Llegó a Asturias en 2014 y en apenas dos años ha logrado infectar a una gran parte de la masa forestal de una de las especies arbóreas más emblemáticas de Asturias: el castaño. La "avispilla del castaño", que tiene por nombre científico Drycosmus kuriphilus y origen chino se ha convertido en un peligroso parásito invasor de los castaños europeos en un tiempo récord. Fue detectada en Italia en 2002 tras haberse propagado a Japón (1941), Corea (1963) y Estados Unidos (1974). Sólo hay una forma científicamente corroborada para combatirla: introducir a su enemigo natural, otro insecto también originario de China, el Torymus sinensis.

El Principado admite la preocupante situación en la que se encuentran los castaños asturianos, que esta primavera han exhibido altos niveles de infestación. La consejería de Medio Rural lleva tiempo reclamando al Ministerio de Agricultura que autorice la suelta de Torymus y no ha sido hasta ahora cuando el gobierno central ha permitido la aplicación experimental en Andalucía y Galicia. "Estamos perdiendo un tiempo precioso, porque la presencia de la 'avispilla' no es endémica aún en Asturias pero sí muy peligrosa", afirma Máximo Braña Argüelles, jefe de la sección de Sanidad Vegetal de la consejería.

Los italianos saben bien lo que es enfrentarse a un insecto tan implacable como el Drycosmus. Tras su llegada a Italia hace 14 años, ese país se ha convertido en la avanzadilla europea en la lucha contra la "avispilla", que ha llegado a reducir en un 70% la producción de castañas e incluso causar la muerte a numerosos árboles. Su peligrosidad queda clara al ver el peculiar ciclo vital del insecto.

La primera curiosidad de la "avispilla" es que se reproduce por partenogénesis. Es decir, no es necesaria la unión de un macho y una hembra para obtener huevos fecundados: las hembras pueden producir sus propios clones al poner huevos en las yemas de los castaños. De hecho, jamás se ha detectado un macho de la especie. No es este un proceso extraño en la naturaleza aunque en la mayoría de los casos coexisten en algunas especies ambas formas de reproducción: por partenogénesis y por fecundación. En las abejas, por ejemplo, los huevos de la reina no fecundados dan lugar a los zánganos, mientras que de los fecundados eclosionan hembras.

El ciclo reproductivo de la "avispilla" hace que su propagación sea rápida, acentuado con el hecho de que en su éxodo fuera de China no ha encontrado depredador natural que equilibre la población.

El insecto coloca sus huevos en las yemas de los castaños y durante el invierno las larvas se desarrollan dentro de esas yemas, dando lugar a la aparición de agallas, una especie de tumores formados por tejido que el propio castaño hace crecer para defenderse de la infección del insecto. En esta época del año, desde mayo hasta finales de julio, las larvas emergen de la agalla ya convertidas en avispillas, con una vida aproximada de unos diez días en los que se dedican a poner unos 100 o 150 huevos. Todo este proceso se repite cada año, haciendo que la población de avispillas crezca de forma imparable.

Su irrupción en España está datada en 2012, concretamente en Cataluña. Desde allí ha ido colonizando buena parte de la península ibérica. En el año 2006, consciente de su peligrosidad, la UE dictaminó medidas provisionales urgentes para prevenir la propagación, pero resultaron inútiles. Sólo un mecanismo de combate se ha mostrado eficaz: el uso del Torymus sinensis, aun con el riesgo que supone introducir otro insecto ajeno a la fauna propia.

Italia ha hecho del mal virtud y varias empresas se dedican a la reproducción de Torymus en gran cantidad, que incluso exportan a otros países europeos. Se sueltan junto a las yemas infectadas y el insecto inyecta su larva dentro de la larva de la "avispilla", haciendo que se desarrolle como parásito y matándola. De ese modo, se limita la imparable capacidad reproductiva del insecto que puede llegar a asfixiar a los castaños, limitando su capacidad de crecimiento, mermando drásticamente su producción de frutos e incluso llegando a causar la muerte del árbol.

"No es una solución inmediata, porque el Torymus necesita un largo periodo, de cuatro u ocho años, para que empiecen a notarse los efectos de su presencia", explica Máximo Braña. El Principado cree que el gobierno central debió ser más ágil para permitir la introducción de este insecto. La ley de Sanidad Vegetal establece que no pueden soltarse parásitos alóctonos (que no existen en la fauna local) sin un informe técnico, y hay quienes creen que el Torymus podría hibridar con otros insectos de la misma especie que sí existen en Asturias. A falta de estudios concluyentes, el Ministerio ha autorizado dos sueltas experimentales, que se llevaron a cabo el pasado mes de abril en Orense y Málaga.

Pero las cautelas pueden ser inútiles porque otros países europeos cercanos, como Portugal o Francia ya han introducido al Torymus en sus países. "Los insectos no entienden de fronteras", dice gráficamente Máximo Braña para señalar que la invasión de suelo español de los depredadores naturales de la "avispilla" se producirá de todas maneras.

La única ventaja de acelerar el proceso sería frenar la expansión por Asturias de la "avispilla", capaz de diezmar las masas de castaño en el Principado. Aunque la industria ligada a la castaña no tiene un gran peso en la comunidad autónoma, todo hace indicar que se verá resentida a la vuelta de la esquina. La industria maderera, también: pero a más largo plazo. A la postre, la "avispilla" debilita al árbol impidiendo su desarrollo.

"Sólo podemos recomendar a quienes tengan castaños en sus fincas que poden las ramas infectadas y las quemen, pero eso no detendrá la invasión", admite Braña. El tiempo corre a favor de la Drycosmus kuriphilus, que ha demostrado su resistencia colonizando de forma imparable. La "avispilla", por ahora, gana la batalla en Asturias y en España.