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La confiscación danesa indigna a los activistas

Los asturianos a favor de la acogida de refugiados critican la decisión de Dinamarca de retirarles bienes para evitar un aluvión

Concentración en Gijón en apoyo a los refugiados.

"Ha sido una sorpresa horrible". La decisión del Parlamento danés de activar normas de confiscación de bienes a los refugiados como medida para frenar el aluvión de llegadas ha generado indignación entre los organismos asturianos implicados en la acogida a refugiados.

Helena Vilar, de la de Red de Madres sin Red y de la Asociación de Apoyo al Pueblo Sirio, se sorprende de que la medida haya sido tomada por un país, Dinamarca, "que en algunos aspectos sociales nos saca cuarenta años". La medida de confiscación no es nueva en Europa, "Suiza la pone en práctica desde hace más de veinte años", recuerda Helena Vilar desde la sede de su asociación en Infiesto.

La imagen que tenemos de Dinamarca es la de un país con pocas sombras. Pero las tiene. Por ejemplo, un índice muy alto de violencia machista, tal y como señala la periodista Patricia Simón, de la Red Asturiana de Acogida a Refugiados.

Patricia Simón califica de "absoluta desvergüenza" la decisión del Parlamento danés para confiscar dinero y objetos de valor a los solicitantes de asilo para ayudar a costear su estancia, y de alargar hasta los tres años el plazo mínimo para conceder la reagrupación familiar.

Dinamarca, un país de 5,5 millones de habitantes, recibió el pasado año a unos 20.000 refugiados. Siguiendo esa equivalencia, a España -con sus 46 millones de habitantes- le correspondería acoger a unas 170.000 personas. Demasiada presión foránea, que sirve para quebrar la tradicional hospitalidad nórdica.

Patricia Simón no necesita calculadoras para saber cuántos refugiados han formalizado su entrada en España: "Son 19, una cifra ridícula. Somos el país de la Unión Europea que menos solicitudes de asilo concede. La sociedad está preparada para abrir sus puertas, pero hay clarísima negligencia por parte de la Administración", explica.

La Red Asturiana de Acogida a Refugiados tiene inscritas a unas 1.500 personas dispuestas a apoyar a los refugiados. Cerca de la mitad de ellas abren las puertas de sus casas a las familias inmigrantes que lo necesiten. La otra mitad ponen a disposición sus conocimientos profesionales, desde educadores a trabajadores sociales o personal sanitario.

Pañales y muletas

"Es emocionante ver a familias asturianas con muy pocos recursos que nos dicen: nos apuntamos, porque en nuestra casa donde comen dos, comen tres", dice Patricia Simón, quien pide "valentía" al Principado ante la inoperancia interesada a nivel estatal. "Lo que importa es que el proceso de recepción de personas refugiadas se lleve a cabo de la forma más sana posible", añade.

Por su parte, los miembros asturianos de la Asociación de Apoyo al Pueblo Sirio preparan estos días un nuevo envío de enseres de primera necesidad. El primero se efectuó en el pasado mes de noviembre.

-¿Qué necesitan sobre todo?

-Pañales, material sanitario, leche para bebés, carritos de niño, sillas de ruedas, muletas y en general cosas de higiene personal como compresas. También mantas. Y en cuestión de comida, galletas o alimentos no perecederos. Eso sí, que no lleven cerdo, por favor.

La Red de Madres sin Red envía víveres, ropas y objetos de primera necesidad con destino diferente. Por un lado a los campos de refugiados de Calais y Lesbos "para tratar de que a las familias les llegue ayuda humanitaria nada más que lalcancen la playa donde desembarcan", explica Vilar. Pero también al mismo territorio sirio, desde Turquía, un viaje que por las especiales circunstancias se convierte en toda una odisea.

"Es un viaje peligroso porque los rusos bombardean a convoys de ayuda y hasta hospitales, aunque después no salga en los medios".

Diez mil personas han muerto en los últimos años en el Mediterráneo tratando de huir de la devastación, en cualquiera de sus formas, recuerda la periodista Patricia Simón. "Reivindicamos el derecho de asilo, y reivindicamos que los refugiados que huyen de la guerra y de la muerte puedan elegir su destino. Ellos saben dónde quieren ir, así que no seamos tan paternalistas como para elegir por ellos".

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