La crecida del río San Miguel obligó ayer al cierre a los visitantes de la cueva de Tito Bustillo, en Ribadesella. El cauce atraviesa la cueva y se desbordó tras las intensas lluvias de los últimos dos días. Nadie, excepto el conservador de la gruta, Alfonso Millara, y el electricista, Miguel Silva, se adentró ayer en la cavidad. El primero comprobó a primera hora sus sospechas: el acceso estaba impracticable. Así lo comunicó de inmediato al centro de arte rupestre de Tito Bustillo, que gestiona las visitas, y avisó telefónicamente y con un mensaje en su página web. De haber visitantes a la entrada de la cueva les habría costado entender la explicación ya que el ruido de la corriente de agua resultaba ensordecedor.

"La zona que más se inunda es la del túnel. Sube el nivel del cauce y queda completamente anegada", explicó Millara en el tiempo intermedio entre una incursión y otra, después de haberse cambiado dos veces de ropa. El conservador y el electricista se adentraron hasta que el agua les llegaba por la rodilla y dieron la vuelta, a la espera de que la inundación remitiera y poder evaluar los posibles daños, sobre todo en la instalación eléctrica. "A lo que más afecta es a las balizas. Tenemos que entrar, desmontar una por una y ver cómo están", explicó Silva, acostumbrado ya a devolver la luz a la gruta riosellana cuando las inundaciones se la quitan. Tendrán también que comprobar que el agua no haya dañado "algún cuadro o algún automático" y Millara también sabe que cuando el cauce vuelva a su curso habitual "habrá que limpiar en la zona del túnel, en la que llamamos 'la cabeza del león' y en alguna más", describió el conservador. Pese a que no pudieron recorrer la gruta entera, descartaron que esta inundación haya afectado a las pinturas rupestres. Lo sabe, entre otras cosas, porque no es la peor a la que se ha enfrentado Tito Bustillo.

Por cómo evolucionó el río San Miguel durante la tarde de ayer es posible que la cueva riosellana pueda volver a recibir visitantes hoy, pero la decisión final se tomará a primera hora. El desbordamiento del río San Miguel es algo "normal" y que lleva sucediendo "miles de años", de forma además bastante cíclica.

La anterior crecida del río San Miguel tuvo lugar a comienzos de año y en Ribadesella todavía recuerdan la de mayo de 2015. "Aquella fue de las más dañinas. Cubrió todo el camino de la cueva y estuvimos trabajando cuatro o cinco días. Hubo sitios en los que quedaba piedra nada más", rememoró Millara.

Si Tito Bustillo reabre hoy sus puertas será necesario "extremar la precaución" en las visitas, pues por mucho que limpien y arreglen los encargados de la conservación de este espacio de gran valor arqueológico quedarán humedad y agua en algunos tramos del trayecto, lo que facilita los resbalones. Si la gruta continuara cerrada, a los visitantes siempre les quedará la opción con la que ya ayer unos cuantos tuvieron que conformarse, el acceso a la Cuevona de Ardines.