El martes y el miércoles de esta semana se celebró en Madrid el III Congreso de edificios de energía casi nula (EECN), si bien esta definición para denominar los edificios eficientes es muy inespecífica y manifiestamente mejorable, pronto nos será familiar pues a partir del 31 de diciembre de 2020 todos los edificios que se construyan en nuestro país (en el caso de los edificios públicos la fecha límite es el 31 de diciembre de 2018) tienen que ser de “consumo en energía casi nulo” para cumplir con la normativa europea.

En España no hay cultura de ahorro energético en los edificios, como sí existe en la mayoría de los países europeos, con una climatología bastante más adversa que la nuestra. Empezamos ahora a oír hablar de eficiencia energética, del estándar “Passivhaus” y certificaciones BREEAM, LEED, GBCe, y nos preguntamos pero, todo esto, ¿que es?

Llevemos el tema al asunto puramente económico, es evidente que cuanto menos nos gastemos en calefacción, agua caliente y electricidad, más dinero tendremos en nuestro bolsillo para dedicarlo a otras necesidades. Se decía en este congreso que como media se puede conseguir un ahorro de 140 euros por vivienda y mes, cuando comparamos un edificio eficiente con otro que no lo es; si multiplicamos esa cifra por la vida útil de un edificio, seguramente quedaremos impresionados por los miles de euros que desperdiciamos sin saberlo.

Para conseguir esos ahorros en un edificio hay que atacar dos puntos:

Por un lado, conseguir que el edificio tenga muy pocas pérdidas, son las denominadas medidas pasivas: aislar convenientemente la envolvente del edificio (fachadas y cubierta), es decir, ponerle un “abrigo” al edificio.

Por otro lado, las llamadas medidas activas: tratar que las instalaciones que nos aportan el confort que ahora exigimos en nuestras viviendas y lugares de trabajo sean eficientes, es decir, nos proporcionen la mayor cantidad de calor o frío consumiendo la mínima energía posible.

La ecuación, pues, es sencilla, demandemos poca energía, porque estamos bien abrigados y saquemos el máximo rendimiento a la que tenemos que aportar.

A la hora de abordar el aislamiento de la envolvente, debemos tener claro que no debe ser una mera intervención estética, tenemos que garantizar que colocamos un buen abrigo y no sólo un abrigo bonito; es importante contar con el asesoramiento y la dirección facultativa de técnicos competentes, al igual que cuando enfermamos consultamos a un médico, cuando queremos “combatir el resfriado” de nuestro edificio también debemos consultar a los facultativos pertinentes.

Con respecto a las instalaciones, debemos tener claro que el ahorro en una instalación no se consigue bajando el precio del combustible o instalando los componentes más baratos, sino gestionándola eficientemente, de modo que consigamos el famoso “más con menos”.

En Uría Ingeniería de Instalaciones saben, como la mayoría de ustedes, que lo más barato no suele ser lo más eficiente; dice una vieja expresión que “nadie da duros a cuatro pesetas”, y de la misma manera que cuando nos hipotecamos para comprar una vivienda hacemos el estudio a largo plazo, cuando se interviene en una instalación para garantizar ahorros debemos hacer también los números a medio y largo plazo. Lo interesante del ahorro que comentábamos al principio de 140 euros al mes, no es la cifra inicial, sino cuando ésta se multiplica por toda la vida útil de nuestra vivienda.

El pasado 15 de junio la Consejería de Industria publicó la convocatoria de subvenciones de este año para la mejora de las salas de calderas e individualización de consumos. El plazo de presentación de solicitudes termina el próximo día 15 de julio.

Uría Ingeniería de Instalaciones, como empresa de servicios energéticos (uno de los requisitos que pide la convocatoria, pues hay que garantizar que realmente se consiguen esos ahorros y no sólo que se colocan los componentes sin comprometerse en el ahorro constante a medio y largo plazo), tramita y gestiona esas subvenciones.

Sin olvidar aquel “es la economía, estúpido”, de Bill Clinton, no miremos solamente la eficiencia energética desde el punto de vista económico, pensemos también en el medio ambiente. Los edificios consumen el 40 por ciento de la energía total que se consume en nuestro país. Se dijo en este III Congreso que de seguir con el ritmo actual, en al año 2050 sólo el consumo energético de nuestros edificios agotaría la cuota de emisiones de CO², no dejaríamos nada para la industria, la automoción, etcétera. Volviendo a la economía, si no podemos producir, poco podremos gastar...

En Uría Ingeniería de Instalaciones están comprometidos con las soluciones ecoeficientes en edificación, obra civil e industria.

Más información: www.urianet.com