La expectativa de un curso escolar hecho a tirones de una semana libre por cada siete lectivas, incrustando en el calendario tres parones nuevos en noviembre, febrero y mayo sin vacaciones en Semana Santa más allá de los días festivos, no se consumará el curso 2016-2017 en los centros asturianos si no media "un gran consenso" en la comunidad educativa. El consejero de Educación, Genaro Alonso, impuso esa condición previa para que su departamento, que tiene la última palabra en esta materia, acepte reformar el calendario de acuerdo con la fórmula que SUATEA, con el respaldo de algún otro sindicato educativo, ha lanzado sobre su mesa. Dar una vuelta completa alrededor de la estructura del año lectivo, desmontando la organización tradicional en trimestres, es un asunto "de tanta sensibilidad y trascendencia", valora Alonso, que se impone la prudencia. Categóricamente sólo dice que "no cambiaremos el calendario si una vez escuchadas las propuestas de todas las partes implicadas no se cumple la premisa básica del acuerdo".

En el lento avance hacia el cumplimiento de esa condición, las organizaciones representadas en la Junta de Personal Docente debatirán mañana el asunto a la búsqueda de una postura que llevar primero al pleno de la institución y después de allí a la Consejería. Ayer, mientras tanto, el turno de conversación corrió hasta el Comité de Directores de Centros de Enseñanza Secundaria, que dialogaron sobre este asunto en un encuentro con el consejero. Alonso emplazó a los docentes a reflexionar "sin manifestarse a favor ni en contra", señala Alberto García, director del instituto gijonés de Roces y miembro de un colectivo en el que se percibe "una corriente favorable a que se reconsidere cómo tenemos organizados los tiempos escolares y de vacaciones, pero no a cualquier precio". La fórmula presentada "tiene su parte atractiva, pero también su lado espinoso", suena bien, pero "hay que tener en cuenta que se debate la ordenación del tiempo no sólo de los alumnos o de los profesores, sino también de las familias", y que por ahí asoma el indicio del principal obstáculo, la repercusión del cambio sobre la vida en los hogares. La pregunta es quién se hace cargo de los escolares en las tres nuevas semanas de vacaciones que se incrustarían en mitad del curso. "En la reunión de ayer se comentó, por ejemplo, que en verano hay alternativas, campamentos o actividades muy variadas para solucionar ese problema, pero en noviembre y febrero no. Las familias, además, no piden ofertas de ese tipo fuera sino dentro de los centros", avanza García, "y eso en un colegio de Primaria es tal vez mas fácil de organizar que en un instituto de Secundaria..." Queda mucho debate.

Con pies de plomo para esquivar charcos, la Consejería se mantiene en actitud de espera de las propuestas que ha reclamado a los colectivos implicados en las primeras reuniones preliminares que se han enfrentado al asunto. En la discusión, que lleva ya unos meses abierta, los defensores del cambio sostienen que la redistribución del tiempo en periodos lectivos más cortos evitaría mejor la saturación y el cansancio de los alumnos, desactivaría el problema de duración variable que tienen ahora mismo los trimestres y permitirá un mejor aprovechamiento pedagógico, además de aproximarnos al modelo de calendario escolar más utilizado en Europa.

La Consejería, en todo caso, ha dado la salida a unos cuantos meses de camino sobre las arenas movedizas de un debate espinoso que ha de estar resuelto como muy tarde en abril. Genaro Alonso ya cuenta ésta, junto a otras, entre sus asignaturas pendientes. Al presentar el informe del Consejo Escolar sobre los resultados del curso 2012-2013, el consejero citó otras prioridades de su mandato subrayando en rojo la necesidad de "evaluar los programas bilingües que se imparten en los centros educativos de Primaria y Secundaria". Es ésta una actuación que "ya está ordenada", recalcó, y que persigue conocer "el grado de satisfacción que esas secciones bilingües tienen en los centros y las familias para saber qué resultados están dando y mejorarlos". Del mismo modo, el Consejo Escolar se encargará de elaborar un informe sobre el clima de convivencia en los centros de Secundaria, que ahora es "bueno, pero mejorable", según el diagnóstico del consejero.