El presidente del Principado bendijo ayer un Consorcio Metropolitano de Asturias como su fórmula de gestión preferida para el área central asturiana. Era el acto que oficializaba el proyecto de su Gobierno para ordenar el centro urbano de la región, los 29 concejos que condensan el 80 por ciento de la población autonómica y el 90 de la riqueza en el 29 por ciento de la superficie, y al final de su intervención Javier Fernández hizo frente a la pregunta clave por la forma de gobierno. Un consorcio, aclaró, que "no pretende añadir un nuevo escalón administrativo, sino instaurar la cooperación como patrón de conducta de las administraciones públicas implicadas". Un consorcio, avanzó después su consejera de Infraestructuras, Belén Fernández, "con funciones ejecutivas, de gestión y consultivas" y participación de los ayuntamientos, el Principado y el Estado. Un consorcio, reza el documento de directrices dado de paso ayer por el Consejo de Gobierno, que pretende asumir la misión de "administrar la comunidad de intereses metropolitanos con un enfoque integrado y estratégico" y que quiere competencias sobre el urbanismo, el transporte y la movilidad, los equipamientos públicos, las áreas productivas o el turismo y la cultura.

La propuesta del Gobierno regional para convertir el área central en una verdadera gran ciudad de servicios integrados, que ayer inició dos meses en información pública y articula sus objetivos en torno a siete ejes de actuación, se decanta por el consorcio en detrimento de la otra opción, "más light" al decir de la Consejera, un "consejo metropolitano" sin funciones ejecutivas y valor exclusivamente consultivo.

Para cuando el Presidente se decantó por el consorcio para hacer frente al gran lastre de Ciudad Astur -sus "limitaciones político-administrativas", según quienes más la han estudiado- ya Fernando Rubiera, uno de los autores del estudio que asienta el documento, había definido el valor capital de tener un sistema de gobernanza supramunicipal. Profesor de Economía Aplicada y director del Laboratorio de Análisis Económico Regional (Regiolab), Rubiera sostuvo, resumiendo mucho, que la ordenación tantas veces postergada del centro urbano "será imparable" si cubre tres etapas básicas: si además de aprobar las directrices presentadas ayer se define "un modelo de gobernanza que no solape instituciones ni reduzca competencias" y se resuelve el problema de la movilidad mediante "un sistema sostenible multimodal con el ferrocarril como elemento conector entre ciudades y el autobús público o la ciudad peatonal" como modo de desplazamiento interno.

La presentación del plan autonómico para el área metropolitana era la puesta en escena del elogio de la solidaridad intramunicipal por encima de los localismos y entre el auditorio había diputados de casi todo signo, profesores, autoridades y muchos de los alcaldes implicados, no todos. Estaban el de Oviedo, Wenceslao López, o la de Avilés, Mariví Monteserín, pero no la de Gijón ni representante alguno del equipo de gobierno. El experto desgranó ante los políticos una teoría de múltiple y extenso desarrollo en foros académicos. Dijo que esta peculiar "región metropolitana polinuclear", que no es una sino trina y que tiene los vértices en tres ciudades de "una escala humana perfecta", reúne todas las condiciones para construir en el "paraíso natural" un auténtico "paraíso urbano", pero también un "infierno" si las tensiones entre los núcleos determinan la carencia "de una gobernanza global". Y la "delgada línea" que separa una realidad de otra es, a su juicio, la existencia de "una visión estratégica del conjunto". Rubiera expuso la necesidad de ordenar el centro por una razón básica de economía de escala, una que explica por qué aquí, en cuestiones como las dimensiones del mercado que hace crecer a las empresas, sí se es mejor por ser más grande.

Asiente a la teoría Javier Fernández, que ayer definió sin paños calientes la importancia de lo que tenía entre manos como "una de las piedras angulares para edificar el futuro de Asturias. En buena medida", subrayó, "el Principado será lo que decidamos hacer con su área central". En su visión ideal, la herramienta para organizarla, "la llave maestra, se llama cooperación", entendida como la superación de "unas relaciones intermunicipales que hoy son de rivalidad" y teniendo presente aquello de la escala que decía Rubiera, que "las grandes aglomeraciones urbanas son un polo de atracción de población joven y cualificada" o que dentro de la estrategia del Gobierno hay varios ejes esenciales. El Presidente cita el ferrocarril y "la infraestructura ferroviaria infrautilizada", o la urgencia de organizar a escala metropolitana los equipamientos sanitarios y educativos, o la conveniencia de aprovechar el potencial industrial del área para, pensándolo en red, "propiciar el desarrollo de una economía basada en el conocimiento". "No se trata de crear una nueva realidad", resume, "sino de aprovechar mejor la existente, sin fiar su futuro al azar de un crecimiento desordenado".