOE. La coalición tiene la tarea complicada de servir de puente entre socialistas y podemistas sin saltar por los aires en el volátil escenario político asturiano bajo la acusación de ser la muleta o salvavidas del PSOE. De ahí que Llamazares haya puesto deberes al futuro Gobierno nada más confirmarse la investidura de Javier Fernández.

Podemos empezó retransmitiendo en directo sus reuniones y acabó rodeando de misterio su voto para la investidura, que se decidió, como reconoció Emilio León, tras un profundo debate en su seno, en el que si bien había voces dispuestas a hacer pagar al PSOE un peaje por lo que entendían episodios de soberbia, como el veto en Oviedo a Somos o el ninguneo en la votación de Mesa de la Junta, también había quienes sostenían que era hora de pasar capítulo y ponerse a trabajar para buscar soluciones a los problemas de la gente. Al final Podemos optó por la abstención, su voto más previsible y lógico en una formación que debe pasar la reválida de demostrar madurez si es que tiene vocación de llegar al Gobierno.

Foro tuvo su momento de gloria hace tres semanas cuando provocó un empate que tenía un recorrido muy corto en un parlamento donde 28 de sus 45 diputados se dicen comprometidos con ideas de izquierda. Tendrán que remar mucho para recuperar ese protagonismo. Y Ciudadanos aspira a ser el partido del centro, un objetivo que se ha esforzado en visualizar al proclamar que tienen puntos en común tanto con las fuerzas de izquierda como con las derechas, una equidistancia que querrá mantener a toda costa.

La aritmética parlamentaria salida de las urnas el pasado 24 de mayo resulta endemoniada, hasta el punto de que de los socialistas sólo tendrán garantizada la mayoría absoluta, necesaria para sacar adelante leyes o presupuestos regionales, bien con el apoyo de Podemos o con el PP ante la quimera que entrañaría pactos multilaterales que incluyan a IU, Ciudadanos y Foro. En ese escenario, o hay diálogo con cesiones o la legislatura resultará fallida y estéril.

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