Con 18 años y apenas tres meses en la Facultad de Enfermería ya sé lo que me depara la vida en cuatro años, al igual que a muchos de mis compañeros: huir de España en busca de un trabajo digno.

No hace mucho tiempo fui a despedir al aeropuerto a una enfermera que había estado de vacaciones en España (ya nos desahucian hasta de nuestro propio país). Allí, entre lágrimas y despedidas, me puse a hablar con una señora que, entre otras cosas, me preguntó qué carrera iba a estudiar, a lo que yo con una sonrisa le contesté que Enfermería, ya que era lo que había querido desde que era pequeña. Su respuesta fue ponerme la mano en el hombro, suspirar y decirme que ese avión lo cogería yo en cuatro años.

Y ahora, tres meses después de comenzar la carrera, hasta nuestros profesores nos repiten una y otra vez que en este país no tenemos futuro, que en cuanto terminemos la carrera tendremos que hacer las maletas y despedirnos de todos para volver dentro de ¿tres, seis, diez años?

Mi madre siempre me repetía una y otra vez que si estudiaba llegaría lejos, creo que no podía tener más razón.