El sector forestal flaquea en la comunidad autónoma con más madera del país. Según datos del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Asturias dispone de 72,7 hectáreas de árboles frente a los 54,8 de la media nacional por comunidad autónoma. Pese a este potencial, una parte importante de las empresas regionales están al borde del cierre por el abandono de los montes y la fuerte carga burocrática a la que les someten las administraciones municipales y regional. "Nos piden más licencias que para construir un edificio", protesta Iván Rodríguez, de Madera Ramón Rodríguez, en Gijón. Para salvar las cuentas, los aserraderos se ven obligados a obtener la matera prima de fuera, dado que la calidad de la regional es mala. "Los árboles están enfermos, no se cuidan y así no podemos vender la madera", se queja Pedro Martínez, al frente de la mayor empresa transformadora de castaño de Europa: Grupo Siero. La falta de apoyo presupuestario es otro de los problemas que viene arrastrando el sector desde hace años.

En este sentido, las principales asociaciones forestales piden al Principado una "apuesta clara" por la explotación de madera en Asturias y defienden que su actividad es clave para el desarrollo del medio rural y la conservación de los montes. "No podemos continuar siendo el sector más dañado, más ignorado y más ahogado desde el punto de vista burocrático", denuncia Rebeca Farpón, gerente de la Asociación Asturiana de Empresarios Forestales, de la Madera y el Mueble (Asmadera), que exige a la consejería de Desarrollo Rural y Recursos Naturales un cambio urgente en su gestión. La reclamación no es nueva, ya que hace una semana el presidente de la Asociación Empresarial de Silvicultura (Asymas), Javier Gutiérrez, mostró su malestar ante un futuro incierto, que los empresarios califican de "funesto". Gutiérrez recordó que el aprovechamiento del bosque asturiano depende casi al cien por ciento de la inversión pública y que sin ella, los aserraderos andan con el agua al cuello.

Pedro Martínez, del Grupo Siero, considera que "es muy triste que habiendo tanta madera en Asturias, tengamos que traerla de fuera". Según cuenta, su empresa recibió este mes nueve contenedores de pino radiata (unos 500 metros cúbicos), procedentes de Nueva Zelanda. "Es una especie que tenemos en la región, sin embargo, no podemos utilizarla debido a su baja calidad", explica. Y esa baja calidad está directamente relacionada con el abandono de los montes. El problema se repite con el castaño, pese a tener España la mayor despensa de Europa: 70.000 hectáreas. Esa decadencia se refleja en las estadísticas del Sadei: a excepción del eucalipto, que se mantiene, las cortas del resto de especies caen en picado. Pedro Martínez señala también como obstáculos el minifundio y la falta de infraestructuras para explotar los montes.

Por su parte, a Iván Rodríguez, dedicado al aprovechamiento forestal en Gijón, lo que le trae de cabeza es la burocracia. "La cantidad de trámites que tenemos que hacer no son normales. Necesitamos más licencias que para hacer un piso y eso está acabando con nosotros. Los permisos son caros y complejos", protesta. "Al final nos obligan a hacer las cosas mal y ser unos piratas", agrega. A consecuencia de ello, Asmadera pide "poner freno" a esta situación. "El medio rural no puede permitirse el lujo de que desaparezca la actividad selvícola y forestal. Si esto fuera así, ¿qué pasaría con nuestros montes?, ¿los dejamos a merced de los incendios forestales?", pregunta Rebeca Farpón. La respuesta está en el tejado la Administración.