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ALBERTO ARES | Delegado del Sector Social de la Provincia de España de la Compañía de Jesús

"El sistema de asilo a refugiados en Europa está exhibiendo su debilidad"

"Si invertimos en reforzar fronteras, en hacer vallas más altas, vamos a alimentar una cultura del miedo que generará más violencia y exclusión"

Alberto Ares, jesuita experto en migraciones y parte activa de la campaña "Hospitalidad". LNE

La crisis de refugiados que amenaza la estabilidad de Europa parece estar relegada a un segundo plano, pero hay quien lo considera una prioridad y una oportunidad de integrar culturas. Alberto Ares trabaja en la implantación de la campaña de integración "Hospitalidad", que impulsan los Jesuitas en España a través de sus principales centros y que tiene el Hogar de San José, en Gijón, como uno de sus referentes en sistema de acogida.

-¿Qué es "Hospitalidad"?

-Una campaña para dar una respuesta integral a todo lo que ocurre con personas migrantes y refugiadas que llegan a nuestras fronteras. Es una llamada a la acogida. Nuestro lema es "Por una cultura de la solidaridad y la inclusión".

-El problema no es nuevo. ¿Cuál ha sido el detonante para esta campaña?

-Lo que ocurre en el Mediterráneo desde el pasado verano que, desgraciadamente, se ha convertido en el mayor cementerio del mundo. Sólo el año pasado han muerto alrededor de cuatro mil personas. Aunque, sin remontarnos a los orígenes, la compañía lleva años trabajando en ello desde que, a través del padre Arrupe, se creó el Servicio Jesuita de Refugiados (JRS).

-¿Cuáles son los pilares?

-Por un lado, crear una red de acogida. Segundo, una apuesta por las causas, mirando a la cooperación internacional para saber qué está pasando y por qué estas personas salen de sus países. La sensibilización y la comunicación en nuestra sociedad es el tercer pilar, que sepamos por qué vienen, qué les ocurre, porque hay poca información y queremos crear una cultura del encuentro. Y el cuarto es la incidencia pública, influir en las políticas de integración para poder adecuar la forma que vivimos en nuestras sociedades.

-¿Hay plazos?

-Vamos dando pasos. Queremos actuar donde el sistema de refugio en España sea más flojo o precise más ayuda. No queremos forzar ni al sistema ni a la responsabilidad del Gobierno con el cupo de refugiados asignado, sólo ayudar de forma generosa a la hora de saber qué va a ocurrir con los refugiados. Todas estas familias vienen para quedarse, pues las condiciones en origen no creemos que cambien a corto plazo. Igual que han ayudado a la sociedad española en la Guerra Civil o en los años sesenta con las migraciones al norte de Europa. Nuestra respuesta debe ser generosa y solidaria.

-¿Cómo se adecuará "Hospitalidad" en Asturias?

-Trabajamos a través de todas las obras que la compañía tiene en Asturias, como la Fundación del Hogar de San José, en Gijón, que es una apuesta de muchos años. No queremos sólo labores asistenciales y de acogida, también que ambos colegios, de Gijón y Oviedo, y el resto de obras, como el centro Loyola, se involucren a través de educar a las familias y a los niños. Las familias interesadas en colaborar pueden hacerlo a través de nuestros centros.

-¿Ya no está de moda el tema de refugiados?

-La realidad política en España y su contexto de estos meses no ha ayudado a que se trate el tema. Tenemos que ser capaces de meter en la agenda política estos compromisos adquiridos. Debe haber un compromiso también ciudadano de seguir con la agenda social. Y en eso trabajamos.

-Para ustedes el sistema español de acogida "es más débil cuanto más se necesita".

-No sólo España, el sistema de asilo europeo está exhibiendo su debilidad. Lo vemos con en el sistema de cupos ante esta situación tan dramática. España aceptó alrededor de 19.000 personas y han llegado 18. La respuesta es insuficiente y debemos tomarnos en serio este compromiso. La política europea, y en concreto la española, no está atendiendo adecuadamente la situación.

-Europa es experta en crear guetos. ¿Cómo plantean ustedes la integración?

