La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

ROGER CAMPIONE | Profesor de Filosofía del Derecho

"Ayudar a morir y hacer morir no son cosas muy distintas"

"Lo que para unos es una buena práctica clínica para otros es un asesinato, la ideología contamina el debate"

Roger Campione, en Oviedo. JULIÁN RUS

-Ayudar a morir, ¿debería estar despenalizado?

-En ciertas circunstancias, por supuesto. Me gusta pensar que yo algún día pueda tener derecho a una muerte digna.

-¿Y hacer morir?

-No veo gran diferencia entre ayudar a morir y hacer morir. Desde un punto de vista ético y filosófico, no jurídico, no estoy seguro que sean cosas tan distintas porque tienen en común un elemento de compasión hacia alguien que está sufriendo y que no quiere seguir con su vida.

-¿Qué entiende por una muerte digna?

-Es una pregunta que seguro que tiene muchas contestaciones. ¿Es cuándo yo lo diga? ¿Es una muerte sin dolor? La dignidad pasa porque se atienda a mi voluntad. Y sin sufrir.

Roger Campione (Avezzano, Italia, 1968) es profesor de Filosofía del Derecho en la Universidad de Oviedo. Titular de la Universidad pública de Navarra, lleva dos años en comisión de servicios en el Principado. Es experto en Guerra y Derecho y trabajó aspectos relacionados, a medio camino entre lo jurídico y lo filosófico, con la eutanasia y la muerte asistida.

-La niña gallega Andrea reactivó el debate.

-De vez en cuando se dan casos, y además están ya cerca unas elecciones generales... No estamos ante un debate sobre la eutanasia. Desde el punto de vista jurídico, una cosa es no iniciar o mantener un tratamiento en un paciente en fase terminal, que además esté sufriendo, que suministrar, por ejemplo, unos fármacos dirigidos a causar la muerte. Evitar el encarnizamiento terapéutico es simplemente dejar morir.

-¿Por qué los médicos se negaron a poner fin a una situación irreversible?

-Se entiende que no lo vieron claro pese a que el comité de ética del hospital había emitido un informe que avalaba la postura de los padres de la niña. Pero esos informes no son vinculantes. Casi siempre hay contaminación ideológica; lo que para unos es una buena práctica clínica, para otros es un asesinato.

-¿Quién tiene la última palabra?

-El paciente, si puede. En último término, el juez. Pero sobre casos como el de Andrea la verdad es que apenas hay debate. Se entiende que nadie quiere ser víctima de un encarnizamiento. E incluso hay autonomías que establecen la limitación del esfuerzo terapéutico no como una opción sino como una obligación de los médicos.

-Imaginemos que son los familiares los que piden seguir el tratamiento aunque no haya esperanza alguna.

-El principio es suspender cuando cualquier medida deja de aportar beneficios, la terapia es inútil y además hay sufrimiento insoportable. Hay que distinguir entre vida biológica y vida biográfica. La primera se puede mantener porque es cuestión de técnica pero sin esperanzas de mantener la segunda.

-La eutanasia en el mundo.

-Cuando en 2002 se despenalizó en Holanda algunos decían que aquello iba a servir para matar en masa a los ancianos. En Bélgica incluso se aprobó la eutanasia a menores, pero con un protocolo absolutamente estricto. Irreversibilidad, sufrimiento físico insoportable, ambos padres de acuerdo, varios criterios médicos coincidentes... No es coger el teléfono y decir: vengan a por mi hijo.

Compartir el artículo

stats