"¿Puede una guerra ser justa? Pues depende. ¿Y de qué depende? De lo que se entienda por justa".

Así comenzó ayer el profesor de Filosofía del Derecho de la Universidad de Oviedo, Roger Campione, su conferencia de entrada como miembro correspondiente en la Real Academia Asturiana de Jurisprudencia. Durante media hora, Campione, licenciado en la Universidad italiana de Pisa, viajó en el tiempo, los escenarios y las disputas, desde Troya a Afganistán. Y partiendo de una premisa: "La necesidad no convierte una guerra en un acto moralmente justo".

Vivimos tiempos difusos donde ya no queda claro el paradigma de que la guerra es asunto militar, mientras que el crimen es cuestión que trata el Derecho Penal. Las tradicionales guerras entre Estados, entidades que tenían derecho a declararlas, son hoy materia más cercana a las crónicas históricas que a la realidad actual.

"Se difuminan los límites entre guerra y seguridad", dijo. Se difuminan también las reglas del juego sangriento en un contexto donde "las reglas internacionales se rigen por los intereses más que por los principios". Y se difuminan las diferencias entre el enemigo y el criminal y por tanto también el reconocimiento jurídico de ese enemigo, explicó el profesor Campione, que fue presentado por el catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Oviedo, Ramón Punset, quien se felicitó porque la Academia Asturiana de Jurisprudencia haya incluido por fin en sus filas a un filósofo del Derecho, resolviendo así "una laguna sideral y el descuido en un campo riquísimo".

Los atentados del 11-S, dijo el nuevo académico, marcan asimismo una frontera. Campione cree "inadmisible" la conversión del agresor "en sujeto sin derechos" por muy graves que hubieran sido sus acciones. Sobrevoló en sus palabras la idea de Guantánamo "y la violación sin miramientos de esos derechos" que entra de lleno en el peligroso mundo de lo infrajurídico.

Campione, que trabaja en Asturias pero tiene plaza en la Universidad pública de Navarra, alerta sobre las tentaciones para eludir "la enojosa dictadura del cumplimiento de las normas", sobre todo cuando enfrente hay quien no tiene el menor problema en no cumplirlas y amenaza con toda su fuerza el orden establecido.

En medio, la opinión pública "dispuesta a dar el sí al sacrificio de determinadas libertades civiles en favor del cerco al terrorismo", que nos recuerda nuestra vulnerabilidad.

"Al final terminamos por depender de las criaturas que hemos creado". Es una frase del Mefistófles de Goethe, recordada ayer por el profesor Punset en su laudatio. Se le puede encontrar relación con las guerras, que el ser humano prende pero no sabe apagar.