-Hospitalidad. Hay que tener una capacidad de acogida razonable, que nos impliquemos todos y realizar una acogida integral. La escuela tiene que involucrar. La proporción en España de personas migrantes es relativamente baja, no pasa de un 10 por ciento. Eso sería dos o tres chicos por clase. Hay que hacer un plan integral desde la escuela, desde la sanidad. En todo.

-¿Ha despertado la xenofobia en Occidente?

-En situaciones de crisis la naturaleza humana tiende a tener chivos expiatorios. Ocurrió en fin de año en Colonia. Son situaciones que refuerzan el miedo, miedos colectivos y personales. En lugar de enfrentarlos, culpamos a otros. Esta tendencia no es nueva en Europa. Debemos ver en qué queremos invertir. Si invertimos en el miedo, en reforzar fronteras, en hacer vallas más altas, postes más hondos, vamos a alimentar una cultura del miedo que generará violencia y exclusión. El corazón de Europa es diverso y si trabajamos por la integración tocaremos la riqueza del encuentro. En los barrios de varias capitales europeas excluidos, con desempleo, sin educación, hemos visto qué sucede. Son una bomba de relojería y veremos sus consecuencias no tardando mucho si no apostamos por integrar.

-Habrá quien piense que las diferencias religiosas y culturales son insalvables.

-Las diferencias están ahí, pero en una convivencia la religión no es el único factor, aunque sí importante. La religión condiciona culturalmente a los colectivos, pero abogamos por la cultura del entendimiento y el conocimiento, buscando espacios para compartir y conocer. No es fácil, pero el roce hace el cariño y hay mucho que aprender unos de otros.

-¿Ve mala intención en quienes vislumbran en esta acogida la llegada de terroristas?

-Nuestra sociedad debe cuidar la seguridad, que se respeten los derechos y las obligaciones que tenemos para una convivencia saludable, pero me cuesta imaginar a la gente que alimenta estas convicciones. Quienes llegan de esta manera son personas que huyen de la guerra, de terroristas que en su propio país han asesinado a sus familias. Muchos terroristas no han nacido en esos países, algunos lo han hecho en territorio europeo. Ellos no vagan por el norte de África ni malviven en su huida, tienen otros cauces más rápidos y sin tanto sufrimiento. No son las personas que están llegando y que se ahogan en el Mediterráneo. No lo creo.

-En el Centro de Estancia Temporal para Inmigrantes (Ceti) de Melilla hay 900 sirios, de los que 150 no han querido pedir asilo a España. ¿No inspiramos confianza como país?

-Hace unos meses me encontré a una familia siria en Madrid, venía del Centro de Estancia Temporal, con ilusión por reunirse con el resto de la familia en Alemania. Les pregunté por qué no quedarse en España. Ellos respondieron "¿cómo te encontrarías tras pagar mil euros por persona sólo para acercarte a un centro temporal, con plazas para 460 personas y en el que había más de 1.500, que no está capacitado para acoger familias, ni mucho menos bebés?". Con este recibimiento no pueden pensar que es un buen país de acogida.

-¿Sería mejor trabajar en origen y no en destino?

-Nuestra campaña es un granito de arena para colaborar en origen. En países como Líbano, Congo o Sudán del Sur, con muchos desplazados internos, ponemos pequeñas tiritas. Hay que hacer autocrítica del problema desde el momento en que no somos capaces de controlar la venta armamentística, porque en nuestros países venden a los diferentes bandos, también apoyamos de forma premeditada, en situaciones de conflicto, por intereses políticos y económicos. Es una realidad tan compleja que estamos creando un caldo de cultivo para la violencia y la vulneración de derechos. Y el hambre. Esto nos atañe porque es por el bien de la humanidad. Como alimentemos violencia y brutalidad, revertirá en nuestras propias sociedades porque estas personas tienen que vivir en algún sitio.

-¿Se veía venir esta respuesta al paternalismo de Europa?

-Sí. Al implantar estos modelos de gestión de gobierno que Occidente desarrolló en estos países es obvio que tenía que pasar. Ahora estamos en una de las grandes encrucijadas de la historia de la humanidad. El mundo puede cambiar y la campaña aboga por la esperanza.

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