El griterío y la agitación reinaban entre los estudiantes que se concentraban en el patio del instituto Ramón Menéndez Pidal (una de las dos sedes de la PAU en Avilés, junto al Número 5) minutos antes del comienzo de los primeros exámenes. En los multitudinarios corrillos que se formaban en el exterior del centro, integrados por alumnos de Asturias Educación, Cabruñana, Santo Ángel, San Fernando, Carreño Miranda, Isla de la Deva, La Magdalena, Pravia, Menéndez Pidal y Virgen de La Luz; las conversaciones eran casi idénticas: "¡Mucha suerte!", "¡Qué nervios!", "¿Tú cómo llevas?". Y es que los jóvenes se enfrentaban al que muchos calificaban como "el examen más importante" de sus vidas, y les tocaba "debutar" con los ejercicios de Lengua y Filosofía o Historia.

"Lo llevamos bien, y nos dicen que es fácil, porque aprueba en torno al 96 por ciento de los presentados", aseguraban Christian Rodríguez, Borja González, Aurora Rodríguez y Sara Fernández; alumnos del instituto Carreño Miranda. "Nos hubiese gustado más que fuese en nuestro centro, porque nos daría más tranquilidad; aunque nos han dicho que aquí, si te toca examinarte en el gimnasio, se copia fácil", comentaban entre risas.

"Es nuestra primera prueba externa y hay que tener nervios, es normal, aunque lo hemos preparado bien", aseguraban a la par Antonio Castro y David Ernesto Domínguez, ambos aspirantes a estudiante de Física el año que viene. "Llevan todo el bachillerato metiéndonos presión con la nota y con la PAU, y ahora llega el momento de la verdad", agregaban.

Con el transcurrir de los minutos el tono de voz y la inquietud subían de manera imparable entre los estudiantes, hasta que, a las 14.45 horas, todo se desbordó. Desde la puerta del instituto uno de los interventores de la Universidad comenzó a llamar por orden a los concurrentes para que fuesen tomando su asiento para el examen, y el griterío sólo pudo ser sofocado por una seria llamada a la calma. Tras esto, los universitarios del mañana, últimos en la historia en afrontar la PAU, fueron entrando al instituto de manera ordenada, y la calma y la quietud se fueron apoderando del patio del Menéndez Pidal. La suerte estaba echada.