El consejero de Educación del Principado, Genaro Alonso, cuestiona el valor y la fiabilidad del informe de la Unión Europea que identifica la instrucción básica entre las grandes debilidades de Asturias y clasifica a la región en este concepto en el puesto 224 entre un total de 272 demarcaciones administrativas del continente. Alonso afirmó ayer que el análisis del "Índice de progreso social" a escala regional europea se basa, en su capítulo educativo, "en datos generalistas y parámetros poco definidos, con lo que no nos permite obtener conclusiones claras y contrastadas sobre la calidad de nuestro sistema".

El titular de Educación se refugia en las estadísticas de alcance nacional basadas en lo que sí considera "datos medibles y objetivos, como las tasas de promoción y titulación en Secundaria, Bachillerato y Formación Profesional", clasificaciones en las que "tenemos unos resultados excelentes que nos sitúan a la cabeza del Estado", asegura. Acude Alonso al Informe PISA y a los últimos exámenes disponibles de la Consejería y el Ministerio y ahí destaca "la ratio asturiana de alumnos por profesor, de 10,1", como una de las más bajas del país, las tasas de promoción de Primaria y Secundaria situadas en un 96 y un 88 por ciento, respectivamente, y los índices de graduación y titulación de Secundaria, Bachillerato y FP, que suben al Principado al "segundo puesto de las comunidades españolas". Menciona además "la ratio más baja del Estado en la escuela rural, con los centros abiertos a partir de cuatro estudiantes", y de la contemplación de todo eso deduce la ubicación del sistema educativo asturiano "en unos niveles de excelencia que son dignos de resaltar".

El Consejero ve mejor a la educación asturiana en esos espejos que en el del estudio de la UE, que en lugar de comparar con el resto de España hace que Asturias compita en otros conceptos y en una liga más exigente con el conjunto de las regiones del continente. El informe confronta la realidad de las condiciones de vida en el Principado con las de otras entidades administrativas europeas similares a ella en nivel de riqueza y concluye que en los parámetros de la educación básica el Principado merece sesenta puntos sobre cien y que tiene a 223 regiones europeas mejor clasificadas de las que, por cierto, sólo cinco son españolas.

Según su nota metodológica, el trabajo toma los datos educativos de Eurostat, la oficina estadística de la UE, y de los registros de la Dirección General de Política Regional y Urbana de la Comisión Europea. El capítulo que dedica al acceso a la instrucción básica abarca tres parámetros: las tasas de matriculación en Secundaria, un índice de "terminación de Secundaria inferior" que calcula el porcentaje de población adulta que sólo ha superado este nivel y un indicador de "abandono escolar temprano" entendido aquí como la proporción de jóvenes de 18 a 24 años sin más formación que el equivalente a la obligatoria en España. Del análisis de esos tres epígrafes se deduce que el primero merece la calificación de "neutro" y los otros dos un suspenso que hace que el conjunto de lo considerado como "acceso al conocimiento básico" constituya una de las grandes debilidades de la región.

Adicionalmente, en el análisis incluido bajo el epígrafe de las "libertades individuales", el trabajo reconoce como otra de las flaquezas asturianas su proporción de jóvenes que no estudian ni trabajan, los "ninis" de 15 a 24 años sin empleo ni presencia en las aulas. Todos esos epígrafes configuran, junto a otros como la confianza en las instituciones políticas y judiciales, el coste y calidad de la vivienda o el índice de corrupción, el resumen de las grandes debilidades de la región en comparación con otras quince que tienen un nivel de riqueza parecido en términos de Producto Interior Bruto per cápita.