Unos cuarenta pensionistas asturianos se amotinaron ayer en Las Palmas de Gran Canaria y se negaron a abandonar durante casi siete horas el autobús que pretendía dejarles en un hotel "a cuatro kilómetros de la playa". "Vinimos para estar a primera línea, es lo que contratamos con el Imserso: de aquí no nos movemos", protestó el avilesino Eloy Menéndez Suárez, jubilado de 75 años y con toda una vida laboral en Cristalería, mientras el conductor del vehículo se encogía de hombros. Así estuvieron más de seis horas, clavados en los asientos o frente al autobús, sin que hubiese agente de la Policía que lograse sacarles de sus trece.

Los cuarenta amotinados habían salido de Asturias el pasado lunes 28 de marzo, en un gran grupo de jubilados que viajó en vuelo charter desde el aeropuerto asturiano hasta las islas afortunadas. "La oferta nos gustaba para conocer el lugar y disfrutar un poco de la playa; aquí hay gente de Oviedo, Gijón, Avilés, las Cuencas...", explicó Menéndez.

Todo fue bien en la primera parte del viaje, con estancia de una semana en Puerto de la Cruz (Tenerife), disfrutando de sol y descanso. Pero las cosas ya se torcieron, aseguran los viajeros, cuando aterrizaron en el aeropuerto de Las Palmas para la segunda parte: otros siete días en Gran Canaria.

"En el aeropuerto no sabíamos qué autobús coger. Lo normal es que haya un chico o una chica con un cartel para indicarte: nada de nada. Así que acabamos subiéndonos a uno, que al final no era", relató Eloy Menéndez.

Pese al lío de confusiones, terminaron encontrando el autobús correcto, aunque empezaron a mosquearse cuando vieron que el vehículo se alejaba de la línea de arena. A cuatro kilómetros, el mar ni se huele.

Personal de la agencia les indicó que no podían alojarles en el hotel que constaba en el programa del viaje, pero que les ofrecía otro similar. "Queremos ir al asignado, no a otro parecido y que encima está lejos de la playa", empezaron a protestar los afectados. Les ofertaron autobuses para acercarlos a la playa. "Somos gente mayor, ¿si queremos ir a la villa cómo pretenden que lo hagamos si no sabemos ni dónde estamos?", respondieron.

Pasaba la una de la tarde y los jubilados asturianos se negaron a bajarse del autobús. "El de la guagua no nos decía nada, que qué iba a hacer él. Y nosotros así, sin comer ni nada", relata Eloy Menéndez. Hora a hora mantuvieron el tipo en la reivindicación, aunque "algunos hubo que se apearon y nos vendieron".

Los más resistentes ni siquiera se movieron cuando llegaron los agentes de la Policía Local, que tampoco lograron convencerles de buenas a primeras. Al final a los agentes debió de terminárseles la paciencia, en parte porque pasaban las siete de la tarde: "Dieron orden de sacar el equipaje y ahí lo tiraron".

La visión de las maletas fuera del autobús debió de ser bastante para desmontar la protesta. Y mientras los jubilados recuperaban sus cosas el conductor del autobús aprovechó para largarse en cuanto vio la oportunidad. "En un pispás la guagua ya no estaba", explica Eloy Menéndez.

Seis horas de motín parecían haber resultado infructuosas, pero los cuarenta jubilados asturianos están dispuestos a que les oigan en la Oficina de Consumo de la isla. "Ahora por la tarde no cogían el teléfono, pero mañana (por hoy) volveremos a insistir", aseguraron.

Ya en la habitación que tuvieron que aceptar a regañadientes, Eloy Menéndez explicaba a LA NUEVA ESPAÑA su enfado mientras su esposa trataba de tranquilizarle. "Para colmo tampoco funcionaban las tarjetas para abrir las puertas: otra vez de arriba para abajo", explicó telefónicamente. "Como estábamos encerrados en la guagua nos quedamos sin comer: a ver si ahora nos dan de cenar", aseguró.

"Mira, me jubilé hace 17 años y desde entonces no he parado de apuntarme a excursiones y nunca tuvimos un problema. A veces se adelantaba la fecha, o se retrasaba... pero este año, aparte del lío con si había o no viajes, ahora esto", protestó el avilesino.

La jornada reivindicativa trastocó el descanso: "Tengo una sudada conmigo como si me hubiese tirado a la piscina", resopló exhausto Eloy Menéndez.