La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Asturama | Los rostros de la noticia

Un grupo de alumnos de Química diseña una réplica del sistema filipino de regadío

La Universidad logra el primer y segundo puestos en un reto nacional de la ingeniería Fluor para imitar en papel el mecanismo de las terrazas de arroz

A la izquierda, los estudiantes de Química Andrés Casares, Javier García y Álvaro Corrochana, con el modelo ganador. A la derecha, los estudiantes de Ingeniería Química Sergio Seronero, Diego Cimadevilla y Darío Alonso, con el diseño que quedó en segundo puesto. Miki López

El mejor sistema de irrigación de cultivos está hecho en Asturias y es de papel. Dos proyectos de la Facultad de Química lograron el primer y segundo puesto de un concurso nacional, basado en diseñar un mecanismo de riego similar al que se utiliza en Filipinas en las plantaciones de arroz. A base de ensayo-error, los alumnos de la Universidad de Oviedo dieron con la clave del éxito: construir terrazas muy pequeñas y estrechas para conseguir que el agua corra por todas ellas de forma homogénea y que no se encharquen. Aunque la fórmula parece sencilla, en realidad sólo los estudiantes asturianos la supieron aplicar. Y eso que en el certamen, llamado "Friendly Competition" y organizado por la empresa de ingeniería Fluor, participaron una veintena de equipos, algunos de ellos formados por trabajadores de la propia compañía. "Para nosotros es una satisfacción enorme", comentan.

En lo más alto de la clasificación están los estudiantes de Química Andrés Casares, Javier García y Álvaro Corrochana. Un escalón más abajo se sitúan los alumnos de Ingeniería Química, Sergio Seronero, Diego Cimadevilla y Darío Alonso. Los dos grupos llevaron a la competición de Fluor dos estructuras muy similares, coordinadas por el profesor José Ramón Álvarez. Ambos consiguieron una excelente posición, al igual que en años anteriores. "Llevamos tres años consecutivos ganando, así que ya hay una cierta piquilla entre nosotros por lograr la copa", asegura Álvarez. En esta ocasión, fueron los químicos los que se la llevaron por primera vez a casa, después de hacer varios experimentos en los lavabos de la Facultad.

"La primeras estructuras rompían porque no aguantaban la fuerza del agua", asegura Andrés Casares. La solución fue contraer cada vez más las terrazas y utilizar celo para reforzarlas, al contrario que el resto de concursantes. "El error de la mayoría fue hacer plantas demasiado anchas. Así el agua forma remolinos en cada escalón y no desciende correctamente", explica Sergio Seronero. Aplicado a la práctica: el terreno se encharca cuando lo que se busca es que la lluvia hidrate por igual todas las terrazas. Para lograrlo, "tuvimos que estrujarnos bastante la cabeza", comenta Diego Cimadevilla.

Y es que las reglas del juego no fueron fáciles. Para empezar, la estructura no podía superar en vertical los 10 milímetros y tenía que ser construida con materiales de oficina. "Cuanto menos elementos utilizásemos, más puntos recibíamos", detallan. Para obtener la máxima calificación, los estudiantes tuvieron una semana para agudizar su ingenio. Aunque la construcción final tuvieron que hacerla en vivo y en directo en el Parque Tecnológico de Llanera durante un tiempo máximo de una hora. Tras ello, llegó la prueba de fuego: echar agua en la primera terraza y conseguir arrastrar hasta el final unas bolas de madera ubicadas en cada planta. Si eso se lograba en menos de tres minutos, reto superado. Y así lo hicieron los alumnos de Química.

Compartir el artículo

stats