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Ignacio García | Director de escena, dirigirá en Gijón la ópera "La Sonnambula"

"En España la ópera tiene que encontrar una identidad nacional propia"

"La honestidad es importante, en un mundo tan sobrealimentado de talentos como el de ahora creo que cada cual debe ser uno mismo"

Ignacio García, en Gijón. juan plaza

Tienen una carrera envidiable, mucho futuro por delante y ahora está en Gijón para compartir su experiencia y conocimientos con jóvenes cantantes que se están formando en el International opera Studio (IOS). Bajo su dirección escénica, ellos interpretarán "La Sonnambula" los días 8 y 9 de julio en el teatro Jovellanos. Ignacio García (Madrid, 1977) ya era director adjunto del Teatro Español de su ciudad a los 27 años. Ahora, con numerosos reconocimientos en su haber, está muy cotizado y viaja por coliseos de todo el mundo.

-Llama la atención que tenga tanto currículum siendo tan joven. ¿Cómo consiguió abrirse paso tan rápido?

-Hay factores que uno controla y otros que no. Uno puede hacer lo que está en su mano: estudiar, trabajar duro, responder siempre a lo que le piden e intentar aportar una visión personal. Hay una parte importante de honestidad. En un mundo tan sobrealimentado de talentos, como en el que estamos ahora, creo que uno debe ser uno mismo. Sin un valor añadido es difícil, y éste está en la identidad. Defiendo un teatro muy poético, de ideas y reflexión, con una parte estética importante. Defiendo un teatro basado en nuestras raíces latinas. Pero luego hay un factor que no está en la mano de uno: la suerte, la moda, los gustos teatrales, la fortuna de que a un director de un teatro le guste lo que haces... Por suerte, tuve la fortuna de que se juntasen las dos cosas.

-Con 27 años ya era director adjunto del Teatro Español de Madrid. ¿Cómo llevó la responsabilidad tan joven?

-Bien, fue muy hermoso. Durante cinco años dediqué todo mi tiempo, alma y esfuerzo a que el proyecto que lideraba Mario Gas fuera un grande para Madrid. Creo que lo fue. Cambiamos el teatro de la ciudad, dimos oportunidad a muchos creadores y se generó un caldo de cultivo de nueva creación. Y vinieron grandes artistas internacionales. Pero en un momento dado decidí que la gestión era muy sacrificada y quería dedicarme más a mi carrera como director. Decidí volar.

-¿Qué balance hace de esa etapa?

-Miro con mucha satisfacción el trabajo que hicimos, todo lo que aprendí en ese periodo. En los tiempos convulsos en los que mucha gente discute la función de los teatros públicos o se plantea su existencia, creo que el trabajo que hicimos fue una propuesta muy honesta de para qué puede servir un teatro público.

-¿Qué le parece la iniciativa del IOS?

-Fabulosa. Es muy importante que existan entornos de alta formación para los jóvenes profesionales, porque a veces es muy difícil dar el salto desde las estructuras formativas al mundo profesional sin esta experiencia de poder hacer ya una producción, pero en un lugar en el que están amparados y tienen clases. Tenemos a nivel español una carencia. Hay algunas experiencias de Opera Studio, pero creo que hay que apostar por nuevas iniciativas y es muy bueno que en Gijón en verano se forme una especie de microcosmos para cantantes internacionales que vienen a encerrarse y a aprender. Y que además pueden establecer un vínculo con la ciudad ofreciendo conciertos.

-¿Qué espera de los alumnos?

-En el estreno espero que hagamos una hermosa producción, que luzcan todo el talento que tienen y entiendan que hacer ópera es algo más que cantar. El compromiso escénico y teatral para un cantante hoy en día es muy importante. Espero y confío que para algunos sea el primer paso de una prometedora carrera.

-¿Por qué eligieron "La Sonnambula"?

-Es una obra de gran repertorio y queremos que los estudiantes lo afronten. Y es un título atractivo. Para mí, ideológicamente es una obra que, aunque muchas veces se ha entendido de una manera muy naif, como un cuentito, en el fondo habla, con un reparto tan joven como el nuestro, sobre las dificultades de la juventud para gestionar sus propias emociones. La metáfora de la sonámbula, alguien que vive entre la realidad y el sueño, es muy clara.

-Explíquese.

-Los jóvenes viven en un gran mercado de libertad, pero en realidad es una libertad de bajo coste. Aparentemente pueden elegir todo, pero lo que eligen es siempre superficial y barato. La profundización, el compromiso, la elección de una persona, ideología o una convicción es algo más difícil. La obra habla sobre eso pero también sobre la relación entre hombres y mujeres, sobre la dominación y el maltrato.

-¿Qué consejo les da a unos actores de carrera incipiente para salir a escena?

-No soy quien para dar grandes consejos a estos cantantes, pero desde mi propia experiencia les diría que sean honestos, que no intenten cantar como otro, que intenten ser su propia voz, su propio físico, su propia emocionalidad...

-¿Qué momento vive la ópera nacional?

-Próspero. Tenemos grandes cantantes, artistas, directores musicales y orquestas. Y un público ávido. Pero tenemos que encontrar una identidad nacional propia. Tuvimos un tiempo en que había mucho dinero y se hacían grandes eventos operísticos pero no se construyó suficiente tejido. Ahora que ese tiempo de bonanza se acabó tenemos que encontrar cómo hacer que la ópera sea una parte de nuestra vida, como ocurre en otros países. Muchos cantantes y directores no tienen un lugar aquí y deben marcharse.

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