"Desde Asturias se puede hacer buena ciencia. Hay que tener buenas colaboraciones internacionales y poder viajar, pero hay medios si se quiere apostar por ello". El prestigioso científico asturiano Pablo Alonso González, premio al mejor investigador nobel en Física Experimental por la Real Sociedad Española de Física (RSEF), recibió ayer los atributos que le reconocen como "Asturiano del mes" de septiembre de LA NUEVA ESPAÑA, en reconocimiento a su apuesta por la región para desarrollar investigaciones punteras. Rodeado de sus familiares y amigos, aseguró que ya se ha puesto manos a la obra y solicitado una beca al Consejo Europeo de Ciencia para conseguir financiación. Es sólo el primer paso.

Pablo Alonso se licenció en 2003 en la Universidad de Oviedo y casi de inmediato inició su andadura profesional como asesor científico en la Fundación Phantoms en Madrid, para en 2005 incorporarse en el grupo de nanoestructuras semiconductoras del Instituto de Microelectrónica de Madrid (IMM-CNM-CSIC). En 2009 se doctoró en Física en el departamento de la Materia Condensada de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), siendo galardonado con la máxima distinción Cum Laude. Los últimos cinco años los ha pasado en el centro nanoGUNE en San Sebastián, compatibilizándolo durante el último ejercicio con el asesoramiento a un grupo de investigación en la Academia de Ciencia de China.

Pero ahora, este moscón de 35 años ha decidido volver a Asturias, a la Universidad de Oviedo, para desarrollar su proyecto de investigación con el grafeno. Primero demostró que con este material se puede atrapar y manipular la luz ,y ahora quiere comprimirla y controlar su propagación. Las aplicaciones serían múltiples, como la configuración de circuitos ópticos en lugar de los electrónicos con los que se trabaja en la actualidad, lo que permitiría mejorar la velocidad y mantener tamaños mínimos.

Feliz y animado con su retorno "a casa", Pablo Alonso explicó que la investigación científica cuenta con medios materiales, pero lo difícil es encontrar financiación para conformar los equipos con los que trabajar. Por eso quiere captar "todo el dinero que pueda", mediante becas y apoyos públicos y privados para "estabilizar ese equipo en Asturias, en la Universidad de Oviedo" y convertir a la región en un polo de desarrollo y atracción de científicos.

"Creo que hay que generar cultura de investigación científica y concebir los equipos como una escuela en la que los jóvenes vengan a hacer sus doctorados o postdoctorados con la ambición de estar entre los mejores, porque eso te enseña a trabajar de una determinada manera para mantener el nivel", aseguró Pablo Alonso.

Pero también es necesario que la sociedad y la clase empresarial "vean lo importante que es la investigación y el desarrollo para el crecimiento. Se necesita un proyecto de región y de país, una visión colectiva para decidir a qué nos queremos dedicar y apostar por ello, aunando trabajo y esfuerzo. Es cierto que los resultados se tardan en ver unos años, pero el ejemplo más claro de lo que estoy diciendo es Singapur".

El joven científico asturiano está ilusionado ante los retos que se ha marcado, aunque es consciente de las enormes dificultades que se le plantean. "Tengo amigos en Suiza que me dicen que no vuelven porque aquí no hay posibilidades. Pero yo creo que tenemos que intentarlo y estoy contento con la decisión que he tomado. Ahora tengo que adquirir el material que necesito para montar el laboratorio en la Facultad de Físicas, y mientras tanto seguiré trabajando yendo y viniendo a San Sebastián para mantener la investigación". Es la apuesta personal de un asturiano comprometido con su tierra.