Todos los años, los miembros de las brigadas de refuerzo contra incendios forestales tienen que realizar una dura prueba: recorrer 4,8 kilómetros con una carga de 20 kilos a la espalda en un plazo de 40 minutos. Aquellos que no la pasan se enfrentan al despido, aunque lleven en las brigadas un montón de años. En plena campaña veraniega de incendios, los miembros de las brigadas se han puesto en huelga indefinida. Hoy, martes, cumplen quince días de movilización, durante los que no han dejado de acudir a los incendios que se registran en la región, incluso de forma voluntaria. Y es que nadie les puede negar a estos brigadistas su responsabilidad frente al enemigo común que es el fuego.

Los brigadistas de Tineo trabajan cuatro días en turno de mañana, de ocho a cuatro de la tarde, descansan dos días y luego trabajan otros cuatro en turno de tarde, de cuatro a diez de la noche. Si hay incendios, la jornada laboral puede alargarse catorce horas. Los brigadistas son trasladados en helicóptero hasta la vorágine de los incendios, donde se les deja para que ataquen las llamas en medio de situaciones de alto peligro. Este año llevan dos intoxicados por monóxido de carbono.

Cobran un salario de 900 o 920 euros al mes. "Nos salvan los 112 euros de peligrosidad que cobramos todos los meses, a razón de 3,5 euros diarios", dice Jesús Codino, representante de los brigadistas de Tineo y miembro del comité de huelga. Los trabajadores no han dejado de reunirse con los representantes de la empresa que les emplea, Tragsa, que ha recibido la encomienda de este servicio de manos del Ministerio de Medio Ambiente. Las horas extras se pagan a 9,5 euros la hora.

Los brigadistas consideran que estas condiciones no son de recibo, teniendo en cuenta que se la juegan cada día que se enfrentan a un fuego, y que el nivel de exigencia que se les reclama no desmerece al de un bombero profesional. "Es sangrante que tengamos que jugarnos la vida por ese dinero", añade Codino. Entre las pancartas que muestran durante sus reivindicaciones, hay alguna bastante elocuente: "El fuego nos calienta y Tragsa nos quema"; o "en los incendios forestales nos la jugamos, en el sueldo nos la juegan".

La primera de sus reivindicaciones, sin embargo, no es otra que se les reconozca la categoría profesional de bombero forestal. Esto les permitiría un coeficiente reductor de la edad de jubilación y poder acogerse a las enfermedades profesionales del sector.

Otra de las reivindicaciones tiene que ver con los exámenes de aptitud que realizan todos los años. Piden simplemente que un descenso en sus capacidades físicas no se traduzca necesariamente en un despido, y contar con una segunda actividad para el momento en que no puedan estar en primera línea de fuego. Jesús Codino explica que los trabajadores que hayan sufrido una merma de su capacidad física pueden ser empleados en labores de prevención, como la habilitación y limpieza de cortafuegos, actividad que realizan fuera de las temporadas de incendios, que son de marzo a abril, y de julio a octubre.

El caso es que la disponibilidad de estos trabajadores es máxima. Aparte de que se les pueda alargar la jornadas hasta las 14 horas si lo requieren las necesidades, la empresa Tragsa, en caso de apuro, puede trasladar a estos brigadistas a cualquier punto del país. Al tratarse de un colectivo enmarcado en la actividad de emergencias, los servicios mínimos son bastante amplios. Debe estar disponible un 50 por ciento de los trabajadores del turno de mañana y el 75 por ciento del turno de tarde. "Las movilizaciones relacionadas con la huelga se realizan fuera del horario laboral", indica Jesús Codino.

Los sesenta brigadistas de Tineo protagonizaron un encierro en las instalaciones por la noche, momento en el que teóricamente no se presta el servicio de refuerzo. No obstante, en plena huelga, y por responsabilidad, los brigadistas acudieron incluso de forma voluntaria para participar en la extinción de la reciente ola de incendios registrada en el occidente de la región.

Finalmente, estos empleados de Tragsa quieren que se les mejore el sueldo y piden un incremento del 30 por ciento, menos de 300 euros, lo que elevaría su mensualidad hasta los 1.100 o 1.200 euros. Las negociaciones con Tragsa continúan sin que se conozcan avances de forma pública. Cuentan con una caja de resistencia para ayudar a aquellos que se vean perjudicados por la huelga indefinida.