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Embestidas militares de 600 millones de espermatozoides para las yeguas asturianas

La tradicional parada de sementales de las Fuerzas Armadas lleva la mejor genética a los criadores de caballos de la región con 21 puntos de inseminación en 16 concejos

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Embestidas militares de 600 millones de espermatozoides para las yeguas asturianas

Cuando el Ejército fertiliza, lo hace de verdad, a lo grande, a razón de 600 millones de espermatozoides por derrama. Esa es la dosis que alcanzan los sementales de la parada caballar de las Fuerzas Armadas, que desde el pasado 8 de abril, y hasta el próximo día 20, brindan su simiente para mejorar la genética de la cabaña asturiana. Un total de diez sementales están encargados de dar crías a los ganaderos de dieciséis concejos, con 21 puntos de inseminación, gracias a la colaboración de tres administraciones, Ministerio de Defensa, Principado de Asturias y los ayuntamientos. Los ganaderos están encantados. "Es el semen de los mejores caballos seleccionados. Si tienes que hacerlo por lo privado es mucho más caro", afirma Pablo Fernández, ganadero de Vigaña (Grado).

Lo cierto es que los garañones militares cumplen. Todos los días se extrae semen de los sementales del centro de cría que el Ejército tiene en Mazcuerras (Cantabria) y que durante la campaña se desplazan a un recinto junto al mercado de ganados de Pola de Laviana. Allí, las extracciones se realizan por tandas. Cada día son cinco los sementales que pasan por las manos de los veterinarios para brindar su cotizada semilla. Los domingos son para el descanso.

Lo primero que hacen es sacar a la yegua en celo, en este caso "Montañesa", como señuelo para la excitación de los sementales. También rocían con orina de hembra en celo el potro donde los animales se subirán para cumplir con su cometido. Aunque esta semana la yegua no se mostraba dispuesta al cortejo, debido a que está preñada. "Si no estuviese preñada, estaría más receptiva, pero los gestos que hace y cómo levanta la cola indican que, en este caso, no les va a dejar hacer nada", explica la cabo Demelsa Lorenzo.

También tienen que preparar las vaginas artificiales en las que estos caballos verterán su simiente. Son unos receptáculos de cuero en el exterior y látex en el interior, a los que se incorpora un biberón, dentro del cual se derramará el semen. Este dispositivo incluye un filtro para evitar que el gel lubricante se mezcle con los espermatozoides.

No vale la misma vagina para todos. Cada uno la prefiere a su gusto. "Depende de cada animal. A unos les gusta que esté más caliente; a otros, más apretada. Depende mucho de sus gustos", explica Paco de Rivera, veterinario. El siguiente paso está claro, la extracción. La cabo Lorenzo es la encargada de sacar a los sementales y acercarlos a la zona donde espera el veterinario para actuar. "A veces tengo que darles un paseo para activarlos, pero depende del caballo. Los hay que son muy fríos y les cuesta hacerlo, y para otros es mecánico", precisa.

En cuanto el semental huele a la hembra y el señuelo de la orina comienzan los relinches y el nerviosismo. Lo siguiente, levantar las patas delanteras y al potro. En ese momento, los veterinarios introducen el pene del caballo en la vagina artificial esperando la descarga. Un trabajo complejo y que requiere mucha fuerza para aguantar las embestidas del caballo, sobre todo aquellos de gran envergadura como los bretones, que llegan a alcanzar la tonelada de peso. "No es tanto como parece", dice David Sáenz, uno de los veterinarios.

En cuanto el semental cumple con el objetivo, se queda derrumbado sobre el potro y es la cabo Demelsa Lorenzo la encargada de que espabilen para regresar a la cuadra. Cariños y ánimos no les faltan a estos animales, cuidados con mimo al mínimo detalle.

Mientras tanto, el veterinario lleva la vagina artificial al laboratorio, donde se extraerá el biberón que contiene el semen para analizarlo. Un trabajo que desarrolla el subteniente Varela.

"Es importante mantener la temperatura de las muestras. Por eso las tenemos al baño maría", precisa el experto militar. El primer estudio se realiza con un espectrofotómetro que sirve para contar la cantidad de espermatozoides que contiene la extracción realizada.

"Tenemos un protocolo que establece que el mínimo son 300 millones de espermatozoides por dosis, pero nuestros sementales están por encima de los 500 o 600", comenta. Sin embargo, se trata de una cantidad variable en función del semental y su raza. Así, según detalla el subteniente Varela, suelen dar más cantidad los caballos de carne o tiro que los de silla.

