Las defensas del exconsejero de Educación, José Luis Iglesias Riopedre, y de la que era su mano derecha, María Jesús Otero,se echaron la culpa mutuamente en sus alegaciones finales. Mientras el letrado del exconsejero aseguraba que su representado firmaba porque así lo establece el cargo que ostentaba, pero que "no era el que decidía" en el día a día, la abogada de la exdirectora general aseveraba que le ha tocado ser "el garbanzo negro" y que se lleva todas las culpas cuando ella "pasaba por allí", pero en realidad "cumplía órdenes" de Riopedre que y desde luego no era Dios.

El abogado de Riopedre admitió que su representado podría haber cometido imprudencias, pero en ningún caso se lucró mientras ocupó su cargo y "desde luego" es inocente de todos los delitos que se le imputan.

La defensa de Otero, por su parte, negó todas las acusaciones y afirmó que "lo más fácil es echarle la culpa al garbanzo negro, que no tiene carné de partido, que al Consejero".