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Catedrático de Matemática Aplicada de la Universidad de Oviedo

Reflexiones de un humilde seguidor del maestro Newton

El valor de la investigación en matemáticas para educar a los jóvenes e impulsar el progreso del país

Hoy es un día solemne para mí y para mis seres más queridos y me gustaría comenzar agradeciendo la generosidad de esta ilustre universidad al considerar mis menguados méritos, pues pocos son si se comparan con quienes han llegado a lo más alto de la excelencia profesional y humana, esas personas brillantísimas que pasan a menudo por Oviedo, ciudad conocida por su aprecio por las artes, la música, las letras y las diversas ciencias (...).

En mis largos años como profesor e investigador matemático he tenido una relación muy intensa con la ciencia matemática a la que he profesado un amor constante y ella me ha correspondido de forma extremadamente generosa. Pero en esta ocasión no me cabe duda de que vuestra opinión habrá sido también influida por mi amor incondicional por la tierra natal, esa Asturias un tanto idealizada que todos los emigrados llevamos en el corazón, y cuyas dulces formas y modos gustamos de comprobar en cada regreso (...). Antes de embarcarme en las arduas matemáticas me parece apropiado recordar algunos detalles de la peripecia vital que me trae hoy a este estrado. He dedicado más de 40 años a las matemáticas con pasión y constancia pero no siempre fue así, yo no fui uno de esos casos de niños predestinados a los números desde la cuna. Las matemáticas siempre me gustaron, pero no invadieron mi vida hasta los ventipico años (...).

Como ya saben algunos de ustedes, pues LA NUEVA ESPAÑA se ha encargado de contarlo, yo nací en Oviedo, la hermosa capital, mucho más atractiva ahora que entonces, de una familia quirosana (mi padre Aladino de Aciera, mi madre Anita de Toriezo) y me crié en Las Segadas, un pueblo limítrofe al valle de La Ribera. Desde los 11 años viví entre el pueblo de las Segadas y los estudios en los PP. Escolapios de Oviedo. Pensando ahora en retrospectiva, esas diversas componentes de mi vida de niño no han dejado de marcar la persona que he sido, abierto a muchas influencias, bastante independiente y algo desconfiado de las filiaciones oficiales (...).

¡La matemática no es ni puede ser un pasatiempo o un adorno! Nadie duda hoy día de que la investigación matemática es muy importante para el progreso del país, para educar a los jóvenes en el razonamiento justo y fiable, y que es la espina dorsal de la ciencia, la técnica y la sociedad de la información; pero tales ideas no eran tan claras hace cuarenta años (...). Las matemáticas que nosotros hacemos no se entenderían sin empezar por el maestro de todos, Sir Isaac Newton, del cual somos en el fondo humildes seguidores. Su herencia es el proyecto de comprender la Naturaleza (para empezar, la Física) mediante el instrumento teórico de unas matemáticas nuevas, el Cálculo, que Newton y Leibniz dejaron listo para usar alrededor del año 1700 de nuestra era.

Tras viajar por otras latitudes, comprobamos que el trabajo de toda una generación está dando frutos y España sale decididamente del atraso secular en matemáticas. Sale decididamente y de forma brillante, pues las cifras de mejora que manejábamos eran impresionantes (...). Pero hay que ser realistas: la larga marcha de descubrimiento por los mundos matemáticos que os he esbozado es solo el legado de un abnegado constructor o de un inquieto precursor, de un viajero afortunado, y espero que un gran Maestro aparezca en el país en pos de nosotros y tome como útil algo de la pasión de vivir que os he contado

¿Habrá pronto un premio Nobel o equivalente para España? Eso sí sería la alegría definitiva de este asturiano amante de la Ilustración y de su tierra. Pienso en Jovellanos y los ilustrados de hace más de 200 años, ¡qué ilusión les empujaba!

Claro que el legado de que hablo es solo provisional, la lucha matemática continúa mañana. Mientras la salud y el optimismo nos permitan vivir el sueño matemático lo haremos. Como diría Eduard Frenkel, el lema es siempre Amor y Matemáticas. Pido a Schubert las palabras con las que expresó su agradecimiento a la Música, que fue su vida: "¡Oh arte propicio, en cuántas horas sombrías, cuando me atenazaba el feroz círculo de la vida, has inflamado mi corazón con un cálido amor, y me has conducido hacia un mundo mejor!". Eso hicieron por mí las matemáticas.

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