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Carmen de la Torre, crimen enterrado

El rastro de la avilesina, de cuya desaparición se cumplen 19 años, lleva a una casa de Corvera donde la Guardia Civil creía que estaba sepultada

Carmen de la Torre, crimen enterrado

La semana pasada, la Unidad Militar de Emergencias (UME) removió, sin ningún éxito, el terreno de una finca en el pueblo de Matadeón de los Oteros, en busca de los restos de Trinidad Suardíaz Suero y su hija de año y medio, desaparecidas en esa localidad leonesa hace treinta años. La sospecha es que ambas fueron asesinadas y enterradas en lo que fue su casa, hoy convertida en un solar. Desgraciadamente, no son las únicas asturianas que podrían estar enterradas, esperando a que la piqueta haga su trabajo y descubra sus restos. Ese es el fin que, según creía la Guardia Civil, le deparó el destino a María del Carmen de la Torre Noriega, una joven avilesina, madre de dos hijos, de cuya desaparición se cumplen 19 años el jueves de la semana que viene. La Guardia Civil llegó a detener a un antiguo novio de la mujer, pero no había pruebas de peso para sostener una acusación. Y es que, en primer lugar, faltaba el cadáver.

María del Carmen de la Torre estaba criando sola a sus dos hijos, una niña de 14 años, fruto de un matrimonio anterior con un hombre del que se había separado -y que murió en 1998- y un niño de dos, habido de sus relaciones con el que terminó siendo único sospechoso de la Guardia Civil. La mujer tenía serios problemas económicos y buscaba desesperadamente que el hombre reconociese al niño, pero éste se oponía. El 24 de marzo de 1997, la joven dejó una nota a sus hijos, en el piso donde vivían, en la calle Llano Ponte de Avilés. Les decía: "Volveré en un par de días".

Todo indica que entonces dirigió sus pasos a la localidad de Los Campos, en Corvera de Asturias, a la casa de su último novio, J. M. Á. F., un perito que trabajaba en la siderurgia. Él mismo reconocería ante la Guardia Civil que, por esas fechas, la mujer estuvo varios días viviendo en su casa, pero que un día, al regresar de trabajar, ya no la encontró. Comenzaba así el gran misterio de lo ocurrido con Carmen de la Torre.

Los menores terminaron a cargo de su abuela, Conchita Noriega, residente en Llaranes. Esta mujer ya mayor comenzó una lucha para recuperar a su hija, o lo que quedase de ella, que la llevó a un famoso programa de la televisión de la época, "Quién sabe donde", conducido por el periodista Paco Lobatón. Lo chocante del caso es que el exnovio de la desaparecida llamó al programa y lanzó una súplica a la mujer, para que regresase. Él se comprometía a reconocer al niño y a mantenerlo.

El programa tuvo también otro golpe de efecto, la intervención de una supuesta vidente de la localidad de Piedras Blancas (Castrillón), quien aseguró que María del Carmen se había puesto en contacto con ella y que estaba bien. La Guardia Civil nunca confirmó la veracidad de esas llamadas telefónicas.

Tras un periodo de punto muerto en la búsqueda de la muerte, una desaparición de las consideradas por las fuerzas de seguridad como "preocupante", a principios del año 2000, la Guardia Civil retomó las investigaciones.

Los agentes supieron que la desaparición de Carmen de la Torre había coincidido con unas obras realizadas por el exnovio en su vivienda. El olfato de los agentes les indicaba que la mujer podía estar enterrada allí mismo. Urgía detenerle. Finalmente, detuvieron al hombre en septiembre de 2000, bajo la sospecha de un delito de detención ilegal, no asesinato.

Asistido por el letrado avilesino Armando Calderón, el hombre insistió una y otra vez en su inocencia. "No hay ningún dato que haga sospechar de él", dijo entonces el letrado. La familia del arrestado denunció el "acoso" al que este hombre, de 41 años por aquel entonces, había estado sometido por parte de las fuerzas de seguridad para que confesase un crimen que no había cometido.

Las sospechas de la Benemérita no convencieron al fiscal, que no formuló cargos contra el detenido, que se fue a su casa tras comparecer ante el magistrado Javier Antón Guijarro. El juez tampoco accedió a autorizar una operación como la realizada estos días atrás por la UME en Matadeón de los Oteros. Desde entonces, el hombre ha seguido realizando obras en su vivienda, previa solicitud de licencia al Ayuntamiento de Corvera.

Conchita Noriega quedó cargando con el peso de este extraña desaparición. "Ella me dijo que la había amenazado si le obligaba a reconocer al niño", aseguraba en aquellos días a LA NUEVA ESPAÑA esta mujer. Una amiga de Carmen negaba que ésta se hubiese ausentado de forma voluntaria. "Estaba muy agobiada en aquella época, pero no tanto como para abandonar a sus hijos a la buena de Dios. Eran toda su vida. La han tenido que matar", indicaba.

La madre de la mujer tuvo que tragarse su pena e indignación. Una década después de la desaparición, mostraba su desazón por el hecho de que las fuerzas de seguridad buscasen a otras víctimas y otros a culpables, pero no a su hija y a su más que posible asesino. "Estamos como el primer día. A mí no se me quita de la cabeza ni un segundo, y parece que nos tengan olvidados, pero no pierdo la esperanza de saber algún día qué pasó y de encontrarla, sea como sea", aseguraba Conchita Noriega. E iba más allá, se mostraba dispuesta a perdonar al autor del crimen siempre y cuando le facilitase los huesos de su hija, para enterrarlos con dignidad y tener un lugar donde visitarla.

Hoy en día los hijos de María del Carmen de la Torre son ya adultos y viven sus vidas. Ella tiene 34 años y reside en Soto del Barco, con sus hijos. Él, 21, y vive en Avilés. No están interesados en hablar de aquella tragedia que tiñó de dolor sus infancias. El misterio de Carmen aún persiste.

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