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AMPARO LUNA RANGEL | Pedagoga colombiana, acaba de leer su tesis en Asturias

"Si la familia se involucra, el niño dispara su capacidad para leer y escribir"

"Cada escolar tiene su ritmo, que se debe respetar sin presiones; los niños han de tener libros cerca desde la cuna"

Amparo Luna, días atrás, en Cudillero.

-Comenzar a leer antes o después. ¿Qué significa desde un punto de vista pedagógico?

-Cada niño tiene su ritmo que es preciso respetar. Y si uno tarda un poco más, no es ninguna tragedia. Nada de presiones innecesarias.

-¿Cuál es el momento clave para arrancar a leer?

-Los niños leen desde que nacen, lo que pasa es que leen de otra forma, a través de gestos y de imágenes. Hay quien dice que el proceso de comunicación comienza en el vientre materno, recibiendo sensaciones como la música. Leemos de la vida, aprendemos códigos y colores. Un niño de muy corta edad ve por la calle o en un anuncio el logotipo de Coca-Cola o de El Corte Inglés, por poner dos ejemplos habituales, y sabe de qué va la cosa, aunque no sea todavía capaz de leer en sentido estricto. Pero ese proceso lector que nace con el niño y que le acompaña desde siempre se suele afianzar a la altura de segundo curso de Primaria. Es una especie de cristalización.

Amparo Luna Rangel es colombiana, natural de Bucaramanga, y hace unos días defendió con éxito en Asturias -calificación de sobresaliente propuesta para cum laude- su tesis doctoral, titulada "La implicación de los padres de familia y del centro escolar en el proceso del aprendizaje de la lectoescritura de los niños de segundo de Primaria", dirigida por las profesoras de la Universidad de Oviedo Henar Pérez y Raquel Amaya Martínez, de la Facultad de Formación del Profesorado.

-Supongamos que a un niño le cuesta más, que no sigue el ritmo que se le supone.

-A veces se necesita un refuerzo, un acompañamiento hasta que comience a dominar la lectura de una forma convencional. Pero es preciso trabajar de forma temprana con todos los niños porque eso condiciona positivamente el futuro. Lo he comprobado sobre el terreno.

-¿Cómo?

-Es el objetivo de mi tesis doctoral. Llevo años trabajando con escolares y familias. Las conclusiones que yo saco son muy claras. La primera es que el trabajo conjunto de padres y profesores resulta vital. La estimulación en casa en favor de la lectura ayuda a la socialización del niño y a la creación de hábitos positivos sólidos, que en muchos casos se van a mantener a lo largo de toda su vida.

-¿Las familias se desentienden?

-Está claro que no basta con llevar a tu hijo al cole, dejarlo allí y dejar que esa función educadora quede exclusivamente en manos de los profesores. Los niños disparan su proceso de aprendizaje cuando sus familias se involucran.

-¿Cuál fue su escenario de experimentación para la tesis doctoral?

-Fueron dos colegios colombianos, uno de la red pública y otro privado. En ambos escogimos grupos experimentales de alumnos, muy en contacto con las familias, para ver cómo respondían a determinados estímulos. Alumnos de 7 u 8 años, que son edades clave porque si no se trabajan convenientemente nos arriesgamos a que falle la base. La primera infancia condiciona más de lo que se cree y lo que podamos conseguir en esa etapa va a repercutir en todas las áreas del saber. Y, repito, para toda la vida.

-La comprensión lectora de los escolares españoles de Primaria y Secundaria es mejorable tal y como demuestran las pruebas internacionales. ¿Y en Colombia?

-El problema es el mismo, pero si se detectan las dificultades y no se hace nada el daño es mayor. El escolar sin suficiente comprensión lectora acaba por no leer o convierte la lectura en un castigo. Los padres tienen una gran responsabilidad en todo esto, hay que dar ejemplo en familia porque la parte afectiva es un ingrediente fundamental en este asunto.

-¿Se fomenta poco la lectura lúdica?

-El problema es que la lectura obligatoria genera resistencia, como todo a lo que nos obligan; por tanto, hay que fomentar la lectura pero no con medidas de presión. Me gusta entrar en un tren o en el metro y ver a los viajeros ensimismados, leyendo como forma de relajarse. En España ocurre. En el mercado hay libros para bebés, con texturas especiales y que se pueden hasta morder. Tener al lado un libro de ésos desde la cuna también es una forma precoz de fomentar la lectura.

-Ya no se leen cuentos para ir a la cama.

-Un rato de lectura con nuestros hijos fomenta esos vínculos afectivos de los que hablaba. Hay que recuperar el arte de la narración. Yo no doy clase en el colegio colombiano donde trabajo porque mi función es otra, pero de vez en cuando hago cosas... talleres, espacios de lectura. He comprobado que cuando un adulto lee un libro con buena técnica, ésa que atrapa la atención de los niños, son ellos mismos los que van después a la estantería a coger el libro que le han leído.

-La magia del papel, que algunos dan por muerto.

-Yo la vivo. Me recuerdo de niña escuchando o leyendo "El Principito". Me encanta la fantasía, el mundo de los cuentos tradicionales. Las nuevas tecnologías están ahí y sería un error desconocerlas, pero no todo son tablets o iPads. Hay que buscar el equilibrio y hacer que el niño disfrute del ambiente de las librerías, del olor de los libros.

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