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Apuntes de mecánica política

PP y Podemos hacen, más que pinza, tenaza

La formación morada tendrá que optar las próximas semanas entre seguir su estrategia de placaje al PSOE en coyuntura con la derecha y participar en buscar solución a las necesidades de los funcionarios

PP y Podemos hacen, más que pinza, tenaza

Aquella expresión de "la pinza" para referirse a la confluencia estratégica del PP e IU en tiempos de Felipe González floreció en los medios, aunque el propio Julio Anguita se encargó tiempo después de negar la existencia de una alianza táctica. Ahora "la pinza" vuelve a escena en ámbitos diversos para bautizar las crecientes ocasiones en que el Partido Popular y Podemos unen sus fuerzas para asfixiar al PSOE. En Asturias es más que evidente. Es una aparente casualidad que ni siquiera ya invita a la sorpresa. ¿Hasta cuándo puede durar esta situación?

El símil de la pinza es obvio: la potencia ejercida por dos brazos ideológicamente diferentes se agiganta ante el objeto que ejerce la resistencia. Es algo tan simple que ya en Mesopotamia era conocido el efecto físico multiplicador de las palancas. El matemático griego Pappus dejó escrita la célebre frase atribuida a Arquímedes: "Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo".

Sacar el clavo socialista. Pero en Asturias, más que pinza, la confluencia de PP y Podemos es tenaza. Hay diferencia: la pinza es una palanca de tercera clase; la tenaza de primera. Una y otra se distinguen por el orden en que se encuentran el punto de apoyo y las fuerzas ejercidas. En la tenaza política de PP y Podemos no hay un apoyo previo para ejercer presión luego y así comprimir al adversario, sino que las presiones de cada uno (con visiones radicalmente distintas) se apoyan para extraer al PSOE igual que se saca un clavo de una pared. El PP lo hace porque se siente opción de gobierno máxime cuando ya está dispuesto el mantel para la fagocitación de Foro; Podemos, porque busca desplazar al PSOE de su espacio político señalándolo como una fuerza corrupta y conservadora: es el poder establecido que hay que batir en Asturias y ese es el eslogan. Mientras los morados ponen a hervir al PSOE, el PP azuza.

Sin embargo, la estrategia puede tener diferentes efectos para cada uno de los socios de la tenaza política. El PP no tiene nada que perder. Situarse en la oposición cuando se está en el lado contrario ideológico del gobierno resulta de una gran comodidad. Pero ejercer presión cuando existe afinidad es delicado: recuerden las diferentes actitudes que Izquierda Unida ha mantenido con los socialistas en función de las circunstancias.

La minoría parlamentaria del PSOE, que ni siquiera suple con el apoyo de IU y Ciudadanos, le obliga a buscar otro aliado para sacar adelante cualquier ley. Y los socialistas sólo vislumbran una posibilidad de aire en Podemos, una vez rota cualquier relación con un PP que se ve engrandecido con la entente que forma con Foro. En las últimas semanas, el gobierno de Javier Fernández ha dado muestras inequívocas de predisposición al cortejo con los de la formación morada. El pasado viernes 26 de febrero, el presidente del Principado respondió a una pregunta de Izquierda Unida con una clara mano tendida a Podemos. Fernández dijo explícitamente que sus referencias de alianza eran la coalición (con la que mantiene una relación cordial con altibajos) y la formación morada (con la que ha ido de encontronazo en encontronazo). Tres fueron los ejes de esa vía de acuerdo: modificar el proyecto de ley de Transparencia permitiendo la denuncia anónima (tal como exige Podemos), aceptar la redacción de una ley Anticorrupción con una oficina específica de control y establecer un diálogo de cara una reforma fiscal. También ya se están produciendo avances para ampliar el apoyo a la ley electoral.

Esta misma semana, en la Junta, el consejero Guillermo Martínez reiteró al diputado podemita Daniel Ripa la voluntad de modificar la ley de Transparencia en las exigencias de Podemos. Pero Ripa no hizo el más mínimo ademán de aflojar la presión.

