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"Pokémon", el agua turbia del PP

El auto de la juez que investiga las concesiones municipales da munición a Mercedes Fernández para desembarazarse de Joaquín Aréstegui y la refuerza frente a Iglesias Caunedo ante el congreso regional previsto para el año que viene

Mercedes Fernández y Joaquín Aréstegui, en 2012.

Viajes a Nueva York, Florida y Croacia, obras en casa, escondrijos de dinero, tarjetas para invitar a cargos municipales y facilitar la obtención de servicios. Este es un resumen a trazo grueso de la descripción que hace la jueza Pilar de Lara en el auto que remitió a la Audiencia Nacional del "caso Pokémon", una supuesta trama de corrupción en ayuntamientos de Galicia y Asturias a cambio de la obtención de servicios públicos. En el escrito, tres nombres destacados del PP asturiano: el presidente popular de Avilés, Joaquín Aréstegui; el exalcalde y concejal de Oviedo Agustín Iglesias Caunedo, y el exconcejal gijonés Manuel Pecharromán. Ninguno de ellos ha sido imputado, pero las acusaciones que se hacen en el auto llegan en un momento delicado, cuando la lucha contra la corrupción es una de las exigencias de los ciudadanos.

El caso no sólo tiene (si es que al final las tiene) implicaciones judiciales. También posee un trasfondo político, dentro y fuera del PP asturiano.

El personaje público de la región que peor parado sale del "caso Pokémon" es, sin duda, Joaquín Aréstegui, cuyo domicilio fue registrado por agentes de Vigilancia Aduanera hace poco más de una semana. Según fuentes del caso, los agentes se incautaron de "material comprometido" hallado en escondrijos, así como de dinero. El caso está bajo secreto de sumario, aunque la juez indicó que cuando se ordena un registro de estas características hay "pruebas indiciarias" que lo aconsejan.

Según el auto judicial remitido a la Audiencia Nacional, Aréstegui (que trabaja en la sociedad estatal Parque Empresarial Principado de Asturias) se habría beneficiado, con cargo a la presunta "trama del agua" de la rehabilitación de un inmueble, dinero en efectivo, la compra de muebles para su vivienda, pagos de viajes, comidas y gastos extraordinarios, a través de Joaquín Fernández, expresidente del PP de San Martín del Rey Aurelio, imputado en la trama como "abrelatas", es decir, la persona encargada de facilitar las relaciones entre la empresa Aquagest y los responsables de aprobar concesiones públicas.

Tras salir a la luz el auto, la presidenta del PP asturiano, Mercedes Fernández, exigió a Joaquín Aréstegui, que estaba fuera de la región, que ofreciera las debidas explicaciones públicas. Aréstegui compareció ante los periodistas y defendió su inocencia: aseguró que cuando se produjo la presunta trama no tenía ninguna capacidad de decisión sobre adjudicaciones municipales, ya que el PSOE gobernaba en Avilés, y destacó que "todo estaba aclarado", respecto a las explicaciones públicas que le había pedido Mercedes Fernández. La líder popular ha declinado dar por cerrado el caso, asegurando que su partido "está valorando" si tomará medidas disciplinarias contra el dirigente avilesino, que fue diputado regional hasta 2012.

No obstante, no se le ha abierto expediente disciplinario, ya que el dirigente popular no está imputado. Aréstegui se ha negado a dimitir. Su posición en el partido es endeble, ya que su permanencia choca diametralmente con el discurso de limpieza y de mano dura con la corrupción que pretende encarnar la presidenta del PP asturiano, a la que, según algunas fuentes, "ganas no le faltan". De hecho, desde que Mercedes Fernández llegó a la presidencia del PP, en 2012, para intentar suturar las heridas abiertas por la crisis que dio lugar al nacimiento de Foro Asturias, marcó mucha distancia con el veterano Aréstegui , que fue marginado de la dirección regional y de cualquier cargo autonómico.

En situación distinta está el exalcalde de Oviedo, Agustín Iglesias Caunedo, al que el auto le imputa haber realizado, junto a exedil gijonés Manuel Pecharromán, viajes a Estados Unidos y a Croacia a cargo de la empresa Aquagest en el año 2009. Ambos dirigentes han asegurado que pagaron el viaje de su bolsillo, dándole el dinero a Joaquín Fernández, que lo organizaba y con el que mantenían una relación de amistad.

A falta de conocer la evolución jurídica y política del caso, fuentes cercanas a Agustín Iglesias Caunedo insisten en que no tiene nada que ocultar, ya que pagó los viajes y Aquagest no se benefició de ningún contrato del Ayuntamiento de Oviedo.

Es, sin embargo, un varapalo en la imagen pública de un político que se perfilaba como nuevo hombre fuerte del PP asturiano. Delfín de Gabino de Lorenzo, Caunedo mantiene una relación personal muy buena con la generación más joven de líderes populares, a través de su militancia común en Nuevas Generaciones. Durante la peor época para el PP regional, tras la crisis con Foro, llevó con mano firme las riendas del Ayuntamiento de Oviedo, la institución con mayor peso que los populares tenían en Asturias.

Las relaciones del PP de Oviedo con la dirección regional eran corteses, pero frías: parecía inevitable que más temprano que tarde Iglesias Caunedo reclamara el liderazgo del PP asturiano, pero no había prisa. Primero tenía que revalidar la Alcaldía enfrentándose a las urnas. A Iglesias Caunedo le convenía, según algunas fuentes, que ante el partido quedara patente quién era el hombre providencial para recuperar en Asturias el pulso del PP. Y por eso, algunas fuentes cercanas a la dirección regional ven su mano en los conflictos que estallaron en la precampaña electoral en Gijón, encabezados por su amigo Manuel Pecharromán (también afectado por el "caso Pokémon"). La impugnación del congreso gijonés, que finalmente fue tumbado por los tribunales, fue un golpe para Mercedes Fernández cuando debía enfrentarse a las elecciones de 2015.

Durante la campaña, la presidenta regional y Agustín Iglesias Caunedo hicieron la guerra por libre. Los colaboradores del segundo estaban convencidos de que la "marca PP" restaba, y que Mercedes Fernández tampoco sumaba votos en Oviedo. Desde el entorno de la dirección regional les reprochan que no repartieran, por ejemplo, papeletas de voto de la candidata regional en algunos de sus actos electorales. Y es que si Iglesias Caunedo revalidaba la Alcaldía de Oviedo, sacando ventaja sobre los votos obtenidos por el PP en Asturias, tendría un argumento claro para hacerse con las riendas del partido en el próximo congreso, que se prevé para el año que viene.

Las cosas, como es patente, se torcieron. El PP de Asturias ganó en las elecciones regionales un diputado, y Caunedo mantuvo sus once concejales, pero con una Corporación mayoritariamente de izquierdas que formó un gobierno tripartito encabezado por el PSOE y le descabalgó de la Alcaldía.

El auto del caso Pokémon dificulta su trayectoria interna en el PP, aunque la política, que es una partida de cartas muy larga, dirá.

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