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El fuego cercó Viavélez

"Luchamos contra las llamas con todo lo que teníamos", relatan los vecinos de la localidad franquina, que fue parcialmente evacuada en la noche del sábado

Socorro Díaz, en su casa. G. GARCÍA

Socorro Díaz y Manuel Nieto aseguran que, de no ser por su piscina, se habrían quedado sin casa en la noche del sábado. De hecho, el fuego lamió las paredes de su vivienda y calcinó algunos enseres y plantas del jardín, pero no pasó de ahí. "Luchamos con todo lo que teníamos contra las llamas. Yo me puse varias camisetas y toallas húmedas para contenerlo. Aún no sé cómo no nos quemamos", relata ella, aún con el susto en el cuerpo. Este matrimonio de Viavélez se dio de bruces en la aciaga tarde del sábado con el incendio, al igual que las decenas de familias que fueron desalojadas de esta localidad.

La bajada al puerto de Viavélez presentaba ayer un aspecto apocalíptico, tiznado de negro, humeante. Nada que ver con la masa verde que solía recibir a los visitantes este pintoresco puerto marinero. La localidad resultó ser una de las más afectadas por el infierno desatado en el concejo. El fuego se acercó hasta la puerta de las viviendas y hasta altas horas de la madrugada no se restableció la carretera de acceso a la zona baja. El denso humo lo inundaba todo, y dificultaba la respiración. Afortunadamente, el pueblo no ha tenido que lamentar daños en viviendas, aunque sí ha perdido gran parte de su encanto natural, pasto de las llamas.

Socorro Díaz advirtió, en la tarde del sábado, que algo iba mal. "Notamos el humo de un incendio, incluso sacamos alguna foto. Pero estaba muy lejano, y no nos preocupamos". Eran las seis, y decidió poner una película para pasar la tarde. El final de la cinta les trajo una desagradable sorpresa: "Salimos al jardín y quedamos pasmados. El fuego ya estaba aquí", relata. En menos de dos horas, el frente había avanzado kilómetros, y golpeaba en la puerta de su casa. El matrimonio se remangó, y tiró de manguera y cubos de agua de la piscina para frenar el empuje de las llamas, que se les colaron en la finca, carbonizando troncos que guardaban para leña. "Quemaron como si fueran palillos. Parecía que les habían echado gasolina", recuerda Nieto.

A las ocho y media llegaron los efectivos de bomberos, que ordenaron la evacuación inmediata de todas las viviendas de la zona y el traslado de los vecinos al polideportivo Uruguay de La Caridad. "Es muy duro irte de casa y dejar esto así, sin saber cómo va a estar cuando vuelvas", incide Díaz. Cuando regresaron, el reloj marcaba las dos de la noche. Lo peor había pasado, y su casa seguía indemne.

También se pudo salvar la vivienda unifamiliar, aún sin habitar, de Carlos Bedia. Un manto negro de cenizas la rodea. Él no estaba en Viavélez en el momento en que aquello ardió, pero sí horas más tarde, cuando las fuerzas de seguridad permitieron el paso a los vecinos. "Veníamos muy nerviosos, por miedo a perder nuestra nueva casa. Pero al llegar comprobamos que el fuego no entró en el cercado", explica. A Bedia le impresionó "lo rápido que fue todo, pasó volando". Buena parte de la noche se fue tratando de refrescar el terreno, con los medios de los que la familia disponía.

Una labor a la que también se sumaron los ganaderos, no sólo en esta zona, sino en todo el concejo. La edil Victoria Zarcero agradecía ayer su dedicación desinteresada: "Estuvieron luchando contra el fuego dejando de lado su trabajo para ayudar a extinguirlo, refrescando el terreno y siempre a disposición".

David González, presidente de la asociación cultural "Arcángel San Miguel", asegura que "hubo bastantes viviendas en situaciones muy complicadas, que estaban rodeadas de monte ardiendo, y que se lograron salvar". Añade que a punto estuvo de quemarse el palacio Jardón, uno de los edificios emblemáticos del pueblo, pero "las llamas se quedaron a las puertas".

A lo largo de la jornada de ayer el fuego no se había extinguido totalmente en las inmediaciones de Viavélez. Los vecinos miraban con preocupación los rescoldos humeantes a pocos metros de sus casas. "Todo esto viene del abandono. No hay nadie que cuida los montes, y pasa lo que pasa", lamentaba un franquino. Varios equipos de bomberos y de la Unidad Militar de Emergencia seguían trabajando ayer a última hora en la zona. Numerosos curiosos se acercaron para contemplar los restos de un infierno.

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