No salen las cuentas. La Junta deberá tomar de forma inminente decisiones ante las que Podemos tendrá que elegir entre seguir asfixiando a los socialistas o resolver parcialmente las demandas de los funcionarios del Principado (un cuerpo formado por unas 30.000 personas).

La subida salarial del 1 por ciento a los funcionarios requiere de la aprobación de una ley. Pero además el gobierno debe hacer frente a otros compromisos económicos con los empleados públicos derivados de la carrera profesional. A las claras: no hay dinero para todo y menos si la oposición se echa al monte con reclamaciones laborales, como la de las 35 horas semanales. Los socialistas creen que el PP ha dejado evidente su afán de poner todas las zancadillas posibles al PSOE (incluso llegó a apoyar en la Junta el texto a favor de recuperar las 35 horas semanales pese a que la exposición de motivos de la moción consideraba su supresión una "maniobra política de la peor catadura moral por parte del Gobierno de Rajoy"). Pero, ¿y Podemos?

La Consejera de Hacienda, Dolores Carcedo, ya ha iniciado maniobras de acercamiento a algunos grupos parlamentarios. Y a medida que transcurran los meses los efectos asfixiantes de la prórroga presupuestaria se harán más notables. Las medidas para los funcionarios requieren de un acuerdo amplio para evitar desigualdades entre los empleados públicos.

El mismo 26 de febrero, el portavoz de Podemos, Emilio León, se refería a Peter Pan, el personaje que creó el escritor escocés James Matthew Barrie, para afear a Javier Fernández su aparente rechazo a "crecer y madurar". Los socialistas ven en estos próximos retos la prueba de fuego para comprobar si Podemos está dispuesto a abandonar el juego de la oposición de regate corto para enfrentarse a la responsabilidad de participar en la toma de decisiones. Sería, creen, un posible inicio de andadura para tratar de negociar créditos extraordinarios y tal vez allanar el camino para un acuerdo presupuestario con el objetivo del año 2017.

Hay una vía fácil pero ineficaz. Volver a ejercer la tenaza y bien dejar al PSOE sin capacidad para sacar adelante la ley que permita pagar el 1 por ciento de los funcionarios o forzarle cambios en el texto legal de modo que el resultado sea imposible de conseguir en la actual situación de limitación presupuestaria. La lógica dice que debe haber diálogo y acuerdo. El bloqueo a los presupuestos conlleva también su propia responsabilidad.

Otro escenario electoral. No obstante, la probable repetición de las elecciones generales por la imposibilidad de un acuerdo nacional de socialistas y podemitas puede abrir otro largo paréntesis hasta el verano en el que las estrategias partidistas primen en el parlamento sobre el interés en resolver problemas.

Pero un posible acercamiento entre el gobierno de Javier Fernández y Podemos entraña dificultades, algunas de ellas de entendimiento mutuo. En ocasiones, los debates en la Junta parecen diálogos de besugos en los que el fondo de la discusión es diferente entre los actores. Al PSOE le cuesta hacer que Podemos ponga los pies en la tierra más allá de las proclamas efectistas.

El riesgo. El símil de la pinza no sólo se aplica en política, también en el arte de la guerra. Desde la célebre y sangrienta batalla de Cannas (216 a. C.), en la que Aníbal derrotó al todopoderoso ejército romano con una maniobra envolvente que quedó grabada en letras doradas en los manuales de táctica militar, la estrategia del cartaginés ha sido considerada una garantía de aniquilación del contrario. La clave, rodear la tropa enemiga, bloquear su retaguardia y entregarse a la carnicería. Este proceder ha pasado a la historia como "movimiento de pinza". Sun Tzu, autor de ese "Arte de la guerra" que tanto gusta a los políticos, consideraba en cambio que esa estrategia tenía un riesgo, y era más partidario de dejar al menos una salida al enemigo. No fuera que viéndose cercado se defendiese con mayor fiereza.

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