Los ancianos sufren el maltrato en silencio. La Unión Democrática de Pensionistas alerta de que sólo un 10% de los mayores denuncian a sus cuidadores por tratos vejatorios. ¿La razón? No son conscientes del daño, coinciden los expertos asturianos. "Les tocó vivir una época muy difícil y fueron educados para sacrificarse por los demás", afirma Ismael Martínez, médico y profesor asociado de la Universidad de Oviedo. Y los que sí son conscientes, no alzan la voz por "vergüenza, tristeza e impotencia". Este comportamiento preocupa a los profesionales de la región en un momento en el que los casos de violencia van en aumento. La presidenta del Colegio General de la Abogacía, Victoria Ortega, aseguró en Oviedo esta semana que el maltrato a ancianos se multiplicó por tres en España en los últimos veinte años. Y lo que es más alarmante, ese daño lo producen sus familiares.
En ello coincide Ana Gil, presidenta de la Asociación de Centros Geriátricos del Principado: "Nosotros no vemos maltrato y si lo hay, es residual y enseguida sale a la luz. El problema son las casas; es imposible controlar lo que sucede dentro". El doctor Ismael Martínez ahonda y afirma que "en contra de lo que piensa la sociedad, los trabajadores de las residencias son el mejor baluarte de la atención a mayores". "La idea que se tiene es que el maltrato ocurre en los centros geriátricos, donde empleados sin escrúpulos martirizan a indefensos abuelos. Nada más lejos de la realidad", añade. Donde se castiga al anciano de la forma más cruel es en su propio domicilio.
Francisco Suárez, coordinador de Geriatría del Hospital Cruz Roja de Gijón, opina que para entender esta problemática lo primero es conocer los tipos de malos tratos de la vejez. No sólo son físicos y psicológicos, sino también financieros y de abandono, que son los más frecuentes. Esto quiere decir que un jubilado que presenta mala salud, malnutrición, lleva ropa sucia, no tiene acceso a su cartilla de ahorros o no conoce el estado de sus cuentas sufre maltrato, según Suárez.
"Lo que más indigna al anciano es la pérdida de autonomía y de dirigir su propia vida", sostiene por su parte Ismael Martínez, que asegura que el perfil de la víctima es "una mujer, de avanzada edad, dependiente y con demencia". La figura del maltratador es "una hija, cuidadora principal, con bajo nivel de formación y con dependencia económica del anciano". Además, apunta Martínez, el cuidador "padece con frecuencia estrés y agotamiento por permanecer las 24 horas del día atado al anciano".
El aumento de casos de maltrato a abuelos está muy ligado a la difícil situación económica, según Dolores San Martín, presidenta de la Federación de Mayores del Principado. "Cuando vino la crisis, muchos tuvieron que sacar a sus ancianos de las residencias y llevarlos a casa para contribuir a la economía familiar. Digamos, que se intentó sacar provecho de su condición de pensionista. Pero el problema viene cuando son abandonados", razona. Eso se explica en muchos casos por el trabajo de la mujer. "Antes eran ellas las que se ocupaban de la casa y de la familia. Ahora, al tener un empleo, acaban descuidando a sus mayores", agrega.
San Martín apunta otra posible causa de maltrato: el cambio de mentalidad. Mientras que antes los mayores eran muy valorados y considerados -como en Japón-, ahora nietos e hijos suelen verlos como una carga. "Nosotros luchamos por cambiar ese concepto y demostrar que la sabiduría te la da la vida", defiende la presidenta de una federación de 92 asociaciones y unos 60.000 mayores. "Como sigamos así, no sé qué va a ser de esta región. Acabaremos siendo el paraíso de los mayores de 65 años", lamenta. Y el riesgo es una mayor probabilidad de sufrir tratos vejatorios por parte de parientes. "Siempre les digo a los jóvenes que piensen que van para mayores, y que no hagan lo que no quieren que les hagan a ellos en un futuro", concluye.
