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Solas frente a la adicción

Las mujeres tienen más dificultades que los hombres para salir del agujero de la droga, el alcohol o el consumo de ansiolíticos: sufren prejuicios y suelen posponer sus necesidades

De espaldas, Margarita (nombre ficticio) conversa con Lucía Fernández, trabajadora social del centro terapéutico RED, en Mieres. J. R. SILVEIRA

Son muy pocas las que se deciden a dar el paso y pedir ayuda. En la práctica totalidad de los casos su situación ya es extrema: carecen de recursos económicos, están enfermas y algunas, incluso, han perdido la custodia de sus hijos y están solas. Se trata de mujeres que se deciden a poner cura a su adicción. A veces es algún tipo de estupefacientes, o el alcohol, o ansiolíticos... o varias de ellas a la vez.

Un estudio de la Unión de Asociaciones y Entidades de Atención al Drogodependiente (UNAD) revela que sólo una mujer por cada nueve hombres está a tratamiento para abandonar su adicción, y que su calidad de vida es mucho peor en el caso de ellas que en el de los varones. También son mayores, con una media de edad superior a los 44 años, cuando en el caso de los hombres se sitúa entre los 26 y los 44 años.

La crisis ha agravado la problemática de las personas con problemas de adicciones, ya que no disponer de recursos suficientes para cubrir las necesidades básicas propias y de la familia supone una gran frustración y limitación para lograr estabilidad y autonomía personal. Según el estudio de UNAD, el 75% de los usuarios de su red de centros está en desempleo, y el resto con una pensión o en activo. "No es cierto que las adicciones tengan que ver con determinados estratos socio-económicos. Eso quizás ocurría hace muchos años, pero ahora no. Son personas normales, con una vida normal que se ven afectadas y bloqueadas por el daño que provoca la drogodependencia", explica Lucía Fernández Bermúdez, trabajadora social del Centro Terapéutico RED. de Mieres, que dirige la psicóloga Elisabeth Ortega.

La UNAD cuenta con seis centros terapéuticos en Asturias y en los que se realizó el estudio. Además del de Mieres están Araís, en Pravia; El Valle, en Santo Adriano (Tuñón); Nacai, en Gijón; Amigos contra la droga, en Avilés y Vivir en Positivo, en Oviedo. En total fueron encuestadas 353 personas de unos 500 usuarios.

Las drogas más consumidas en España son el alcohol y el tabaco, seguidas de la cocaína y los ansiolíticos. En Asturias, los varones consumen mayoritariamente cocaína, cannabis y heroína, mientras que en las mujeres se observa una prevalencia de "drogas legales", como los ansiolíticos, que se administran en situaciones de ansiedad e insomnio y que, según los expertos, se recetan con "mucha ligereza" porque son soluciones a corto plazo, pero que pueden tener consecuencias graves y sobre todo si se mezclan con otro tipo de drogas.

"Las mujeres tardan mucho más que los hombres en ponerse a tratamiento por varios motivos. Uno es por los prejuicios con los que son tratadas, tando por el consumo activo como al reconocer que tienen una drogodependencia del tipo que sea. Otro es que las mujeres priorizan las necesidades y entienden que son antes los demás que ellas mismas: la familia, los hijos, los padres...". La confluencia de estos factores provoca que cuando acuden a pedir ayuda "su situación ya es límite. Están condicionadas por cuestiones legales o sentencias judiciales que en ocasiones les supone la pérdida de la custodia de sus hijos", relata la trabajadora social. De hecho, la mayoría de las mujeres que están en un programa de tratamiento son mujeres con hijos pero que viven solas. Otra característica distinta a la de los hombres, que suelen vivir o bien con su familia propia o bien con la de origen.

"Las mujeres tienen muchísimo menos apoyo que los hombres. De hecho, una tarde a la semana se dedica a terapia familiar, y el cien por ciento de los que asisten son mujeres: madres, hijas, hermanas, cuñadas... Ni un solo hombre. Generalmente no tienen pareja y si la tienen, el apoyo es regular o nulo", afirma Lucía Fernández.

La calidad de vida de las mujeres con adicción es mucho peor que la de los hombres, porque tienen más responsabilidades familiares y porque suelen tener más enfermedades añadidas. Según el estudio de UNAD, mientras que el 20% de los hombres con drogodependencia padecen alguna enfermedad física o psícologíca adicional, la tasa se eleva al 50% en el caso de las mujeres. Esta diferencia también se explica porque ellas tardan mucho más en pedir ayuda.

Quienes acuden a uno de estos centros de la UNAD siguen un programa de desintoxicación que les obliga a acudir desde las nueve de la mañana hasta las seis de la tarde para realizar distintas actividades. No rompen con su entorno ni con su vida cotidiana, pero sí se les limita. "Al principio los que acudían eran todos hombres, y luego se fueron incorporando mujeres, lo que requirió tratamientos específicos por género porque las situaciones son muy distintas entre unos y otras", explica Lucía Fernández.

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