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IÑAKI ARANZETA | Ingeniero de montes, promotor de Proyecto Roble

"Con el bosque Asturias tiene un tesoro, pero no encuentra la llave para abrirlo"

"Al paisano no le llega dinero del monte; si le llegara, aunque fuera poco, estoy seguro de que muchos verían el asunto de manera distinta"

Iñaki Aranzeta. MIKI LÓPEZ

-¿El problema del fuego en el bosque es un problema sin solución?

-Más del 70% de los incendios tiene origen ganadero porque en el campo el sector forestal siempre se ha visto como una amenaza: el pino que ocupa el espacio del pasto. Esa idea es la que hay que cambiar.

Iñaki Aranzeta (Vizcaya, 1967) es ingeniero de montes y presidente de la asociación Proyecto Roble, una iniciativa creada en 2013 en busca de fórmulas e ideas contra el fuego y en favor del sostenimiento del monte asturiano. Las primeras iniciativas a base de desbroces y repoblaciones de frondosas se iniciaron anteriormente, en 2011.

-Convencer a los paisanos, ¿la mejor medida frente a las llamas?

-Es ahí donde hay que centrar los esfuerzos si se quiere solucionar el problema de una vez por todas. En Asturias, Galicia y Cantabria se quema cada año una media algo superior al 1% de la superficie forestal de cada comunidad, pero en el País Vasco y Navarra no se supera el 0,2%. Mismo clima y mismo paisaje, pero las estadísticas no tienen nada que ver.

-¿Y cómo convencerles?

-En Asturias hay una profunda cultura del fuego, cuando en el futuro no habrá necesidad ni de quemas controladas. Hay que buscar alternativas. Cuanto más privados sean los montes, menos incendios hay. Es preciso aclarar el tema de la titularidad de los terrenos. Al paisano no le llega dinero. Si le llegara, aunque fuera poco, muchos verían el asunto de manera bien distinta.

-Como en Soria, que siempre se pone como un ejemplo de rendimiento.

-Desde hace muchos años lo de Soria es lo más parecido a una renta básica familiar gracias a la madera y a las industrias que genera. Ésa es otra. En el Principado se generan productos con muy poco valor añadido. Pasa con la madera, pero también con la ganadería. Asturias tiene un potencial forestal que es de los más altos del mundo, después de los trópicos. Hay un estudio muy serio de 2007 que dice que el Principado presenta un índice de productividad forestal asombroso. El 48% de nuestro territorio tiene un índice igual o superior a 13 en una escala entre 1 y 14. Es como tener un tesoro, pero no poder disfrutarlo porque no encontramos la llave para abrirlo.

-¿Dónde cree que está esa llave?

-Hay que cambiar de estrategia para que todos salgan beneficiados. El problema de los incendios no es sólo medioambiental, sino también socioeconómico, de puro desarrollo. Con un aprovechamiento del 40% de las zonas de matorral se obtendrían ingresos por madera que en el caso de un concejo como el de Piloña llegaría incluso al 80% de su presupuesto anual. Y en concejos menos forestales, como pueden ser los de las costas, no bajaría del 20%. Hay que eliminar de una vez por todas el obstáculo del fuego, porque, a pesar de todos los recursos, seguimos sin conseguir corregir la tendencia ascendente en la evolución de estos siniestros, que afecta a un promedio anual de 9.500 hectáreas. La riqueza la tenemos ahí, ahora depende de nosotros sacarle partido.

-Asturias, una comunidad con 700.000 hectáreas forestales y, de ellas, 200.000 de matorral.

-Sí, pero hay matorral que está ahí porque no puede haber otra cosa. Cuando nos ponemos a 1.600 metros de altitud, es lo que hay. O en zonas muy encharcadas.

-¿Se le puede sacar algún partido?

-Desbrozar una hectárea de matorral tiene un coste que va entre los 400 y los 4.000 euros, según las condiciones del terreno, que son muy variables. Hay quien piensa en rendimientos de biomasa, por ejemplo, pero tengo muchas dudas, no sé si compensa desde el punto de vista ecológico.

-¿Cómo es Proyecto Roble, su proyecto en Onís, y de qué forma se puede extrapolar al resto de Asturias?

-Gestionamos unas 100 hectáreas. Es un monte de utilidad pública que queremos que sea como un laboratorio. Contamos con decenas de voluntarios, pero también con algunos ganaderos de la zona y con el apoyo de la Alcaldía de Onís. De esas 100 hectáreas, una cuarta parte aproximadamente está destinada a pastos para cabras y ovejas. Allí estuvieron desde el mes de abril hasta que las sacamos, el 20 de diciembre, a causa de un incendio. No nos llegó, pero por poco. Contemplamos plantaciones de castaños y robles. La idea es que la tierra produzca, incluyendo el tema de los empleos. Y que el bosque asturiano repercuta incluso en el Producto Interior Bruto.

-¿Tienen lobos por la zona?

-Pues sí, desde hace algunos años. La ganadería en Onís se resiente porque matan muchísimo. En nuestros terrenos tenemos un cierre de cuatro hilos, electrificado. No es infalible, pero nos da resultado.

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