La desolación fue extendiéndose poco a poco, como una mancha de aceite, en la localidad coañesa de El Espín a medida que los vecinos iban conociendo la tragedia que minutos antes se había producido en la playa naviega de Frexulfe, a unos siete kilómetros de distancia. Pero no terminaban de ubicar en su mente al niño que se había tragado el mar, porque había llegado desde Perú hacía unos días a la localidad, acompañando a sus padres.

El coañés Hugo Álvarez, el padre del pequeño, emigró al país andino en busca de trabajo hacía algunos años. Allí conoció a su pareja y tuvo al pequeño. "Al parecer, quedó en el paro allá y decidió regresar a casa. Me lo contó hace unas semanas el abuelo, así que deben de llevar muy poco tiempo aquí", precisaba ayer un conocido de la familia.

Según los vecinos, el pequeño Hugo Brandonn Álvarez y sus padres se habían instalado en el domicilio de los abuelos el pasado mes de enero, quienes disfrutaban estos días de su nieto, al que no conocían y a quien abrazaban por primera vez.

El abuelo del pequeño que ayer desapareció engullido por las olas también se llama Hugo y está jubilado de la empresa papelera. La abuela trabaja en el bar La Isla, muy conocido en la capital naviega. "Es un palo tremendo", comentaban los vecinos de El Espín en el bar-tienda Casa Falo, al que durante toda la tarde no dejó de acudir gente en busca de información. El teléfono tampoco dejó de sonar. Había muchas preguntas, pero pocas respuestas para un suceso que nadie alcanzaba a entender. Los vecinos eran incapaces de imaginar el desconsuelo del abuelo, a quien el mar le arrebató el tesoro que acababa de conocer.