Es el movimiento migratorio menos conocido, pero los especialistas le sacan conclusiones. Y muchas. Cada año hay unas 16.000 personas que cambian de concejo en Asturias y se empadronan en uno distinto. No salen de la región, pero sí de municipio. Son unas 44 al día.
Una mudanza interna poco visible pero que da claves sobre la salud económica de las diferentes áreas geográficas y sociales del Principado. Oviedo y Gijón suman casi el 40 por ciento de esos movimientos migratorios regionales. Ambas ciudades mantienen saldos muy positivos entre los que se marchan de ellas para trasladarse a otros concejos y los que desde otros concejos vienen a empadronarse a los dos principales municipios de la comunidad.
Pero junto a ellos hay otros que en los últimos años se han convertido en lugar de destino de población desde otros concejos, en muchos casos limítrofes. Siero es uno de ellos, aunque también Coaña, Villaviciosa y Gozón, y en menor medida Castropol, Laviana o Sobrescobio, entre otros.
Cada uno de estos ejemplos forma parte de una zona de influencia, en algunos casos compartida. Gijón, Villaviciosa y Gozón forman una línea que en los últimos tres años de los que el SADEI tiene datos (2011 a 2013) ganó en conjunto casi 2.100 personas "fichadas" desde otros concejos.
Oviedo se alía con Siero para captar población de una veintena de municipios a su alrededor, incluyendo los de las cuencas mineras que, a excepción de la ya referida Laviana, se vienen abajo con estrépito. El caso más significativo es el de Mieres, cuyo saldo en estos tres últimos ejercicios estadísticos es negativo en 632 personas. Tan sólo se le acerca en la caída libre Avilés, una sorpresa que desde 2011 hasta 2013 vio cómo perdía 573 personas en ese ir y venir entre concejos. Mengua Avilés, pero fortalece a los municipios que lo rodean.
Las migraciones interiores tienen que mucho que ver con las condiciones económicas, el mercado laboral y también el mercado inmobiliario. En 2001 tan sólo unas 12.000 personas cambiaban de municipio en Asturias. En 2007, con el estallido de la crisis, la cifra superó las 19.000. Suponían 52 personas diarias, y aquí hablamos de empadronamientos oficiales, no cambios de domicilio sin papeles de por medio.
Las cifras se mantuvieron por encima de las 18.000 personas hasta el año 2012, que se situaron en esa frontera de las 16.000.
El de las migraciones interiores es un fenómeno urbano, pero con matices: pierde Avilés pero ganan Castrillón e Illas. Un concejo tan pequeño como este último gana en tres años 77 empadronados. Otro matiz: no es que su población aumente porque en los 78 asturianos el crecimiento vegetativo (los que nacen y los que mueren) es negativo. Sin excepción. Un drama para esta comunidad envejecida, donde el problema, en términos demográficos, es doble: muchos ancianos, pocos niños.
A esta mudanza escasamente conocida se refirió días atrás Ramiro Lomba, director de la Sociedad Asturiana de Estudios Económicos e Industriales (SADEI), en una conferencia impartida en el RIDEA sobre los retos demográficos para las próximas décadas.
Tomando los datos de 2013, tan sólo veintisiete concejos asturianos presentan saldo positivo en ese toma y daca intermunicipal. Y de ellos, solamente cuatro superan las cien personas: Gijón, Oviedo, Siero y otra gran sorpresa que merece estudio aparte, Castropol, convertido junto a Coaña en los dos únicos focos de atracción poblacional asturiana en el Occidente, desde Grado y Salas hasta la frontera gallega.
Desde 2011 hasta 2013 abandonaron Castropol para irse a otros municipios asturianos 148 personas y se empadronaron en Castropol procedentes de otros concejos de la región un total de 216.