Después, el veterinario militar revisa la muestra en el microscopio para valorar la motilidad de los espermatozoides, es decir, si su movimiento es lo suficientemente vivo para facilitar la inseminación. El subteniente Varela suele realizar dos comprobaciones para acertar al máximo en el porcentaje de calidad que establece con una valoración aproximada.

Las muestras se van organizando en biberones con pegatinas y el nombre del semental. Se introducen en las neveras que llevarán los veterinarios a los circuitos establecidos. Tres en concreto. Uno con destino Grado, La Matinada (Mieres) y La Felguera, Cangas de Onís, Infiesto y Villaviciosa; otro para Campo de Caso, Laviana, Bimenes, Nava y Gijón; y el último que va a la zona de Cabañaquinta, Pola de Lena y Riosa.

LA NUEVA ESPAÑA sigue el primer circuito con los veterinarios hasta Grado, donde en lo que va de año se han realizado un total de 39 inseminaciones, frente a las 28 del año pasado. El veterinario Paco de Rivera y la cabo Lorenzo son los encargados de la ruta. En el mercado de ganado de Grado esperan cinco ganaderos con sus yeguas, felices por haber regresado de nuevo al ferial tras permanecer unos años en una pequeña nave que no reunía las condiciones necesarias para el trabajo de los veterinarios y del personal de las Fuerzas Armadas.

Las yeguas van pasando y lo primero que se les hace es una exploración manual para comprobar que todo está en orden. Después, De Rivera introduce un ecógrafo que le permite observar si hay algún daño en el interior del aparato reproductivo de la hembra y señalar si está preñada y el tiempo de gestación. "Lo normal es que se preñen entre el primer y el segundo ciclo después de parir", detalla.

Una operación sencilla en apariencia, pero que supone un riesgo para los profesionales, mayor incluso que meterse debajo de los sementales para realizar la extracción seminal. La razón es que cuando introduce el brazo, hasta el hombro, en la vagina de la yegua, el veterinario está a merced de ésta. Cualquier movimiento brusco que realice la hembra, como bajar el cuerpo para levantar las patas delanteras por nerviosismo, supone un riesgo, ya que podría partir el brazo del especialista. De ahí que la presencia de los dueños de los animales sea necesaria para calmar su ímpetu.

La cabo Lorenzo va aportando datos al veterinario sobre las yeguas y actualizando la información que él le da tras las exploraciones. Entretanto, reparte mimos a las hembras que reconoce de años anteriores. Sin duda, los caballos son la pasión de esta joven militar que desarrolla su carrera en el centro de cría de Cantabria.

Si la hembra está preñada, el asunto se termina y sólo tiene que volver para los seguimientos de la gestación. Las que todavía no prendieron se someten a la inseminación artificial. "Los ganaderos pueden elegir el semental que quieran, aunque lo normal es que nos pregunten a nosotros para que lo adecuemos a las características y tamaño de la yegua", explica. Y los hay que son auténticas estrellas de la inseminación, como "Dresde", un pura raza española que reclaman en todas partes de España.

La cabo Lorenzo prepara las muestras en un tubo de inseminación que el veterinario De Rivera introduce en la vagina de la hembra. Si sobra semen en el biberón y se está acabando la jornada, realizan otra para asegurar que el óvulo reciba los espermatozoides. "Yegua mea, yegua preña", comenta la cabo Lorenzo después de que "Dalaima" se someta a la inseminación. "O eso dicen los paisanos", añade.

Los ganaderos están encantados con la parada del Ejército, que les permite hacer crecer su cabaña caballar, en su mayoría dedicada a la producción de carne. Aunque también hay amantes de los caballos de silla que buscan una nueva res con la máxima calidad de raza. "La parada es buena porque aquí es fácil que se queden preñadas, si tiene que echarlas a un caballo casi que no puedes", opina Antonio Cuervo, dueño de "Dalaima", una pura raza árabe.

Así es el ciclo de la parada del Ejército que aumenta con calidad la cabaña caballar asturiana, aunque no abarca la zona occidental asturiana. Grado es el punto más al oeste al que llegan los sementales de Mazcuerras. Un objetivo a tener en cuenta para próximas campañas que llevarán la mejor genética caballar de España a los montes y sierras de Asturias.

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