José Ramón Herrero Merediz, histórico político socialista gijonés, exsenador y exeurodiputado, prestigioso abogado laboralista y presidente de la comisión del Senado que contribuyó a elaborar la reforma del Código Penal de 1995, falleció ayer en Gijón a los 85 años recién cumplidos. Figura clave en más de cuatro décadas de la política asturiana, deja tras de sí una intensa vida marcada por el compromiso que adquirió en su temprana juventud, primero como militante del Partido Comunista en el franquismo y los primeros balbuceos de la Transición y a partir de 1981 en el PSOE, al que representó durante catorce años en el Senado, cargo que compatibilizó durante un tiempo con un escaño en el Parlamento Europeo coincidiendo con el acceso de España a la UE, y del que se distanció hasta darse de baja en 2009, entre críticas por falta de democracia interna. Herrero Merediz, que ejerció asimismo como presidente del Consejo Social de la Universidad de Oviedo entre 2004 y 2007, tuvo un último vínculo con la política activa cuando se presentó a las elecciones municipales de 2011 en Gijón formando parte, como independiente, de la lista de Unión, Progreso y Democracia (UPyD). Deja esposa, Beli, dos hijos y dos nietos, y será despedido esta tarde a las seis con acto fúnebre en el salón de actos del tanatorio de Cabueñes.

Cuando en junio de 2010 dictó sus "Memorias" a LA NUEVA ESPAÑA confesaba haber sido "un joven de derechas", un alumno de los Jesuitas en el Colegio de la Inmaculada que habría sido feliz siendo entrenador de atletismo, pero que abrazó la política porque en la España de los años cincuenta en la que él cumplió los veinte "no quedaba más remedio". Entró en contacto con el comunismo durante un viaje a Francia para trabajar en la vendimia y al regresar a Asturias continuó con la militancia clandestina. Por asistir al Congreso de Praga cumplió cuatro años de prisión de una condena de catorce y dos de libertad condicional. Vivió comprometido con el PC contra la dictadura y lo abandonó poco después de la legalización, tras la crisis que siguió al congreso de Perlora en 1977 y en la que también lo abandonó, entre otros, Vicente Álvarez Areces, luego alcalde de Gijón y presidente del Principado por el PSOE. Herrero, miembro entonces del Comité regional del Partido Comunista, iba a ser incluso el presidente de aquel congreso -"así lo había decidido el Comité", contaba él-, pero a última hora se le retiró la presidencia, algo que el abogado ya interpretó entonces como un primer indicio de que de la pugna interna entre Areces y Gerardo Iglesias iba a salir victorioso el segundo.

En 1981, el susto del intento de golpe de Estado del 23-F llevó a Herrero Merediz a pedir el ingreso en el Partido Socialista. Estuvo en total, contaba, veinte años en las filas del PC y 27 en las del PSOE, del que se marchó desencantado con la deriva de la socialdemocracia. Según su relato en 2010, "los socialdemócratas decíamos: 'Somos los mejores gestores del capitalismo', pero hemos fracasado".

El joven que durante el servicio militar en la Legión mandó "la misma bandera que Franco" se convirtió en un destacado dirigente comunista primero y socialista después. Como comunista, participó a mediados de los setenta en Burdeos en la primera reunión desde el fin de la Guerra Civil entre el PC de Santiago Carrillo y el PSOE de Felipe González. Como socialista, quiso la casualidad que estuviese catorce años en el Senado -desde 1982 hasta su jubilación-, los mismos de su condena de cárcel y en el mismo sitio, porque la sede de la Cámara Alta se levanta sobre el antiguo cuartel donde había cumplido condena. En las listas del PSOE fue senador, europarlamentario en los primeros años de pertenencia de España a la Unión -antes de las primeras elecciones europeas- y, al abandonar los cargos institucionales, su antiguo compañero Vicente Álvarez Areces le propuso para presidir el Consejo Social de la Universidad, cargo que ejerció en sustitución de la bioquímica Margarita Salas y hasta que tuvo un enfrentamiento con el entonces rector Juan Vázquez.

A lo largo de una vida convulsa, de fuertes contrastes, también consiguió el azar que Herrero Merediz fuese senador por el PSOE después de no haber podido serlo a propuesta del PC merced a un veto del PSOE. Antes de ganar su escaño en 1982, los socialistas le habían vetado cuando su nombre fue sugerido por los comunistas, porque Herrero había representado como abogado al sindicato CCOO en una dura huelga de la construcción que en 1973 había sido muy conflictiva entre las fuerzas de la izquierda.

José Ramón Herrero Merediz terminó siendo muy crítico con el PSOE cuando el hartazgo le condujo al abandono de la militancia, una decisión que tuvo como explicación la discrepancia ideológica y como detonante una reivindicación de mayor poder para las bases en un proceso de toma de decisiones y elección de cargos que creía demasiado mediatizado por la dirección del partido. A su juicio, en las formaciones políticas, "igual que en los sindicatos", "las listas se siguen cociendo entre cuatro y matan la democracia interna". "No es que yo opine que no puede haber ningún rico en el PSOE", decía cuando recopilaba su vida y sus ideas a requerimiento de este periódico, pero "lo que no puede ser es que los dirigentes del PSOE sean ricos". Veía "una diferencia enorme" entre los antiguos dirigentes del partido y los que él conoció en los últimos años de militancia. "Entre aquellos", precisaba, "y éstos, que ahora están en grandes corporaciones y entidades". "Si no vives como piensas", remataba el argumento, "acabas pensando como vives".

Al final de su vida, le sedujo el proyecto político que apadrinaba Rosa Díez en UPyD sobre todo por su propuesta de reconducción del sistema autonómico, él decía que porque "hay que cambiar las autonomías". Era además un firme defensor del espíritu de reconciliación de la Transición, pero también partidario "de la memoria y de reconocer que se hicieron barbaridades por una y otra parte, pero continúa la barbaridad de que no se sepa dónde están enterrados los de una parte".