Cuando llega el verano el sol pega fuerte en Ibias en caso de cielo despejado. No tan conocido como otros concejos del Principado de Asturias, desconocido incluso para muchos asturianos, Ibias cuenta con rincones, pueblos, paisajes de una belleza impresionante y una riqueza cultural única, que en algunas localidades preservan con una constancia digna de admiración por quienes los contemplan.
Entre algunas de estas localidades está el pueblo de Uría, un rincón del mundo especial, lleno de colorido y con mucha historia etnográfica. Si bien es cierto que a lo largo del paseo por este pueblo singular se descubre alguna casa en ruinas, siendo la naturaleza la que habita entre sus muros, es sorprendente el cuidado del entorno: sus refrescantes pasos entre las casas cubiertos de parras; las flores, muchas, que por un lado y otro van asomando al camino; los colores terrosos y anaranjados en algunas casas con puertas y ventanas pintadas de azul y, sobre todo, la luz, que parece detenerse allí más tiempo para que brillen al atardecer con más fuerza sus tejados de pizarra.
No quedan muchos habitantes, pero los que allí siguen y los que vuelven siempre que pueden a las casas heredadas o a las de su infancia procuran que Uría se mantenga vivo y cuidado. Una de sus grandes riquezas es su arquitectura tradicional, que hará las delicias de los interesados: casas con hornos adosados, como en otros rincones de Asturias; hórreos, paneras y otros edificios cuyo estilo refleja el propio de la zona y lo singulariza. Eso y las uvas. Las vides que en su momento volverán a dar el vino que de modo tradicional siempre se ha fabricado en este concejo.
En la casona de doña Vicenta hay una reproducción del escudo de los Uría, uno de los linajes más relevantes de Ibias. También hay una pequeña capilla, aunque de estilo moderno, que también tiene su encanto, dedicada a Santiago. No deja de llamar la atención la pequeña campana exterior y que tiene su gracia cuando se lee lo que pone en ella: "Titanic 1912". Desde allí sale una ruta hacia las ruinas del castillo de Alonso Álvarez Uría, datado en el siglo XIV. Se llega por una pista que sale de las proximidades del pueblo. En caso de duda, lo mejor es preguntar a sus vecinos, siempre dispuestos a echar una mano a los viajeros que deciden visitar su localidad, un pueblo hermoso donde el sol, en los días despejados del verano y el otoño, parece que se queda más tiempo, adormecido sobre sus tejados.
