Villa no sabe quién es el Rey de España ni el presidente Rajoy. Solo se acuerda del presidente regional, Javier Fernández. Necesita ayuda de sus familiares para asearse, vestirse y comer -se confunde de cubiertos-, no es capaz de hacer operaciones aritméticas sencillas, se pasa el día llorando y con arranques de ira, hablando de acontecimientos del pasado de forma incoherente. Sus familiares creen incluso que tiene alucinaciones, porque dice ver a parientes fallecidos. Se le vienen a la cabeza ideas de suicidio. El exsindicalista en su laberinto. Así de demoledores son los informes de las forenses que le visitaron el pasado viernes y de un médico del servicio de Neurología del HUCA, fechado el lunes de la semana pasada. Hablan de "deterioro cognitivo por demencia mixta vascular y degenerativa", de síntomas de depresión, según fuentes próximas al caso. En definitiva, que no puede declarar ante la juez que instruye la querella presentada por el SOMA contra él por presunta apropiación indebida de 360.000 euros.

Su estado es el resultado de dos ictus (en 2002 y 2007), una cardiopatía isquémica con by-pass (2009) y una patología ansioso-depresiva que asomó en 2012, evolucionando a un cuadro depresivo, "con ideación autolítica (ideas de suicidio), desesperanza", lagunas de memoria, "déficit de atención, irritabilidad, discurso reiterativo y obsesivo, con posible componente alucinatorio", indican fuentes cercanas.

Las forenses se encontraron el pasado viernes con un cuadro desolador. "Se encuentra acostado a nuestra llegada, pero despierto. Se levanta con ayuda de su mujer y se desplaza con ayuda de la misma hasta una sala", explica el informe, según fuentes jurídicas. Las forenses aprecian la lentitud de su discurso y de sus movimientos, su "lenguaje poco fluido y en ocasiones incoherente". Tarda mucho en responder. No se les escapa su "tendencia al llanto, con ánimo depresivo. Impresiona de desesperanza y tristeza". Los familiares relatan sus reiteraciones, su apatía, su abulia. Parece desorientado. Se desplaza por su casa en el barrio de La Florida de Oviedo -no es capaz de decir la dirección exacta- con un bastón, o ayudado. No se acuerda de nada reciente, sí de sus trabajos anteriores, su actividad sindical, algún presidente.

Ante las forenses, rompió a llorar varias veces y tuvo algún arranque de irritación. Hizo algunas operaciones aritméticas sencillas con errores de bulto. El Minimental Test arrojó un resultado de "deterioro cognitivo moderado-severo". No pudo dibujar un reloj. Las forenses concluyen que "presenta síntomas de deterioro cognitivo, con componente comportamental y anímico, predominando cuadro de tipo depresivo, junto a falta de crítica, déficit de memoria y concentración".

El informe de Neurología abunda en lo mismo, según las fuentes consultadas. En 2013, retomó las consultas a este servicio -lo había hecho antes con motivo de sus ictus- "por evidenciarse un trastorno de la marcha con tendencia a caerse hacia adelante", pérdida de interés por sus hobbys y mayor irritabilidad. El informe también hace referencia a ideaciones de muerte, posible alteración de la comprensión del lenguaje, discurso reiterativo, ensoñaciones y somniloquios, y concluye un "deterioro cognitivo en fase de demencia moderadamente grave". Y le aconseja actividades para fomentar la estimulación cognitiva.