Viajar y hacer turismo supone mucho más que ir de un sitio a otro. Viajar es adentrarse en otros lugares con todo lo que ello supone, desde recrearse con sus paisajes a mezclarse con sus gentes, desde descansar de la rutina diaria a emocionarse con actividades de aventura. Viajar supone, en definitiva, poder convertirse por unos días en todo aquello que las obligaciones cotidianas no suelen permitir durante el resto del año. La elección del destino no siempre es sencilla. Se suelen contraponer términos: playa frente a montaña, descanso frente a diversión, cultura frente a naturaleza, tradición frente a vanguardia? Éste no deja de ser realmente un planteamiento artificial, porque, si se quiere, se puede tener todo. Hay un lugar en el que, lejos de ser términos contrapuestos, todos conforman la realidad de una tierra diversa y original, una tierra tan plural como su nombre: Asturias.

Pueden buscarse razones para elegir el Principado como destino vacacional, y es verdaderamente sencillo encontrarlas. Tiene más de 200 playas en la costa mejor preservada de España, al pie de montañas de más de 2.000 metros de altitud; tiene seis reservas de la biosfera de la UNESCO a menos de una hora de coche de vibrantes ciudades; la naturaleza forma parte de la cultura asturiana y la vanguardia también se nutre de su tradición incluso en la cocina. En definitiva, porque en Asturias no existe contradicción, sino complementariedad.

Uno puede despertarse al pie de una playa y, en apenas un suspiro, encontrarse recorriendo un asombroso macizo montañoso. Es posible contemplar cuevas con arte rupestre declaradas Patrimonio de la Humanidad, como Tito Bustillo (Ribadesella), y, en poco más de media hora, adentrarse en la más absoluta vanguardia del Centro de Arte y Creación Industrial de la Laboral (Gijón). Fabricar objetos de hierro utilizando fraguas y mazos movidos por agua en la zona de Oscos-Eo, descender a una mina de carbón en la cuenca del Nalón, descubrir los edificios prerrománicos que revelan los secretos de un reino medieval o aprender a tomar olas sobre una tabla de surf en Tapia o Salinas.

Y si se trata de adentrarse en los secretos de esta tierra, es imprescindible dejarse arrastrar a las profundidades de las cuevas donde se maduran quesos como el cabrales o el gamonéu (no hay que olvidar que el Principado es la mancha de mayor densidad quesera del norte de España y de Europa), admirarse del fruto de la viticultura heroica que es el Vino de Cangas del Narcea, de sus vides colgadas en laderas de pendientes inverosímiles, o refrescarse durante una tarde de verano con la chispa de una sidra bien escanciada en cualquier rincón de la región.

Todo para desconectar en la tierra que inventó el turismo rural en España y que el pasado año celebró el 30.º aniversario de su eterno lema "Asturias, Paraíso Natural". Una excusa perfecta para visitar una región donde no hace falta escoger. Asturias lo tiene todo en uno.

Rico patrimonio, paisaje y mar

6 reservas de la biosfera

Asturias es un territorio medioambientalmente ejemplar y una prueba de ello son las seis reservas de la biosfera declaradas por la UNESCO en el Principado: Oscos-Eo, Picos de Europa, Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias, Las Ubiñas-La Mesa, Redes y Somiedo.

Patrimonio mundial

El arte paleolítico asturiano y el Prerrománico han sido merecedores de la calificación de patrimonio mundial por la UNESCO.

Villas marineras con encanto

El Principado cuenta con casi una veintena de villas que jalonan la costa, todas ellas con el atractivo de las villas de pescadores con cascos antiguos, restaurantes y sidrerías de cocina marinera, paseos, puertos, playas, acantilados y vistas al mar. Son las sorpresas con encanto que depara a cada paso el litoral asturiano.