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La ira incontrolada como excusa

Psicólogos asturianos critican que se quiera justificar con el síndrome de Amok el arrebato violento en algunos atentados

Los últimos ataques terroristas han llevado a algunos expertos a rescatar el denominado "síndrome de Amok" como explicación al arrebato violento de sucesos como el tiroteo de Múnich o el crimen múltiple en un centro de discapacitados de Japón. Sin embargo, psicólogos asturianos creen que intentar etiquetar esas conductas encierra un intento de la sociedad por expiar sus responsabilidades.

Los últimos sucesos terroristas ya tengan o no relación con la cultura islámica, revelan que "predecir la conducta individual es muy difícil, más aun en casos de este tipo, con tan pocos datos", explica José Muñiz, catedrático de psicometría de la Universidad de Oviedo. "Nos basamos en elucubraciones. Las causas son tan imprevisibles como las posibles consecuencias", asegura.

El síndrome de Amok se emplea para describir explosiones violentas. "En fenómenos tan amenazantes, la gente quiere tener una explicación que los clasifique, pero no es fácil", analiza Marino Pérez, catedrático en el área de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico.

Este síndrome se caracteriza por un estallido desenfrenado de una violencia inusitada, acompañado de un comportamiento agresivo u homicida. Este episodio se desencadena por la percepción de una falta de respeto o de un insulto. En ciertas ocasiones, el Amok puede aparecer durante un episodio psicótico puntual o una exacerbación de un proceso crónico.

En casos como el tiroteo de Múnich o la matanza de personas con discapacidad en Japón, "puede ser que el agresor se volviese loco, de pronto. Aparentemente no se esperaba que sucediese algo así, se convierte en una reacción de violencia indiscriminada. Es extraño. Se suele dar en otro tipo de sociedad, es muy raro en un país occidental y desarrollado", explica Pérez.

Lo que más choca es que estos episodios "no surgen de forma gratuita, sino que tienen detrás unas causas, vienen determinados por el desprecio de los demás, se dan cuando esa persona se siente humillada, segregada, fuera del orden social", enfatiza Pérez. El síndrome de Amok, a priori, surge de una forma espontánea, lo que choca frontalmente con la idea de la premeditación de este tipo de atentados.

La otra paradoja es que, como asevera Pérez, "es más propio de sociedades antiguas, poco desarrolladas. En una sociedad moderna, culta, que da oportunidades a las personas, no tendría por qué darse. Aunque quizá sean precisamente esas promesas de felicidad que no llegan a cumplirse las que pueden actuar como razón de frustración".

A fin de cuentas, para Pérez, el síndrome de Amok se resumiría como "un arrebato repentino aunque con unas causas de fondo bien definidas que suelen darse en personas que se sienten excluidas de la sociedad. La venganza, la frustración y la humillación son razones muy potentes". Estas personas, en ciertos casos desequilibradas, buscan darse a conocer, resarcirse de aquellas afrentas sufridas o imaginadas y en muchas ocasiones prefieren "tener una identidad siniestra antes que carecer de ella", y este tipo de sucesos son la forma de que se hable de ellos. Utilizan la venganza "para dar sentido a su vida, recuperar su carisma y no pasar así desapercibidos".

"La sociedad tiene la necesidad de dar una explicación a lo inexplicable y enmarcarlo en algún modelo psicológico reconocido. Se queda más tranquila si lo ve como un loco, como un perturbado. Así se quita culpas a sí misma", dictamina Pérez.

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