Una Universidad pública, de máxima calidad, que cuida sus recursos humanos, las relaciones con las empresas y su presencia en la sociedad. Ese es el modelo de Universidad del siglo XXI, que trasciende a los 412 años de historia actuales de la institución docente asturiana, y en el que coinciden los cuatro candidatos a ocupar a partir del próximo 21 de abril el despacho noble de la calle San Francisco. Pedro Sánchez Lazo, José Muñiz, Santiago García Granda y Agustín Costa participaron ayer en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA en el primer debate público de la carrera electoral en el que se encuentra inmersa la institución académica y, aunque con matices, todos coincidieron en su apuesta por desarrollar nuevas políticas de personal, captación de recursos, atención a los estudiantes -"nuestro principal cliente", como declaró alguno de los intervinientes- y el desarrollo profesional de los titulados.

"El conformismo es muy mal consejero", apuntó el catedrático de Química Santiago García Granda como primera iniciativa para romper con la etapa actual. Para el colectivo docente existe un criterio común entre los rectorables de la necesidad de atender el necesario relevo generacional. Y fomentar también la movilidad de los recursos humanos, "con un reconocimiento a los mejores docentes", planteó, por su parte, José Muñiz, y también a los estudiantes más brillantes. Sánchez Lazo es partidario, yendo al detalle, de reducir la docencia actual de 32 créditos a un máximo de 24, favoreciendo así la dedicación a la investigación. "Tenemos un problema estructural y de organización", subrayó García Granda antes de apuntar el déficit de formación en las plantillas. Para avanzar hacia una Universidad más moderna y con más presencia en el exterior Agustín Costa apeló a la trasferencia de conocimiento y a impulsar un espíritu emprendedor entre los egresados "porque el que no emprende no puede competir; se está matando la creatividad de los jóvenes" además de atender la necesidad de "cuidar la investigación".

En la captación de recursos económicos, que se encuentra "bajo mínimos" a ojos de Muñiz se puede optar a mejoras. El cuello de botella se encuentra en el modelo actual de fiscalidad, según el catedrático de Psicometría, por eso insistió en las oportunidad de generar un clima de confianza con la Administración y las empresas: "En la Universidad no se gasta, se invierte", aseveró.

En este punto y para acabar con la excesiva burocratización que acorrala a la institución académica, García Granda se propone habilitar una ventanilla única para que los trámites para poner en marcha una cátedra no se prolonguen más allá de un año como ahora o que la captación de recursos del sector privado no se quede reducido a la mitad de lo que consiguen universidades vecinas como Cantabria. "Algo falla si no captamos fondos", advirtió García Granda.

El modelo de Universidad del siglo XXI de José Muñiz también incluye una congelación de las tasas para los estudiantes. "Y una potenciación de los institutos de investigación", agregó Sánchez Lazo antes de reivindicar una mayor independencia de centros y departamentos, idea en la que coincidió con el resto de participantes en el debate. "Se nos llena la boca con la excelencia y no sabemos qué es; con un excelentísimo, como decía un profesor de Salamanca, ya tuvimos bastante", ironizó el catedrático de Bioquímica.

Por eso, la estrategia de futuro de la Universidad debe contemplar pilares como la internacionalización, "con una Universidad más abierta y flexible donde se premie y favorezca la excelencia en todas las facetas", resumió el catedrático de Química Física Santiago García Granda.

Pese a las dificultades para optar a mayor financiación los cuatro rectorables son conscientes que es posible acudir a nuevas vías para hacer de la Universidad un motor económico para la región mediante una mejor redistribución de los recursos. Los contratos programa con la Administración es una de sus ideas. Se trataría, según explicaron, de desarrollar una política de financiación en base a objetivos cumplidos.

En este punto comenzaron algunas de las divergencias entre los candidatos acerca de cómo debe desarrollarse esa negociación. Para Sánchez Lazo es conveniente estrechar las relaciones con Iberoamérica, donde muchas empresas españolas han encontrado una salida a la crisis. Agustín Costa ve en la transformación del campus de Gijón como punto de atracción para estudiantes extranjeros durante los veranos como una oportunidad "para poner a la Universidad de Oviedo en Europa" por que en este momento "somos estériles" en la captación de fondos de la UE "y todo el peso recae sobre el investigador principal". Sánchez Lazo insistió, por su parte, en comenzar por rejuvenecer la plantilla de profesorado y administradores. "O nos actualizamos o nos caemos", aseguró mientras Muñiz realizó una llamada de atención acerca de la gran cantidad de "contratos precarios" que existen en las franjas de edad más jóvenes del profesorado en un momento en que se está formando a los alumnos para profesiones que "aun ni existen". A su juicio, los estudiantes de doctorado serían también una importante fuente de financiación como ocurre en universidades de prestigio como Yale o Massachusetts. Para García Granda también existe una oportunidad en el exterior. "Necesitamos captar estudiantes internacionales, los de Asturias no son suficientes. Hay que aprovechar el atractivo del español. Tenemos grandes maestros", remarcó.

El debate transcurrió en una aparente sintonía entre los intervinientes sin más divergencias que la que ya entrados en el turno de réplica expusieron Costa y Sánchez Lazo. El primero reprochó al catedrático de Bioquímica que en su etapa de vicerrector de Investigación no facilitara el emprendimiento. Después llegó la crítica de la mayoría hacia el funcionamiento del Centro Internacional de Posgrado, que solo José Muñiz defendió. O la censura sin miramientos que Sánchez Lazo ejerció sobre la gestión del equipo de Vicente Gotor a quien acusó de haber dejado "una Universidad más pequeña, más pobre, más oscura y arbitraria". Más condescendiente fue el catedrático de Psicometría José Muñiz quien dijo haber visto pasar seis rectores y ninguno de ellos había sido perfecto "pero ha habido dos cosas positivas: el mantenimiento de la plantilla docente y el programa de Excelencia". En el capítulo del debe apuntó la necesidad de un mayor consenso al negociar las plantillas aunque apeló al optimismo sobre el futuro de la Universidad que está por escribir. "Si soy rector, construiré sobre lo que hay y no juzgaré sobre lo que se hizo", proclamó Costa. García Granda fue menos benevolente al atribuir a la Universidad una "desconexión" con la sociedad, falta de iniciativa y transparencia.