El presidente electo de Asturias, Javier Fernández, trabaja en la construcción de su nuevo equipo de gobierno con la vista puesta en renovar al menos a la mitad del actual Consejo de Gobierno. Por ahora, sólo dos de los consejeros tienen garantizada su continuidad, Dolores Carcedo, que previsiblemente mantendrá la Consejería de Hacienda y Sector Público, y Guillermo Martínez, hasta ahora consejero de Presidencia y portavoz del Gobierno.

Los otros seis consejeros del Gobierno saliente están en el aire, y aún no se ha despejado quiénes continuarán y quiénes dejarán paso a las "nuevas caras" que pide para el nuevo Ejecutivo asturiano el socio de investidura, IU.

El consejero de Economía y Empleo, Graciano Torre, aseguró ayer, tras ser preguntado en una rueda de prensa, que "siempre trabaja como si fuese a hacerlo toda la vida pero siempre con la maleta preparada por si tuviera que marcharse de la consejería al día siguiente". La lucha contra el desempleo es uno de los ejes de la nueva legislatura, en la que el Presidente pretende impulsar sectores clave de la economía regional, lo que podría inclinar la balanza en la búsqueda de un nuevo perfil para afrontar estos retos. La larga trayectoria de Torre en los gobiernos socialistas asturianos también puede pesar en su contra a la hora de adoptar una decisión sobre su continuidad.

En un caso similar se encuentra la consejera de Agroganadería, María Jesús Álvarez, también con una larga trayectoria en el PSOE asturiano. Los cambios que afronta el sector agroganadero, con la desaparición, por ejemplo, de las cuotas lácteas, hacen de esta consejería uno de los "puntos calientes" de la nueva legislatura.

El consejero de Sanidad, Faustino Blanco, fue uno de los más polémicos del gobierno saliente, aunque en su haber tiene haber conseguido culminar el traslado del HUCA, que estaba enquistado. Fernández podría inclinarse por un perfil más suave para intentar pacificar a la sanidad asturiana, que durante los tres últimos años vivió momentos de auténtica guerra interna.

Caso similar es el de Ana González, consejera de Educación y Cultura, que también ha afrontado numerosos conflictos en su área de actividad. En ambos casos, son personas con capacidad de confrontación, aunque está por ver si es eso lo que Fernández considera adecuado para un gobierno que estará en extrema minoría parlamentaria (14 diputados, más bajo que nunca), y que está condenado a entenderse con sus oponentes políticos. Belén Fernández, en Fomento, y Graciela Blanco, en Bienestar Social, completan el gobierno saliente. Su continuidad tampoco está despejada.

En parte, el baile de nombres dependerá de la capacidad de hacer nuevos "fichajes", algo que, según fuentes del socialismo asturiano, no es fácil, en un momento en el que el ejercicio de la política no está especialmente reconocido, y con un panorama político difícil. "Decirle a alguien que asuma este reto y de la cara por un gobierno socialista cuando no siente los colores, y conseguir que dé el salto, perdiendo en ocasiones dinero, es complejo", valoran dirigentes regionales. Entre los nombres socialistas que suenan, está la exalcaldesa de Avilés Pilar Varela; el exconcejal de Gijón y profesor universitario Francisco Blanco o la diputada nacional María Luisa Carcedo.